jueves, 10 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (37)

 


LA PROMESA DE VIDA ETERNA EN LA CUARESMA: UN LLAMADO A LA CONVERSION Y A LA APERTURA AL RESUCITADO


     La Cuaresma es un tiempo de preparación, de reflexión y de esperanza en la promesa de vida eterna que Jesucristo nos ofrece. En el Evangelio de Juan, encontramos una afirmación profunda que ilumina nuestro camino espiritual:

“En verdad, en verdad os digo que si alguno guarda mi palabra, no verá jamás la muerte” (Juan 8:51).

    Esta declaración no es solo una promesa para el futuro, sino una invitación a vivir desde ahora la vida nueva que Cristo nos ofrece. Es un llamado a renovar nuestra fe y nuestro compromiso con la transformación del mundo.

Guardar la Palabra: Un Camino de Conversión y Servicio

    En este tiempo de Cuaresma, “guardar la palabra” significa abrir nuestro corazón a la conversión, dejándonos moldear por el Evangelio. No se trata solo de cumplir con prácticas externas como la oración, el ayuno y la caridad, sino de vivirlas con autenticidad, como herramientas para crecer en justicia, solidaridad y compasión. Es un tiempo para examinar nuestras actitudes, cuestionar las estructuras de pecado que nos rodean y encarnar el amor de Dios en nuestro día a día. Guardar su palabra nos lleva a ser agentes de cambio, a mirar más allá de nosotros mismos y a comprometernos con quienes más lo necesitan.

La Victoria sobre la Muerte: Camino hacia la Pascua

    Cuando Jesús habla de la vida eterna, nos invita a vivir desde ahora en la plenitud de su amor. Su entrega en la cruz es la expresión más profunda del amor redentor, una victoria sobre toda forma de sufrimiento y muerte. En la Cuaresma, nos unimos a su sacrificio, preparando nuestro corazón para la alegría de la resurrección. La Pascua nos recuerda que la última palabra no la tiene el dolor ni la injusticia, sino la luz del Resucitado, que renueva todas las cosas.

Una Esperanza que Transforma la Historia

    La Cuaresma no es un tiempo de espera pasiva, sino un llamado a la acción concreta. Guardar la palabra de Cristo significa comprometernos con la construcción del Reino de Dios en nuestro presente, llevando esperanza a quienes sufren, promoviendo la paz y defendiendo la dignidad de cada persona. Cuando nos abrimos a Cristo, nos convertimos en testigos de su resurrección en medio de nuestro mundo. Nuestro testimonio se refleja en cada acto de amor, en cada gesto de justicia y en cada esfuerzo por hacer de esta tierra un reflejo del Reino de Dios.

Conclusión

    La Cuaresma nos invita a vivir con profundidad la promesa de vida eterna que Cristo nos ofrece. Guardar su palabra es más que escucharla; es dejarse transformar por ella. Es permitir que su amor nos impulse a la acción solidaria y al compromiso con los más necesitados.

    La muerte no tiene la última palabra cuando vivimos con los ojos puestos en el Resucitado, fuente de nuestra esperanza y plenitud. En este camino cuaresmal, que nuestra fe se traduzca en gestos concretos de amor, para que la luz de Cristo brille en cada rincón del mundo.


Fr. Celio de Padua García, O.P.

miércoles, 9 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (36)

 


“SI PERMANECÉIS EN MI PALABRA, SEREIS DE VERDAD DISCÍPULOS MÍOS; CONOCERÉIS LA VERDAD, Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES”


    Este pasaje encierra una profunda enseñanza sobre la relación entre la fe, el conocimiento y la libertad. Este texto nos invita a reflexionar sobre lo que significa ser un verdadero discípulo de Jesús y cómo la verdad se convierte en un camino hacia la liberación personal y espiritual.

    En primer lugar, la frase “Si permanecéis en mi palabra” subraya la importancia de la constancia y la dedicación en la vida de fe. No se trata sólo de escuchar o conocer las enseñanzas de Jesús, sino de integrarlas en nuestra vida diaria. Permanecer en su palabra implica un compromiso, una decisión de vivir de acuerdo con sus enseñanzas y valores.

    La segunda parte del pasaje “seréis de verdad discípulos míos” resalta que el verdadero discípulo va más allá de la simple afiliación. Ser discípulo implica una relación íntima y personal con Jesús, donde se busca entender y vivir su mensaje. Esto nos lleva a una transformación y crecimiento espiritual.

    En el siguiente enunciado “conoceréis la verdad”, ésta, la verdad, supone una relación viva con Cristo, quien se presenta como “el camino, la Verdad y la Vida” (Jn, 14,6). Conocer la verdad implica una experiencia personal y transformadora que nos permite ver el mundo desde la mirada de Dios, liberándonos de las ataduras del pecado, la ignorancia y la confusión.

    Finalmente, la afirmación “y la verdad os hará libres” nos recuerda que la libertad auténtica no proviene de circunstancias externas, sino de una comprensión interna y espiritual: la libertad que ofrece la verdad de Cristo que nos libera de las cadenas del miedo, la culpa y la desesperanza. Busquemos la verdad que nos transforma, libera y nos llena de paz.


Dominicas de Alcalá la Real (Jaén)

martes, 8 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (35)

 


«EL QUE ME ENVIÓ ESTÁ CONMIGO; NO ME HA DEJADO SOLO»


    Los versículos del libro de los Números que leemos este martes son sorprendentes: tras una larga marcha del pueblo de Israel por el desierto, el pueblo se harta y vuelve a quejarse a Moisés e incluso a Dios: «No hay pan, no hay agua, y ya está bien de tanto maná... «Estábamos mejor en Egipto»... Nos habéis traído a este desierto para matarnos.

    Semejante actitud de rebeldía provoca que el Señor envíe serpientes venenosas contra su pueblo. No olvidemos que, según la mentalidad judía de la época, Dios castigaba y premiaba en función de las acciones humanas. Recordemos también que, en la antigüedad, la serpiente tenía un simbolismo ambivalente. Era por un lado signo del mal y de la muerte; por otro, simbolizaba la vida y la curación.

    Esta ambivalencia en el simbolismo de la serpiente, que oscila entre la muerte y la vida, no es muy diferente de la imagen de la cruz. Además de ser un signo de tormento, sufrimiento y muerte, la cruz es también un signo de esperanza y de triunfo de la vida sobre la muerte. Esta es sin duda la razón por la que Jesús, al anunciar, o más bien evocar, su muerte en la cruz, tomó como ejemplo la serpiente de bronce erigida por Moisés en el desierto, para que los revoltosos israelitas que la miraran después de ser mordidos permanecieran vivos, se salvaran del veneno mortal.

