domingo, 25 de mayo de 2025

SEMANA DOMINICANA Mayo-2025: (algunos) Modos de Predicación dominicana (07)

 



PREDICACION A TRAVES DE LOS NUEVOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y REDES SOCIALES



PRESENTES EN EL CONTINENTE DIGITAL



    En la actualidad hay un gran reto en cuanto a la predicación del evangelio en los nuevos medios de comunicación e información conocido como: redes sociales, un gran continente al que hay que ir y hacerse presente. El gran desafío para los dominicos hoy presentes en el mundo 2.0 es saber estar y ser, ser y estar; lo que supone que en el día a día tengamos como fundamento principal, el estar llamados a predicar la Buena Nueva para la salvación de las almas y no que nos sintamos llamados a pertenecer al mundo nuevo de solo “parecer y aparentar”, es decir, que intentemos encajar en ese mundo solo por apariencia y no como la palabra y predicación encarnada, vivencial, testimonial.

    Los dominicos por ser la Orden religiosa que desde hace siglos ha predicado y evangelizado a una buena parte del mundo (la OP) tendríamos que sentir el compromiso de ir como misioneros a estos otros escenarios donde hay un inmenso mar y un gran terreno en el que urge mostrar a Cristo como la verdad. Son varios los hermanos que se van aventurando a subir a esa barca y remar mar adentro buscando seguir siendo pescadores de almas.

    La gran familia dominicana se va abriendo a ese gran abanico de posibilidades para llevar a cabo una predicación a través de los dones que el Señor no ha brindado. No solo la filosofía y la teología como protagonistas, sino que el canto, la música, la pintura y hasta la cocina con un “Predicocinando” van diciendo aquí estoy en un enorme mapa en el que a diario aparecen lugares y espacios donde seguramente Cristo y Santo Domingo han querido estar y ser presencia viva mediante los hermanos de blanco y negro que quieren ir a dar color de evangelio a la humanidad.

    Cristo envía a mensajeros a lugares donde quiso ir él (Lc. 10, 1-2) el mismo Santo Domingo quería ir a muchos lugares a seguir predicando como antorcha viva, esto nos debería cuestionar y hacernos la pregunta ¿Qué haría Cristo y los santos con estos medios y redes de comunicación hoy? La respuesta seguramente sería, aprovecharlas al máximo para atraer sin perder de vida de quién soy y qué no soy. Esto debe hacernos sentir la vocación dominicana en lo más profundo, sentir el llamado a seguir la tarea evangelizadora sin perder el rumbo, saber que soy comunidad, que hablo por mis hermanos. Que soy un buscador de la verdad, lo que me hace inquieto por el estudio. Que soy predicación viva y encarnada, lo que debería encender en mí el estar y ser un enamorado de la Palabra, no solo ser creyente que aparece en redes sociales porque sí, sino ser signo creíble y portador de la esperanza, de aquel que espera la mirada compasiva de un Dios que es misericordia. Que soy una sinergia entre lo contemplativo y lo activo. Que oro aquello que predico y que predico aquello que contemplo. Entonces serán muchas las almas que a través de una pantalla en un mundo muchas veces tan plástico, serán tocadas, serán sanadas y serán salvadas.



Fray Marcos J. García S., OP


@miamigoelfray

@fraymarcosmchef11

@predicocinando 



SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA



    Diego y Domingo al cruzar el país del Languedoc una vez más habían vuelto a oír lo que las otras veces de camino a Dinamarca habían escuchado. Domingo se acordaba especialmente de aquel posadero a las afueras de Toulouse con el que pasó toda la noche hablando y ahora volvía a escuchar en otras voces lo que aquel hombre le había dicho. Veían el sufrimiento que aquel mensaje era capaz de generar. Un mundo en el que todo era malo, enemigo y capaz de llevar a la ruina eterna era un mundo terrible en el que vivir. Pero también escuchaban las críticas a la Iglesia católica a la que acusaban de mostrarse muy rica, con iglesias muy adornadas, con sacerdotes y obispos con grandes caballos y grandes séquitos. Ante eso, los cátaros ganaban también en credibilidad, porque vivían con pobreza, con pobreza se presentaban y con pobreza predicaban.