    La historia del pueblo judío es también nuestra historia. Como ellos, los cristianos, miembros del pueblo de la Nueva Alianza, pasamos por etapas de desierto, de espera de que las promesas de Dios se cumplan en nuestras vidas. A veces esta espera es larga, y a veces tenemos la impresión de que el Señor se ha olvidado de nosotros, que se ha olvidado de nuestro trabajo, de nuestra familia, de la resolución de nuestros conflictos... de la sanación que esperamos de Él. En esos momentos, también nosotros nos quejamos, murmuramos y olvidamos que el Señor está-con-nosotros y que no nos abandona.

    En el Evangelio de Juan, Jesús anuncia su elevación: «Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”». En la teología de Juan, la Pasión no significa descenso, sino la elevación al cielo del Hijo de Dios, que bajó del cielo para que el Verbo se hiciera carne. La ascensión es la revelación del Padre a los hombres. Y aunque implique la muerte, la ascensión da la vida porque revela a Jesús como Salvador.

    La serpiente y la cruz, más que un signo de vida, se convierten en signos de salvación. La serpiente sanadora del desierto permitió a los israelitas convertirse o reconvertirse, redescubrir una relación con Dios. Les trajo la esperanza de la salvación para su pueblo, una salida del desierto y la verdadera liberación. Del mismo modo, la cruz se convierte en signo y promesa de salvación para los seres humanos. «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna».

    La Cuaresma es una oportunidad para redescubrir la presencia de Dios en nuestras vidas. Que las dificultades cotidianas, en lugar de alejarnos del Señor, sean oportunidades para fortalecer nuestra relación con Él y de reafirmar con Jesús: «El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo».


Fr. Jesús Nguema Ndong

lunes, 7 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (34)

 



“TAMPOCO YO TE CONDENO. ANDA Y, EN ADELANTE, NO PEQUES MÁS”


    Hoy resuenan estas palabras tan liberadoras y restauradoras. Palabras de esperanza, de oportunidades, de confianza… de amor.

    Es Jesús, y sólo Él es capaz de saltar barreras y normas para rescatar a la persona en el “pozo” profundo de la humillación y exposición pública…

    Tres palabras: Libertad, Verdad y Amor. Todas ellas son protagonistas en esta escena.

    Libertad para buscar respuestas creativas ante las situaciones de presión y coerción: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”.

    Verdad: “y, en adelante, no peques más”. Hay una información implícita en estas palabras. Se trata de una afirmación precedida por “anda”, expresión que lanza a un presente y futuro diferente.

    Amor: “para no condenar” y para acoger a la persona en todo lo que ella es y en la situación en la cual se encuentra.

    El texto del Evangelio nos lleva a profundizar en elementos que están presentes, pero que se les deja en segundo plano: toda la humillación pública de esta mujer es una estrategia para “comprometer y acusar a Jesús”. Una espada de dos filos para generar muerte: por un lado, la acusación pública con la acción implícita: apedrear; por otro lado, la intención de comprometer, acusar y “acabar con Jesús”.

    Ante este doble filo que genera muerte, Jesús opta por una postura de vida y esperanza. También una opción con un doble camino: para los acusadores, contemplación de la propia vida y toma de conciencia de que todos somos vulnerables: “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”; para la mujer, Jesús se incorpora y dialoga directamente con ella, abriendo el camino de una nueva vida con dignidad.

    Jesús también nos invita a tener opciones creativas que conjuguen libertad, verdad y amor para que la vida y esperanza aniden en nuestras vidas y en las de las personas con quienes nos relacionamos, vivimos y hacemos realidad el Evangelio.


Hna. Ana Belén Verísimo, D.A.


domingo, 6 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (33)

 


“…TODO EL PUEBLO ACUDÍA A ÉL, Y, SENTÁNDOSE, LES ENSEÑABA… EL QUE ESTÉ SIN PECADO, QUE TIRE LA PRIMERA PIEDRA”


    Estamos en el 5º Domingo de Cuaresma. Mañana da comienzo lo que tradicionalmente se conoce como la semana de Pasión. Este es, por tanto, el último de los domingos previos al Domingo de Ramos. La liturgia nos ofrece para reflexionar el pasaje del Evangelio según San Juan, capítulo 8 versículos 1 al 11. Jesús ante la inmediatez de su final, sigue enseñando en el Templo. Jesús enseña porque su vida, su persona, es enseñanza al ser humano para que vuelva a Dios. Todos sabemos que en él mensaje y mensajero se confunden porque se identifican. Nosotros, que no queremos aceptar ese mensaje de “Salvación” identifiquémonos con los escribas y fariseos que le querían poner una trampa. ¿En cuántas ocasiones buscamos justificaciones para hacer lo que nos conviene y no lo que sabemos que está más acorde con el sueño de Dios para nosotros? Cuando así lo hacemos, empieza doliéndonos, como no podemos con el dolor lo justificamos, y después perseguimos a quien hace lo mismo que nosotros: “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Tenemos que ser conscientes de nuestra realidad y, desde ese conocimiento, relacionarnos con los demás sin valorar, ni juzgar y mucho menos condenarlo.

    Dios, Jesús, ni siquiera mira a la pecadora, dibuja en el suelo.. ¿Qué dibujaría? Probablemente escribiría la palabra Abba (Padre, אבא). Él y su padre son uno. Siempre recurría a su Padre. Ni condena ni perdona: “Mujer ¿dónde están tus acusadores?; ¿Ninguno te ha condenado?; yo tampoco”. Es el diálogo que mantiene con ella. Ella le reconoce como “Señor”: “Ninguno Señor”. Lo único que Él le pide es que use su libertad para el bien. Que sea consciente de lo que es y que no haga el mal. “Anda y en adelante no peques más”.

    En este año jubilar “Peregrinos de la Esperanza” comencemos siendo Misericordiosos: misere (miseria, necesidad), cor, cordis (corazón) e ia (hacia los demás). Poner nuestro corazón en la miseria de los demás. El itinerario es simple: Seamos conscientes de lo que somos, seamos auténticos. Pongamos los buenos sentimientos que anidan en nuestro corazón en aquellos desfavorecidos, perseguidos, marginados, condenados, maltratados, débiles, olvidados, sin recursos, ninguneados. Seremos misericordiosos y crearemos Esperanza, que nos transformará en primer lugar a nosotros mismos.

    Nuestra Esperanza, en quince días. La vida sin fin, en plenitud, eterna. Una Cruz por el medio. El monumento más grande al AMOR que ha conocido la historia. No nos bajemos de ella.


Fr. Luis A. García Matamoros, O.P.

sábado, 5 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (32)

 



SURGIÓ ENTRE LA GENTE UNA DISCORDIA POR SU CAUSA


    No es empeño fácil aceptar a Jesús de Nazaret desde nuestros chatos criterios, cortoplacistas, ensimismados.