    Los predicadores católicos, los legados pontificios, se sentían un poco acobardados ante aquella situación, y no terminaban de encontrar cómo hacer las cosas; así que la llegada de Diego y Domingo la acogieron como más que una muy buena noticia, porque llegaron con iniciativas y proyectos nuevos. Domingo y Diego habían estado hablando mucho sobre qué proponerles a los legados, y Domingo había insistido mucho: lo primero era asumir la pobreza como lo habían hecho los cátaros, era la única manera para conseguir que la gente les prestara atención:

—Lo primero de todo que hemos de hacer, es comenzar a predicar como ellos —decía Diego en una reunión con los legados y con Domingo—. Si queremos que la gente nos escuche, hemos de hacer lo mismo que les funciona a ellos: dejar los caballos, la riqueza, los séquitos. Hemos de mezclarnos con la gente, ir a pie, hablar y predicar en plazas y mercados y cruces de caminos como ellos. Hemos de vivir con pobreza e ir a los distintos sitios del país caminando, pobres, mezclándonos con todo el mundo, con la fuerza de la palabra y del ejemplo. No podemos quedarnos solo en las iglesias donde vienen los nuestros y solo nos escuchan los nuestros.

(...)

    Desde ese momento comenzaron a viajar a pie, sin séquito ninguno, en pequeños grupos que se repartían los pueblos y los lugares a los que ir a predicar. Los tres legados iban juntos, Diego y Domingo también hicieron equipo y los tres clérigos que con ellos habían viajado hasta Dinamarca en sus viajes, otro equipo más. Iban de pueblo en pueblo aprovechando los días de mercado para ir a las plazas y los cruces, y allí predicaban a quien quería escucharlos. Después iban a las iglesias también para cuidar de los católicos que seguían fieles a la Iglesia, celebrando misa, escuchando confesiones y administrando los sacramentos.

    Aquel cambio de formas de hacer las cosas si bien no fue inmediatamente un éxito, si consiguió que la gente comenzara a escucharlos; y a ellos les permitió descubrir que la situación era mucho más difícil y compleja de lo que de primeras habían intuido, pues había muchos más cátaros y estos habían convencido a mucha más gente de lo que ellos mismos pensaban. Casi había más cátaros en el Languedoc que católicos.


ORACION


Señor Dios nuestro, acuérdate de santo Domingo

que con gran anhelo deseaba el martirio;

 concede fortaleza a aquellos hermanos nuestros 

que por tu nombre y amor a Cristo 

sufren persecución a causa de la justicia.

Por Jesucristo nuestro Señor.

sábado, 24 de mayo de 2025

SEMANA DOMINICANA Mayo-2025: (algunos) Modos de Predicación dominicana (06)

 



PREDICACION DESDE LA ACCION



La Predicación Dominicana en Cuba: Una Presencia que Acompaña y Transforma



    Para nosotros, los frailes dominicos, predicar no se trata solo de hablar del Evangelio desde un púlpito. Predicar es vivir el Evangelio cada día, en medio de la gente, compartiendo sus alegrías y sus luchas.

    En Cuba, esta manera de predicar se vuelve especialmente significativa. La historia y la realidad del pueblo cubano nos han enseñado que el anuncio de la Buena Noticia necesita también de gestos, de presencia, de compromiso concreto. Desde la llegada de los primeros frailes a esta tierra hace más de 500 años, nuestra misión ha ido tomando forma al ritmo del pueblo, caminando con él, aprendiendo de su resistencia, de su fe y de su esperanza.

    Hoy, la predicación dominicana en Cuba se vive en las calles, en los barrios, en las casas. No se limita a la palabra hablada: se expresa en el abrazo al que sufre, en el acompañamiento a las familias, en la formación de líderes laicos y en proyectos sociales y culturales que nacen del corazón del Evangelio. Muchas veces, nuestros frailes y laicos se convierten en puentes entre necesidades urgentes y respuestas humanas: creando espacios educativos, cuidando a los ancianos, promoviendo la cultura local, generando diálogo entre distintos. Estar ahí, con la gente, escuchando con el corazón, es ya una forma de anunciar a Cristo.

    Un ejemplo hermoso de esta misión es el Centro Fray Bartolomé de las Casas, en La Habana. Este lugar no es solo un edificio; es un espacio de encuentro, de pensamiento, de compasión. Lleva el nombre de un dominico que dedicó su vida a defender a los más olvidados, y eso marca todo lo que allí se vive. En el Centro, se estudia, se reflexiona, se sueña, se ayuda. Allí, la fe y la vida dialogan todo el tiempo. La contemplación se convierte en compromiso, y la compasión en acción. Se acoge al que busca, se acompaña al que sufre, se construyen puentes donde muchos solo ven muros.

    Así es nuestra predicación en Cuba: sencilla, cercana, encarnada. Una palabra viva que nace del silencio de la oración y se hace gesto en medio del pueblo. Porque creemos que el amor de Dios no se impone, se ofrece. Y ese amor, cuando se vive de verdad, tiene el poder de transformar realidades, sanar heridas y despertar esperanza.


Fr. Celio de Padua García, OP


SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA



    Las conversaciones diplomáticas en Dinamarca fueron relativamente bien. El rey danés Valdemar estuvo conforme con el pacto matrimonial propuesto, si bien su hija la princesa no parecía del todo convencida según los criados rumoreaban en los pasillos del castillo de Copenhague.

    Aquel país le resultaba extraño a Domingo y no solo por los paisajes tan verdes, la montaña y el mar. Era una cultura distinta y notaba que allí el cristianismo se había generalizado hacía solo unas décadas. Tanto es así que le resultó asombroso que había tribus en el interior del país —los cumanos— que no les había llegado aún el mensaje del cristianismo, nunca habían oído hablar de Dios ni de Jesúsni de la Iglesia ni del cristianismo. Se planteó la posibilidadde ir a conocer los mientras esperaban la respuesta del rey, quizás hablarles del Evangelio, de Jesús y de Dios.

    Esa idea que surgió así, como de forma espontánea, se le fue metiendo cada vez más en la cabeza. Pensar en que había muchas personas que aún no conocían a Dios, o incluso como aquellos cátaros del sur de Francia que tenían ideas equivocadas de Jesús y del Evangelio, le llevaba una y otra vez a pensar que tenían que tener la oportunidad de que alguien les contara la verdad. (...)

    Cruzaron Alemania, Francia y regresaron de nuevo por el Languedoc. De nuevo pudieron ver a los predicadores cátaros y la idea que le había nacido en Dinamarca de ir a los cumanos a llevarles el Evangelio, volvió con fuerza...; se dio cuenta de que muchas gentes, en muchos lugares, tenían necesidad de conocer el verdadero evangelio de Jesús, de conocer a la Iglesia y el verdadero rostro de Dios. En Dinamarca eran tribus paganas que nunca habían oído hablar de Dios; en España —en tierra de moros— eran quienes creían en otro Dios, y allí en Francia quienes habían hecho una extraña religión que deformaba lo que la Iglesia decía de Jesús, pero en unos u otros sitios, todos compartían la misma necesidad a ojos de Domingo, de que se les predicara el Evangelio.

—Diego, yo sé que nuestras obligaciones son las que son..., ¿pero no ves la necesidad que yo veo? Lo dice el evangelio, están como ovejas sin pastor... —decía Domingo, cabalgando al paso, junto a Diego, por los caminos tras cruzarlos pirineos de camino a Toledo a llevar la respuesta del reyde Dinamarca al rey Alfonso VIII. (...) el encargo de Jesús fue hacer discípulos, bautizarles, que conociese el mundo entero su mensaje de amor... Ser fiel al Evangelio es precisamente predicar el Evangelio...

(...)