    El espejo del evangelio nos devuelve una imagen en la que no nos reconocemos, porque la Buena Noticia divide, provoca y nos pone siempre en el apuro de pronunciarnos y definirnos.

    No estaría mal que nos esforzáramos en precisar desde nuestra condición personal las razones por las que cada uno no acaba de aceptar al Jesús del evangelio en todo su alcance humanizador; no nos refugiemos en excusas anacrónicas o en subterfugios estilísticos o en conveniencias institucionales.

    No somos quienes para desautorizar la Palabra que por sí tiene toda la autoridad redentora para los que, incluso con el equipaje de muchas debilidades, nos empeñamos en caminar tras las huellas de aquel que tiene Palabras de vida.

     Desde nuestra modesta esquina bien haríamos en pronunciarnos a favor del Evangelio en esta discordia que el texto de hoy refleja y apostar, en servicio a nuestro mundo, por quien tiene autoridad para dar vida y salvar.

    La causa del Pueblo de Dios es la causa del Dios Padre ¿cómo le dejamos que construya nuestra comunidad?

    ¿En qué cifra la comunidad cristiana su opción por el Evangelio de Jesús de Nazaret?


Fr. Jesús Duque, O.P. (1947-2019)
(Publicado en www.dominicos.org - 2016)


viernes, 4 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (31)

 



"YO NO VENGO POR MI CUENTA, SINO QUE EL VERDADERO ES EL QUE ME ENVIA"


    La frase "Yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía", pronunciada por Jesús en el Evangelio de Juan (7:28), nos invita a reflexionar profundamente sobre la misión de Jesús de Nazaret y sobre nuestra relación con Dios. En ella, Jesús deja claro que su venida al mundo no es producto de un impulso personal, sino que responde al plan de Dios, a una voluntad que trasciende al ser humano.

    Estas palabras nos recuerdan que, como cristianos, nuestra vida también debe estar orientada hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios. Jesús no vino para hacer su voluntad, sino para ser el instrumento a través del cual Dios revelaría su plan de salvación para la humanidad. De manera similar, nosotros, como seguidores de Él, estamos llamados a vivir no para cumplir nuestros propios deseos, sino para llevar a cabo la obra de Dios en la tierra. ¿Somos conscientes del amor de Dios a la humanidad? Él La ama tal como es, llena de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor. Este mundo no recorre el camino solo, perdido y desamparado. Dios lo envuelve con su amor por los cuatro costados.

    En la vida cotidiana, es fácil caer en la tentación de vivir según nuestros propios criterios, impulsados por el ego y las expectativas del mundo. Sin embargo, el ejemplo de Jesús nos enseña que nuestra misión y nuestra vida deben estar en sintonía con lo que Dios nos llama a ser. Cada acción, cada gesto, cada decisión, cada palabra y cada mirada deben estar impregnados del deseo de ser para Dios y para los demás, reflejando en todo momento el amor, la justicia y la esperanza de Cristo.

    Al entender que Jesús fue enviado por el "Verdadero", entendemos que su vida fue un testimonio de obediencia, entrega y servicio. Un testimonio de amor. Y al identificarnos con Él, descubrimos que nosotros también estamos llamados a ser mensajeros de ese amor, llevando la luz del Evangelio a un mundo que necesita desesperadamente escuchar su voz.

    Así como Jesús no actuó por su cuenta, sino en completa unidad con el Padre, nosotros también debemos aprender a vivir en comunión con Él, escuchando su mensaje y siendo instrumentos de su paz. Que esta breve reflexión nos impulse a vivir con un propósito claro: ser enviados por Dios para cumplir su voluntad, con humildad, amor y fidelidad.


Hna. Isabel Górriz, d.e.i.c.

jueves, 3 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (30)

 



“ELLAS (las Escrituras) ESTÁN DANDO TESTIMONIO DE MI”


    Seguimos el itinerario cuaresmal. El corazón se ensancha porque se acerca la Pascua. De la mano de Jesús caminamos hacia la luz gloriosa. En el pasaje del evangelio de ayer, escuchábamos a Jesús comentar que su deseo es hacer la voluntad del Padre. Él es el testigo y el rostro de la misericordia del Padre. La validez de su testimonio está garantizada en este deseo y su puesta en marcha. Él no actúa por su propia cuenta, sino en consonancia con la unidad de Dios.

    En la antigüedad, la validez de un testimonio debía ser garantizada por otros que corroboraran y calzaran el anterior. Jesús, hijo de su tiempo, pone en práctica esta cuestión ante sus interlocutores. En efecto, la manifestación del testimonio del Padre, según el texto en cuestión, se manifiesta de disímiles formas: primero, por Juan el Bautista; segundo y más importante que el primero, las obras de Jesús; tercero, por el mismo Padre; y cuarto, por las Escrituras.

    Sin embargo, los judíos, que eran versados en escudriñar las Escrituras, debieron reconocer en la persona que tienen delante de sí al dador de la Vida. Y en su ceguera y dureza de corazón, Jesús les deja ver que “¡y no queréis venir a mí para tener vida!”. Jesús es quien comunica la Vida a los hombres, la única que interesa, aquí y ahora, a aquellos que crean en él.

    A la luz del acontecimiento, nos preguntamos: ¿Estamos nosotros también leyendo las Escrituras con el corazón abierto? ¿Buscamos realmente conocer a Jesús en ellas, o nos conformamos con una comprensión intelectual? La invitación es a dejar que la Palabra de Dios transforme nuestras vidas, que nos desafíe y nos mueva a la acción. Al abrir las Escrituras, no solo tenemos un encuentro con textos antiguos, sino con la misma esencia de la vida en Cristo. Este encuentro nos invita a un diálogo profundo, donde la Palabra se convierte en luz que ilumina nuestro camino y guía nuestras decisiones diarias.

    Por último, en este camino cuaresmal, es esencial que busquemos un encuentro personal con Jesús a través de las Escrituras. No se trata solo de leer, sino de contemplar, meditar y dejar que la Palabra resuene en nuestro ser. Al hacerlo, encontramos el sentido profundo de nuestra existencia y la razón de nuestra esperanza. Que este tiempo de preparación nos lleve a una Pascua renovada, donde la luz de Cristo disipe nuestras dudas y temores, y nos impulse a vivir plenamente nuestra fe.


Fr. Raisel Matanzas Pomares, O.P.

miércoles, 2 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (29)

 




“EN VERDAD, EN VERDAD OS DIGO: QUIEN ESCUCHA MI PALABRA Y CREE AL QUE ME ENVIÓ POSEE LA VIDA ETERNA” (Jn 5, 24-27).


    En el presente Año Jubilar el papa Francisco nos recuerda que la vida cristiana es un camino, donde necesitamos momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza (Cfr. La Esperanza no defrauda, 5).

    Uno de estos momentos fuertes es, sin duda, la Cuaresma. Cuarenta días en los que podemos contemplar más de cerca a Jesús, centro de nuestra fe y garantía de aquello que esperamos: la vida eterna. Él nos muestra las claves para recorrer este sendero.

     Hoy, vivimos en una situación de incertidumbre y el mayor peligro es marginar al Señor. El desafío para los creyentes es que se pueda reconocer en nuestras vidas que Dios existe y que Él nos mostró su Rostro en Jesús.

    La novedad del anuncio cristiano no consiste en un pensamiento, sino en un hecho. Él se ha manifestado y nos dice: “No temas, yo estoy siempre contigo”.

    Este tiempo de cuaresma es ocasión propicia, para que el hombre interior se prepare para ser visitado por Dios y para hacer el camino del “Tu Rostro buscaré” al “Tu Rostro mostraré”.

    Nos preguntamos, ¿cómo es el Rostro de Dios?

    El Padre es quien tiene la vida en sí mismo y también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo. Jesús es el Rostro del Padre, la impronta de su ser.

    Y Él nos dice: Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo dan testimonio de que el Padre me ha enviado. Otro, es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí.

    El Hijo no le hace sombra al Padre, no oculta su Rostro sino que lo aclara, lo irradia, lo comparte.

    Escuchar su Palabra, como discípulos que desean aprender y se dejan enseñar, es condición necesaria para que germine la fe y la esperanza en nuestras vidas.

    Que, sintiéndonos peregrinos en esta Cuaresma, tras las huellas de Jesús, seamos cada día testigos creyentes y creíbles, al servicio de nuestros hermanos. Así, mostraremos con claridad su Rostro.



Fr. Manuel Uña Fernández, OP

15 de marzo de 2025, Aniversario 66 de mi Ordenación Sacerdotal


martes, 1 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (28)


 

¿QUIERES QUEDAR SANO?


    Es la pregunta que hoy nos hace Jesús.

    Uno de los problemas actuales de la sociedad es que muchas veces estamos faltos de una necesidad. La Iglesia nos propone que acudamos a Jesucristo, el enviado, para sanarnos de nuestra fragilidad.

    Hoy en día, que nuestros contemporáneos se dedican al culto del cuerpo, la mayoría de los seres humanos quiere verse libre de ataduras y de enfermedades, y se someten a mucha presión, tensión a la que muchas veces nos vemos inmersos por la sociedad, con tal de vernos libres tanto físico, mental y moralmente.

    Uno de los maestros curativos de nuestro tiempo es nuestro Señor Jesucristo, el mismo que nos hace la pregunta “¿quieres quedar sano?”. Disponemos de mediaciones, posibilidades y medios que pone en nuestras vidas como confesarnos y recibir la absolución con el sacramento de la reconciliación, y esa sanación partirá desde el interior, y siempre que parta desde el interior es duradera y verdadera; como también los acompañamientos espirituales.

    Tenemos que ser agradecidos con las personas que nos hacen el bien, que arriman el hombro cuando los necesitamos y no ser desagradecidos, como el paralítico del Evangelio (Jn, 5-3.5-16) que expuso a la persona que le hizo el bien para que pudieran odiarle o, peor, buscarle y darle muerte.

    No se puede poner límites a la misericordia ni a hacer el bien, el hombre es dueño de todos los días de la semana, se nos recomienda estar siempre atentos a los llantos de los hermanos y abrir el corazón para escuchar sus preocupaciones.

    Siempre que acudimos a los especialistas con nuestras dolencias, les tenemos que contar qué es lo que nos molesta, para que con los síntomas que les hemos contado puedan derivarte a un sitio u otro, pero desde el momento que vayamos al médico y no le decimos qué es lo que realmente nos afecta, le será muy difícil dar con el problema.

    Queridos hermanos, en este Año Jubilar con el lema “Peregrinos de la esperanza” depositemos nuestra confianza en este Padre que espera siempre el regreso de sus hijos, y pueda abrirnos los caminos a la prosperidad. Jesucristo es el camino que conduce al Padre, déjate guiar por Él.

    Sean felices y que este camino cuaresmal nos lleve a la Pascua. Dios todopoderoso os bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.



Fr. Salvador Becoba, OP

lunes, 31 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (27)

 


"EL HOMBRE CREYÓ EN LA PALABRA DE JESUS"


    Iniciamos hoy la cuarta semana de Cuaresma con la profecía de Isaías, esperanzada y transmisora de esperanza.

    El pueblo de Israel había vivido un largo exilio y necesitaba el empuje de esas palabras proféticas, como las necesitamos también hoy nosotros en el mundo que nos ha tocado vivir: “mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No recordaréis el pasado, habrá gozo y alegría perpetua … voy a transformar a Jerusalén en alegría …”

    Las palabras y los hechos de Jesús son la razón de nuestra esperanza en nuestro día a día. En el Evangelio de hoy (Juan, 4, 43-54) Él mismo nos habla del rechazo de los suyos, hasta hacerle decir: “ningún profeta es amado en su tierra”. Pero sus hechos de salvación, sanación y liberación, su mismo Espíritu, nos siguen dando el impulso para tener fe y esperanza.

    El funcionario real del Evangelio fue a buscarlo. Su angustia era grande… su hijo se estaba muriendo, y, con el amor del padre que sufre sin poder hacer nada por el hijo, le pide: “Señor, baja antes de que se muera mi niño”. Y Jesús, con la mirada llena de amor y empatía, le dice: “Anda, tu hijo está curado”. Y él le CREYÓ. Creyó en la palabra de Jesús. Y a su hijo le cesó la fiebre en el mismo momento en que Jesús le dijo esas palabras. Y … CREYÓ él con toda su familia.

    Hoy podernos decirle a Jesús: “Señor, enséñanos a poner toda nuestra confianza en Ti, y no en nuestras fuerzas. Eres Tú y tu Espíritu en nosotros quien nos libera, nos sana, nos alienta para esperar contra toda desesperanza. Tú eres nuestro salvador y libertador, aunque frecuentemente sintamos el tirón de la negatividad y de la irreverencia. Tú eres nuestro libertador”.


Paqui López Icardo, OP

domingo, 30 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (26)


 

"PADRE MISERICORDIOSO"


    Del pasaje del Hijo Pródigo que este Domingo IV de Cuaresma tenemos en el Evangelio da la Eucaristía hay varias cosas que me resultan fascinantes.