—¿Y si no volviésemos? —le decía Domingo a Diego, ambos a solas, en una de las estancias del castillo, mirando caer la nieve sobre el oscuro y violento mar del Norte—. Es como si Dios nos hubiese traído hasta aquí por algún motivo... Y están esos cumanos que jamás han oído hablar de Él...

—Los cumanos... —repitió Diego ensoñadoramente—. Dios... Podría ser..., pero seguimos teniendo obligaciones...Yo soy obispo en Osma... A ti podría relevarte de tus compromisos yo mismo pues es conmigo con quien los tienes —le decía a Domingo—, pero yo tendría que hablar con el Papa...

«¿Qué será de toda esa pobre gente que no conoce a Dios?¿Cómo podrán ser felices si nadie les habla de Dios, de que les quiere, de cómo vivir mejor? ¿Qué será de toda esa gente que no sabe quién es Jesús y que no sabe de su mensaje de amor, de su Evangelio?».



ORACION



Dios del amor y de la fidelidad,

que nos has enviado tu Palabra para que sea nuestro camino;

concédenos que siguiendo este camino tras las huellas de santo Domingo

“caminemos con alegría y pensemos en nuestro Salvador”.


Por Jesucristo nuestro Señor.

viernes, 23 de mayo de 2025

SEMANA DOMINICANA Mayo-2025: (algunos) Modos de Predicación dominicana (05)

 


PREDICACION MEDIANTE EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL


La Predicación en el Acompañamiento espiritual dominicano


    En la tradición de la Orden de Predicadores, el crecimiento espiritual de sus integrantes siempre estuvo a cargo de la misma comunidad. En el caso de los frailes, el maestro de novicios y de estudiantes, el lector conventual y el prior representaban y encarnaban la responsabilidad formadora que la comunidad ejercía mediante el conjunto de los elementos que conformaban la propia vida dominicana.

    Sin embargo, desde sus inicios, la Orden fundada por santo Domingo desempeñó el oficio de la predicación integrando también la práctica pastoral del acompañamiento espiritual. Muchos frailes, monjas y laicos de la Orden ejercieron y recomendaron esta práctica pastoral.

    Jordán de Sajonia explicaba que «necesitamos de exhortaciones mutuas por las que un hermano ayude a otro y la diligencia de la caridad sobrenatural inflame la llama del espíritu, absorbida como está por la tibieza cotidiana de la propia negligencia» (Carta a la Provincia de Lombardía). En esta perspectiva, el acompañamiento espiritual es esta «ayuda» fraterna que, como exhortación o consejo, forma parte del servicio de la predicación y que busca despertar la docilidad a la gracia del Espíritu Santo.

    Humberto de Romans, Maestro de la Orden (1254-1263), consideraba al acompañamiento espiritual como una dimensión de la predicación y estimulaba a capacitarse para ello; San Vicente Ferrer, escribió un Tratado de la vida espiritual, exhortando al acompañamiento y Fr. Juan González Arintero, además de ejercerlo notablemente, señalaba la existencia continuada de un magisterio espiritual dominicano, no solo a nivel teológico, sino también en este nivel práctico del acompañamiento.

    Ahora bien, ¿en qué consiste el acompañamiento espiritual dominicano?

    Principalmente, en servir a la guía que el Espíritu Santo ya está realizando en la persona. Como la vida interior es una «conversación continua» –diálogo– entre la persona y el Espíritu Santo, Huésped que siempre está «santificándonos, aconsejándonos y enseñándonos a orar como conviene […] toda nuestra perfección y felicidad está en atender con toda docilidad a las insinuaciones y mociones de tal Maestro, para seguirlas fielmente y no contristarle» (fr. J. G. Arintero).

    Así, el acompañante deberá discernir esos caminos en coordinación con la persona y ayudarla a la fidelidad para con ese discernimiento. Y, puesto que donde está el Espíritu está la libertad (cf. 2 Co 3,18), todo acompañamiento debe enmarcarse en un vínculo de absoluta libertad, que pueda reflejar la libertad y el respeto con el que Dios mismo conduce.