    PRIMERA: No debería ser conocida como se la llama, el Hijo Pródigo, porque el foco de la parábola está en otro sitio: en el Padre misericordioso y en cómo trata a los dos hijos, al Menor, al pródigo y algo canalla, pero que se muestra al final como capaz de pedir perdón y de acoger ese perdón; y en cómo trata al Mayor, que se resiste a la compasión de tan centrado como está en sí mismo, en sus rencores y en su propia situación. Y a ambos desde la misericordia, el perdón y el amor y la ternura entrañable que siente un Padre por sus hijos.

    SEGUNDA: Al ser una parábola, y como tal arquetípica, tiene la capacidad de hacer que nos reconozcamos en las actitudes de los Hijos y, ojalá, también en la del Padre. Todos somos un poco Hijo Menor: nos escapamos, la liamos, somos injustos y egoístas, nos damos a la “mala vida”, caemos en tentaciones, buscamos superficialidades y placeres vacíos... y nos damos cuenta de lo estúpidos que hemos sido al vivir así cuando nuestra vida se seca y nos miramos al espejo pensando “cómo hemos llegado hasta aquí...”.

    Pero también nos reconocemos en el Hijo Mayor, rencorosos, con falta de compasión, más centrados en nosotros mismos, justicieros con quienes actúan mal y han causado daño por sus caprichos o desmanes, incapaces de perdonar o de creer que las personas pueden cambiar por más desalmados que hayan sido, centrados en nuestras propias necesidades, en el “y yo qué...”, algo que revela que en nuestro interior hay mucho que sanar también.

    TERCERO: Me impresiona que el Hijo Menor tiene que hacer su propio proceso de reconocerse miserable, de pedir perdón a su Padre y en un cierto grado también de perdonarse a sí mismo. Para acoger el perdón hay un movimiento interno psicológico de cada ser humano que necesita perdonarse a sí mismo, reconocerse en humildad como pecador. Aunque parezca una paradoja, para poder ser perdonado, necesita uno perdonarse a sí mismo. Desde luego reconocer el daño causado, pero también reconocerse dañado uno mismo por el propio pecado. Santo Tomás repite varias veces que el primero que sufre las consecuencias del pecado es el propio pecador, y de ahí nace también esa necesidad de autoperdón, en la comprensión que “cometemos” pecados, pero que nuestra identidad es otra que necesita ser restablecida, reparada, y eso pasa por el reconocimiento en humildad de los daños cometidos. El Hijo Menor hace todo un proceso de autoconocimiento que pasa por la humildad, por reconocerse, por aceptar lo hecho, y no quedarse ahí, sino querer retomar el camino de vuelta a casa.

    CUARTO: No termina de contarnos la parábola si el Hijo Mayores capaz de hacer su propio camino, si a cuenta de lo que el Padre le dice, hace su propio proceso de perdón -y autoperdón...- o se queda encerrado en sí mismo, en su autoindulgencia malsana de sentirse dañado, herido, ninguneado y excluido. Si se siente “menor” que su hermano, incapaz de perdonar, de creer que los pecadores pueden cambiar, dudando de la honestidad de quien quiere cambiar. Mirando al pecador solamente como el agresor que hace daño, incapaz de ver que no es el pecado el que identifica a las personas, y es que, aunque comentamos pecados todos, no es eso lo que nos define, sino la voluntad de cambiar. San Agustín recuerda que el santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta... y el Hijo Mayor, como tantas veces nosotros, no quiere o no sabe ver éso porque no ha hecho su propio proceso de humildad, de autoconocimiento y de sanación.

    QUINTO: La fascinante figura del Padre domina toda la parábola, mostrándonos Jesús cuál es el rostro y las manos de Dios, cómo es el Buen Padre Dios en su relación con sus hijos, nosotros los humanos, no dejándonos siquiera terminar de pedir perdón cuando Él, que conoce el interior del hombre y está más dentro de nosotros que nosotros mismos, cuando conoce nuestro arrepentimiento, nuestro dolor por lo cometido, ya está preparando fiesta y alegría por haber recuperado a un hijo que se había perdido en el camino. Ya está recordándonos nuestra verdadera dignidad e identidad hermosa y alta como Hijos de Dios -el anillo en la mano, la túnica limpia, las sandalias nuevas-, cuando ni nos deja reparar el daño pues para Él con el perdón es como si nada ya hubiera pasado. Ya está olvidado. La misericordia infinita de Dios, el perdón incondicional del Padre, el reconocimiento del arrepentimiento y la bondad profunda de lo más íntimo del corazón del hombre, de su más profunda realidad como creaturas hechas a imagen y semejanza de Dios, nos hablan de nuestro Dios como el mejor Padre que puede existir, siempre dispuesto a acoger, a perdonar, a recuperar, dejándonos en la libertad de hacer nuestro propio camino, pero siempre con la puerta abierta para abrazarnos en su perdón.

    CODA: La Cuaresma es un tiempo extraordinario para hacer el camino de la conversión y ese pasa sin duda siempre por reconocernos en humildad y realismo como pecadores necesitados de perdón, así que me atrevo a animarles y animarnos a acercarnos al sacramento de la reconciliación: el Buen Padre Dios está siempre dispuestos a abrazarnos, perdonarnos y devolvernos la dignidad de nuestra identidad, la de Hijos amados del Padre.


Fr. Vicente Niño Orti, OP



sábado, 29 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (25)

 



TODO EL QUE SE ENALTECE SERÁ HUMILLADO, Y EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENALTECIDO


    Para poder caminar en esta Cuaresma todos juntos en la fe y en la esperanza, el primer paso ha de ser la conversión personal y el reconocimiento de nuestros pecados.

    ¿Cómo hay que rogar a Dios? La respuesta la tenemos en la parábola del fariseo y el publicano, que no es comparación, sino un ejemplo doble que debemos imitar o evitar.

    Dos hombres suben a rezar al templo. Uno fariseo, lleva una vida exteriormente intachable. Practica las buenas obras y cumple escrupulosamente la ley. Pero se siente seguro de sí mismo. Se tiene por justo y desprecia a los demás.

    El publicano, en cambio, se siente perdido, se reconoce pecador, necesita perdón y lo pide con humildad.

    Los dos necesitan el perdón, pero Jesús declara que el pobre publicano vuelve justificado. Y es que la justificación personal es un don de Dios. Únicamente quien se reconoce pecador y la pide puede obtenerla de Dios.

    Con cuánta facilidad hoy también los hombres y mujeres nos comparamos con los demás y juzgamos por las apariencias. Nos creemos justos y mejores que nadie, porque hacemos cosas buenas y en el fondo nos rodeamos de autosuficiencia, convencidos de que, a lo más, necesitamos el perdón de ciertos fallos. Y no es así. Es toda nuestra vida, inmersa en un mundo de injusticia y desorden, la que debe ser salvada por Dios.