Fr. Germán Pravia, OP



SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA


    Con preocupación Juana le contó el sueño al Abad de Silos, apoyada en el brazo de Félix, y cómo el miedo, el no saber, el no comprender por qué ese sueño se repetía casi cada noche, les había llevado hasta allí, confiando en que él podría decirles qué significado podría tener, si era algo malo para su futuro bebé, si venía de Dios el sueño o si era algo que tenían que temer...

    —Ajá, entiendo... —entornó los ojos el abad Domingo concentrado, mirando con profundidad y echando a caminar a pasos cortos, reflexivos, y animando a Félix y Juana a que les iguieran por los pasillos de piedra del monasterio—. Los sueños..., a Dios le gustan los sueños, le gusta hablarnos en sueños... Lo cuenta la Escritura y así nos dice que lo hizo con Jacob, también con José en el Egipto de los faraones, y con Daniel en el destierro de Babilonia..., y desde luego el sueño de San José en el que Dios le mandaba acoger a la Santísima Virgen María y no repudiarla... Los sueños son un camino por el que Dios nos habla, nos manda mensajes, nos adelanta incluso algo del futuro..., y creo que este es el caso. No es un sueño que hable de algo malo, no es algo que hable de miedos del mañana ni de que le pueda pasar algo negativo al hijo que esperáis. Pero sí que habla de él... El sueño lo dice con claridad para quien sabe leerlo... Vuestro hijo vestirá de blanco y negro, serán los colores que marquen su camino, los colores opuestos pero que se integrarán en su vida, vuestro hijo será como ese perro fiel a su señor, fiel al Señor Jesucristo, vuestro hijo le prenderá fuego al mundo como dice el Evangelio, y lo hará con la sola fuerza de su boca, con el fuego y la fuerza de sus palabras, prenderá fuego al mundo con la fuerza de la predicación...



ORACION


Padre de inmensa majestad,
escucha a estos tus hijos que celebran tu gloria;
nos has creado para ti y
nos has hecho pueblo tuyo en la casa de santo Domingo;
haz que caminemos en el esplendor de tu rostro
y acoge en tu luz a todos nuestros hermanos y hermanas difuntos.

Por Jesucristo nuestro Señor.

jueves, 22 de mayo de 2025

SEMANA DOMINICANA Mayo-2025: (algunos) Modos de Predicación dominicana (04)

 



PREDICACION MEDIANTE EL ARTE



    El arte siempre ha tenido un papel fundamental en la Iglesia, a lo largo de la historia del arte, ambas se han beneficiado mutuamente,comprendiendo que no puede prescindirse de la dimensión artística del ser humano a la hora de comprender y vivir la Salvación, pues ésta se realiza en la historia: es una consecuencia más de la encarnación.La representación de la belleza siempre expresa los aspectos más elevados del ser humano, la bondad, el amor, las fantasías y sueños de las personas, la búsqueda de Dios, la fraternidad y la construcción de la comunidad…; el arte denuncia igualmente las situaciones de sinsentido, injusticia y violencia; el valor de lo cotidiano, de lo que habitualmente no llama nuestra atención; orientándonos hacia un horizonte distinto, alimentando la esperanza de la humanidad. La comunidad eclesial ha sabido valerse del estilo y las inquietudes de la humanidad en cada momento para presentar el mensaje de Jesucristo.

    También la Orden Dominicana ha sabido emplear las artes para desarrollar su carisma de la predicacióny lo ha hecho de forma magistral gracias a figuras como fr. Angélico, fr. Bartolomé de la Porta, Sor plautillaNelli, fr. Juan Bautista Maíno o Fr. Pedro Bedón. También hoy somos muchos los miembros de la familia dominicana que contemplan y dan lo contemplado por medio del arte.

    El lenguaje artístico resulta extraordinario para expresar a Dios porque no muestra, no define, sino que sugiere, invita sin limitar el Misterio divino que siempre trasciende cualquier concepto o idea de nuestra realidad, de un modo muy particular en el momento en que vivimos, en el que la imagen y la estética han cobrado tanto protagonismo.