    El buen camino es empezar por reconocer la existencia del pecado en nuestra vida y luego pedir humildemente a Dios que nos libre de él.

    Que la Esperanza que no defrauda, mensaje central del Jubileo, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual.


Montserrat Palet, OP

viernes, 28 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (24)

 


“¿QUÉ MANDAMIENTO ES EL PRIMERO DE TODOS?”


    ¿Qué respuesta esperamos de Jesús?

    Estamos en el Jubileo de la Esperanza, en medio del tiempo de Cuaresma. Es un tiempo donde corremos el riesgo de vivir de esfuerzos, lágrimas, sacrificios, y convertir a Jesús en nuestro discípulo.

    Como en este texto el escriba, ante la respuesta de Jesús, le afirma: “muy bien, Maestro, sin duda tienes razón”, como si Dios no la tuviera.

    ¿Realmente esperamos que Dios nos dé respuesta o ya las tenemos de antemano? Pienso, a través de este texto, que no es fácil acoger la virtud de la Esperanza, y dejarnos corregir o que se adelante a nuestros criterios.

    Por eso, en la foto, me importa expresar que el camino que nos toca recorrer a veces está en pendiente. ¿Es viable ese Amor sobre todas las cosas, en subida? En el mundo en el que vivimos, muchos sí lo transitan cuesta arriba, pero otros tenemos mucho terreno allanado.

    Doy gracias a Dios de que los acontecimientos presentes en mi comunidad y en mi propia vida se van poniendo cuesta arriba, para no ser arrogante y creer que tengo todas las respuestas.

    Espero que el Amor a Dios sobre todas las cosas pueda ir creciendo en mis hermanas y también en mí, para no acabar buscándole entre los muertos, sino en los vivos, aquellos que van conmigo en esta vida por las calles, las plazas, los claustros… y todas las personas que Dios pone en el camino.

    “No estás lejos del Reino de Dios”.

    En el camino de la Cuaresma, Jesús nos muestra que es posible acercarnos a ese Reino, no nos resultará fácil.  Pero el camino está abierto, Él nos lo ha abierto, con su obediencia al Padre y con su Amor total hacia Él.

    Esta actitud de Jesús y de su Amor al Padre nos empuja a abrirnos a pedirle a Dios la virtud de la Esperanza para lograr amarle a Él por encima de todo, pese a encontrarnos en un camino cuesta arriba. No estamos solos, Él lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.


Dominicas de Vitoria

jueves, 27 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (23)



“EL QUE NO ESTÁ CONMIGO, ESTÁ CONTRA MÍ; Y EL QUE NO RECOGE CONMIGO, DESPARRAMA”.


    Jesús afirma y deja claro que ante Él, nadie puede permanecer neutral o indiferente. Sólo está la opción de seguirle con radicalidad, o simplemente no aceptarle. O estás con Él o contra Él. Aquí no hay medias tintas, no hay término medio en tu seguimiento de Jesús. Jesús no enseña teorías. No se limita a transmitir un elenco de doctrinas o una constitución, un código de leyes o mera jurisprudencia.

    En el discipulado cristiano, el maestro va delante y los discípulos le siguen, y les exige confianza, abandono, entrega y cambio de vida, para ir transformando su forma de pensar y de reaccionar, para así poder asumir y vivir la escala de valores de su maestro. Un discípulo no puede, pues, permanecer pasivo, en la indiferencia e inacción. Y no se trata sólo de dar una respuesta piadosa o cultual, o aprender doctrinas y practicar devociones.

    Seguir a Jesús tiene implicaciones existenciales: es lo constitutivo de tu ser cristiano y la esencia misma de tu vida, y tiene una incidencia profunda en tu forma de vivir, que te hace abandonar la lógica del mundo y abrazar la lógica del Reino y del Evangelio. Es asumir el estilo de vida de Jesús y optar por los valores que Él vivió. Implica compromiso, decisión y acción. ¿Estás realmente con Cristo en tu vida diaria, trabajando para el Reino?

    Y es que llama la atención que Jesús tenía y sigue teniendo más admiradores que seguidores comprometidos. Es más fácil alabarlo que comprometerse más allá del culto externo, viviendo realmente comprometidos, como Jesús, por la causa del Reino, hasta dar la vida en entrega radical a los más débiles y excluidos.

    El Reino de Dios es la vida tal y como la quiere construir Dios Padre. Y para Jesús, la instauración del Reino es la columna vertebral de su ministerio, el corazón de su mensaje y la pasión que alienta toda su vida, por la que fue crucificado.

    La misión de la Iglesia es la de Jesús. Todo discípulo suyo, tú y yo y los demás, hemos recibido en nuestro bautismo la misión de colaborar con Él en su proyecto de instaurar el Reino de Dios. No es una opción política, un sistema económico o una organización social.

    La vocación de la Iglesia es estar en el corazón del mundo, anunciando la Buena Noticia del amor de Dios a los pobres, la libertad a los esclavizados y la alegría de la resurrección de Jesús a los tristes.

    Nuestra misión, como la de Jesús, es acercar a las personas a la experiencia del amor de Dios Padre, que transforma la vida y nos capacita para amar y para construir, juntos, una sociedad más humana y fraterna.

    La coherencia entre mensaje-vida, fe-obras, es necesario, para garantizar la credibilidad de nuestro anuncio, de nuestra misma vida cristiana.

    Y el cristiano será cristiano y la Iglesia será la Iglesia de Cristo en la medida en que prolongue su entrega comprometida en este mundo, haciendo que el hombre sea más auténticamente hombre y la vida más auténticamente vida.

Pablo Olmedo, CMF

miércoles, 26 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (22)

 



"NO HE VENIDO A ABOLIR SINO A DAR PLENITUD … QUIEN LOS CUMPLA Y ENSEÑE SERÁ GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS"


    El Señor había liberado a su pueblo de la esclavitud, como nos relata el Éxodo, pero en ese camino hacia la Tierra Prometida, el pueblo no se fia de Yahvé, el Dios que “había oído el clamor de su pueblo” (Ex 3,7).

    Tras caminar por el desierto perece toda una generación, Su falta de fe en la palabra y promesas de Yahvé provocó su ira y les maldijo con los años de peregrinaje por el desierto a esa generación incrédula, que no pisaría la Tierra Prometida.

    Es a la nueva generación a los que Moisés les pide que escuchen y observen la Ley para poder entrar con esperanza en la “tierra que mana leche y miel” (Ex 3,8)

    Y es que la Ley dada por Dios y entregada a Moisés en el Sinaí para que la conservasen y viviesen como pueblo suyo… “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo” (Lv 26,12), pueblo de la Alianza. Ahora el pueblo de Israel tiene que habitar entre las naciones como luz y esperanza, como presencia de Dios en sus relaciones y formas de vida.

    Moisés pronuncia su última voluntad y testamento, rogando a los israelitas que no olviden quiénes son y lo que Dios ha hecho por ellos, que no olviden su historia… “son el pueblo de la esperanza” y con ella deben caminar.

    En el Evangelio Jesús insiste y subraya que “no he venido a abolir a Ley o los profetas, sino a darles la plenitud. Y quien lo cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos” (Mt 5,17). Y Jesús es más que Moisés y los profetas, incluso más que la Ley. No olvidemos que preguntado Jesús por un doctor de la Ley cual era el mandamiento principal, responde: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente... El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos mandamientos sostienen la Ley y los Profetas” (Mt 26,37-40).

    Y así Jesús expresa claramente que, la grandeza de su Reino, se basa en la obediencia; Él mismo se entregó por todos a la muerte para redimirnos, por obediencia al Padre.

    Escuchemos y vivamos, sin abolir nada, sino viviendo la Ley con amor y un día seremos llamados a tomar posesión del Reino de los cielos. Vivamos con esperanza y amor este camino cuaresmal.


Fr. Carmelo Preciado, OP

martes, 25 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (21)

 



"NO TEMAS, MARÍA, PORQUE HAS ENCONTRADO GRACIA ANTE DIOS"


    Ante las palabras del mensajero de Dios, María se sobrecoge, se sorprende. Es el arcángel San Gabriel quien le dice: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios”.

    “No temáis” son las palabras que dirá Jesús Resucitado cuando se aparece a sus discípulos y a sus amigos. Es comprensible, ante la grandeza de la presencia del Señor, sentir temor. Porque vemos en nuestra vida un gran amor de todo un Dios que se hace uno con nosotros para salvarnos y redimirnos del pecado, para darnos la Vida verdadera. Y ese amor tan grande y desbordante, cuesta comprenderlo. Ante esta presencia del Señor, nuestra vida se llena de esperanza, porque tenemos la certeza de Su amor.

    En María vemos cómo el Señor no la dejó en la duda o en el desconcierto. A la manera de Dios, el arcángel se lo explicó: “Has encontrado gracia ante Dios”. Y este es el motivo para no tener miedo, porque lo que Dios anuncia siempre es vida.

    También nosotros hemos encontrado gracia ante Dios. Cristo ha dado su vida por ti y por mí, y en cada Eucaristía vuelve a entregarse para que encontremos gracia ante Dios. Nuestra esperanza está en Cristo, que lo ha dado todo para que ya no seamos esclavos, sino libres, y podamos ser felices.

    Donde hay amor no hay temor. En Cristo solo encontrarás amor, y un amor gratuito. Él te lo da todo y no te exige nada a cambio. Lo único que quiere de ti es que le acojas en tu vida y juntos caminéis. Porque, igual que hizo obras grandes en María, ahora quiere hacerlas contigo. Cree y confía en su Palabra. Hoy te dice a ti: No temas, en mí está la Vida. Yo doy mi vida por ti. Ahora, tú vive por mí.


Sor Leticia O.P.

lunes, 24 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (20)


 
CREER A DIOS EN LOS DESIGNIOS QUE ENVIA


    ¡Qué fácil nos resulta entender que hay que realizar grandes hazañas para poder alcanzar una meta difícil! En realidad hay metas difíciles que no requieren de caminos tortuosos, sino de tres aspectos fundamentales: escucha, confianza y esperanza.

    Cuando se nos presenta un camino fácil ante una situación que creemos insalvable, pensamos que algo no va bien, que hay truco, que nos están engañando, por eso es importante que seamos capaces de escuchar, de poner atención a lo que nos están proponiendo, que no nos rindamos antes de tiempo y mucho menos porque creemos que eso no va a llevarnos a la solución.

    Tras esta escucha activa, donde puede haber preguntas, consultar posibilidades, decir opiniones, llega el momento de la confianza, si no confiamos en las personas que nos están dando posibles caminos de solución, de poco va a servir que nos den la mejor.

    Ahora nos toca poner de nuestra parte y tener esperanza, puede salir mal, puede llevarnos a otro lugar, pero hay que partir del pensamiento de que podemos llegar y eso empieza teniendo esperanza, y poner en práctica lo que nos han sugerido, el resultado final, puede que no sea el deseado, pero siempre nos llevará a alguna enseñanza que nos servirá.

    Para creer a Dios, en los designios que envía, primero debemos estar a la escucha, con la atención puesta en lo que vivimos, lo que nos rodea, no debemos esperar grandes luminosos, un whatsapp o un email, es bastante probable que perdamos el tiempo, o no. Lo cotidiano suele ser uno de los medios de comunicación que Dios utiliza, las personas que van con nosotros de camino, los acontecimientos que ocurren cada día, aunque también en algo que haga que se nos tambalee “el suelo”, Dios puede hablarnos.

    Como hemos dicho antes, si hemos escuchado, lo siguiente es confiar en que eso es lo que nos conviene, lo que nos puede ayudar, es Dios quien se está manifestando a través de ese acontecimiento, de esa persona, de esa reflexión…

    Por último no debemos dejar caer en saco roto el mensaje recibido y ponernos manos a la obra, a veces no hace falta hacer nada, sólo seguir escuchando, nuestro silencio y nuestra paciencia suelen ser tan poco habituales que cuando es lo que nos piden nos cuesta mucho más que realizar grandes proezas.


Hna. Macu Becerra, DMSF

domingo, 23 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (19)



"CONVERTÍOS”

    En este tercer domingo de Cuaresma, las lecturas inciden sobre una idea: la necesidad de convertirnos que todos tenemos. La conversión es una exigencia que a los cristianos se nos recuerda continuamente, pues es imposible vivir la fe desde el estancamiento, la rutina, siempre igual; así se lo dice san Pablo a los corintios.

    Sin embargo, esta convicción también nos puede llegar a causar frustración muchas veces,pues lo intentamos, una y otra vez, y parece que siempre sin los resultados deseados.

    Quizá el problema está en lo que entendemos por conversión. Si yo pretendo transformarlo todo para llegar a ser alguien completamente distinto a quién soy y, además, trato de hacerlo solo por mis propias fuerzas y capacidades, lo más probable es que me esté condenando al fracaso. La conversión que Dios quiere no puede consistir en que yo sea una persona diferente a la que soy, pues Él es quien me ha hecho así, Dios me ha creado tal y como quería que yo fuese… entonces ¿y si resulta que convertirme, lo que quiere decir en realidad, es que sea yo mismo en verdad, auténticamente yo, tal y como el Señor me ha soñado desde toda la eternidad? En ese caso, todo sería diferente, pues la tarea consistiría, principalmente, en liberarme de todo lo que no corresponde a mi ser, sanar las heridas y rescatar toda la belleza y el valor que Dios ha puesto en mí; igual que Moisés fue enviado a liberar al pueblo de Egipto. Una labor para la que es imprescindible dejarme guiar por el que mejor me conoce y me “sabe”, permitir a Dios que me haga alguien auténtico, dejarme “ser” tal y como Él me ve: con confianza y misericordia infinitas.

    Junto a esta hermosa posibilidad, las lecturas nos reiteran la tremenda paciencia que nuestro “papá y mamá” del Cielo tiene con nosotros, una tan inmensa que únicamente puede proceder de quien te ama sin límite ni condiciones.

    Dios no castiga nuestros errores, ni a los Galileos de Pilatos, ni a los sepultados por la torre de Siloé ni a nadie… si así fuera, ¡estábamos todos apañados! Por el contrario, como a la higuera de la parábola, el modo divino de actuar es esperar, una y otra vez, confiando en nosotros, creyendo en ti, dándonos siempre una nueva oportunidad y ofreciéndonos los cuidados y condiciones que necesitamos para crecer, ser libres, auténticos y felices. ¡Descúbrelos a tu alrededor, disfrútalos, aprovéchalos!


Fr. Félix Hernández Mariano, OP

sábado, 22 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (18)


 

“EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO”


    La Liturgia de este día nos muestra la identidad del Padre: El Señor es compasivo y misericordioso. Nuestro Dios se complace en la misericordia, nos colma de gracia y de ternura, así nos lo ha dicho el Profeta Miqueas y el salmista y así nos lo revela Jesús en esta bellísima parábola que debería titularse “El Padre Misericordioso”.

    Dice San Juan: “A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo Único del Padre, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer (Jn 1,18). En esta parábola, el protagonista principal es el Padre. Jesús quiere mostrar a sus contemporáneos (publicanos, pecadores, fariseos, escribas…) así como a nosotros, el corazón del Padre. Es una pena que siempre carguemos las tintas en los hijos, sobretodo en el menor, cuando lo que realmente quiere enseñarnos Jesús es cómo es el Padre, cómo nos ama y el gozo de sabernos hijos queridos.

    Los dos hijos viven lejos del Padre, fuera de casa; uno porque se fue, otro porque no quiere entrar. Ninguno de los dos se siente hijo sino esclavos al servicio de un amo: “no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros…. En tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya…”. Jesús quiere que experimentemos el gozo y la libertad de ser hijos de Dios. Jesús vive al Padre como la fuente de su alegría, la alegría de la afiliación, de sentirse querido y envuelto por su ternura, la alegría del “derroche” de un Padre que nos hace partícipes de todo lo que es y tiene.

    Hace muchos años escuché en una predicación que la vida espiritual consiste en un continuo “volver a casa”. Y padre Moratiel escribe que -un proverbio africano dice: “la mayor desgracia es no conocer al dueño de la casa”… Cuando no conocemos al dueño de la casa se adueña de nosotros el egoísmo, la agresividad, la violencia, la ira… nos ciega la ambición, la codicia… No conocer al dueño de la casa, es vivir desconociendo la libertad, la tolerancia… Toda andadura en nuestra vida espiritual es para entrar en comunión con el dueño de nuestro corazón que no esclaviza, ni violenta, que es todo amor, paz, confianza. ( La alcoba del silencio, Cap 5 pags 27 y 28)

    Por eso quiero compartir con vosotros esta pintura de Fray Guillermo Butler OP. La primera vez que vi esta pintura fue en unos ejercicios dirigidos por nuestro querido hermano Fray Félix OP. En cada predicación nos mostraba una pintura y nos invitaba a contemplarla y dejar que ella nos “hablara al corazón”, después él nos daba una catequesis-meditación sobre la pintura. En cuanto vi el cuadro, lo que me vino es ese “volver a casa”.


Sor Mª Montserrat de la Cruz OP

viernes, 21 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (17)

 


"POR ESO OS DIGO QUE SE OS QUITARA A VOSOTROS EL REINO DE IDOS Y SE DARA A UN PUEBLO QUE PRODUZCA FRUTOS"


    ¡Cuántas veces creyéndonos inocentes podemos ser como uno de esos labradores de los que habla el evangelio! ¡Cuántas veces vivimos echando y expulsando de nuestra vida a Jesucristo o a los demás!

       Cuando vivimos pensando sólo en nosotros mismos olvidándonos de los otros;

       cuando somos ajenos al dolor de los últimos, de los más pobres, de los más desfavorecidos;

       cuando vivimos sin tener en cuenta los bienes de la tierra, derrochando o despilfarrando;

       cuando no hacemos nada por cambiar el mundo o callamos ante las injusticias;

       cuando no nos abrimos a la conversión a la que nos llama el evangelio;

       cuando no obramos con misericordia;

       cuando…


    Hoy, el Señor, podría decirnos también a nosotros lo mismo que dijo a los sumos sacerdotes: “Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca los frutos”.


    Necesitamos personas con las manos llenas de amor para que lo extiendan por el mundo;

     personas que busquen la comunión en medio de una sociedad dividida;

     personas que quieran, busquen y trabajen por la paz en una realidad empañada por las guerras y las situaciones de violencia;

     personas que, junto a papa Francisco, clamen por la condonación de la deuda a los países empobrecidos y por la creación de un fondo por eliminar el hambre en el mundo reduciendo el dinero dedicado a las armas;

      personas que sepan cuidar de nuestro planeta porque no se dejen llevar por las necesidades que desde esta sociedad de consumo se nos quieren imponer;

     personas que no se cierren en sus ideologías y sepan abrirse a los otros para caminar juntos y construir así una sociedad en la que todos tengan un sitio;

     personas que sepan acoger y ofrecer posibilidades a las personas que tienen que emigrar buscando la posibilidad de un futuro o de una vida digna;

     personas que valoren a los demás por lo que son, hijos e hijas de Dios, y no porque sean o dejen de ser útiles para ellas;

     personas que vivan el espíritu de las bienaventuranzas haciéndolas vida en su propia vida.


    Hoy, el evangelio, nos invita a vivir como vivió Jesucristo, entregando nuestra vida en la cotidianidad para que todos tengan vida y la tengan en abundancia. Hoy a todos se nos invita a ser sembradores para que los frutos del Reino de Dios se extiendan por toda la tierra.


Fr. Javier Aguilera, OP