    La misión de los artistas cristianos no es únicamente la de crear belleza, también la deexpresar la verdad, la bondad y la belleza que se encuentra en lo cotidiano, la de ser la voz de los sin voz, iluminar de esperanza las realidades de dolor.

    Así lo decía el papa Francisco en su homilía para el jubileo de los artistas:

    “Queridos artistas, veo en ustedes unos custodios de la belleza que sabe inclinarse ante las heridas del mundo, que sabe escuchar el grito de los pobres, de los que sufren, de los heridos, de los presos, de los perseguidos, de los refugiados. Veo en ustedes unos custodios de las Bienaventuranzas (…) ustedes, hombres y mujeres de cultura, están llamados a construir puentes, a crear espacios de encuentro y de diálogo, a iluminar las mentes y a encender los corazones (…) El arte no es un lujo, sino una necesidad del espíritu. No es huida, sino responsabilidad, invitación a la acción, llamada, grito. Educar en la belleza significa educar en la esperanza.”

Fr. Félix Hernández Mariano, OP


SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA


    A Domingo le gustaba estar allí sentado, en la Peña de san Jorge, envuelto en su capa de gruesa lana, y mirar todo alrededor lo que la daba la vista. El campo infinito coloreado de verde y oro del trigo y la cebada, el ocre de los campos segados, el verde de los viñedos, las lindes de matas entre terruños, los árboles crecidos al azar, a veces solos, a veces en pequeños bosquecillos —encinas y robles, enebros, alguna haya, los chopos, los pinos...—, la tierra roja de los labradíos, las amapolas, los girasoles y las mil flores salvajes que crecían aquí y allá, y sobre todo los caminos entre rojos, marrones y amarillentos de tierra que se alejaban de Caleruega hacia unas montañas que si el día estaba claro se podían intuir no tan lejanas...

    Domingo veía los caminos, y se preguntaba a dónde irían, veía esos inmensos horizontes infinitos cargados de misterios y promesas y se preguntaba qué habría detrás de ellos... Se preguntaba si él podría visitar todos los lugares que estaban allá lejos: la Roma donde vivía el Papa del que su madre le hablaba; Santiago donde estaba la tumba del apóstol y a la que peregrinaban tantos, algunos incluso pasaban por Caleruega de camino, o Jerusalén y los Santos Lugares donde Nuestro Señor Jesucristo caminó, vivió, murió y resucitó; todo esos sitios a los que su padre iba a caballo donde vivían personas que no eran cristianas y que no entendía Domingo cómo podían vivir sin conocer a Dios...


Del libro "Santo Domingo de Guzmán nos cuenta su vida"
Autor: Fr. Vicente Niño Orti, OP
Edit. Laude (Grupo Editorial Luis Vives 2020)



ORACION

Señor Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, 
que en tu Hijo nos elegiste y predestinaste 
para que fuésemos alabanza de tu gloria 
en la casa de tu siervo Domingo; 
te damos gracias por los dones recibidos
 y te pedimos nos lleves a todos, vivos y difuntos, 
a tu misma casa para ser ya
santos e inmaculados en tu presencia.

Por Jesucristo nuestro Señor.


miércoles, 21 de mayo de 2025

SEMANA DOMINICANA Mayo-2025: (algunos) Modos de Predicación dominicana (03)

 



PREDICACION MEDIANTE LA PALABRA ESCRITA



LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA ESCRITA

    La primera comunicación humana es el llanto: ¡así llegamos todos a este mundo! Poco a poco, entre el aprendizaje y el afecto humano, vamos traduciendo en palabras aquello que conforma nuestra existencia. Las palabras prolongan y condensan lo que somos, lo que queremos, lo que nos pasa por dentro, lo que vamos conociendo. Y, lo mismo que todos aspiramos a lo eterno, solo nos sobreviven nuestras palabras. Convivimos con las palabras escritas de quienes nos han precedido, que nos enriquecen y hacen avanzar civilizaciones y culturas. El saber y el conocimiento tienen vocación de eternidad.

    La Escritura sagrada que leemos y nos transforma sigue generando respuestas humanas. Dios mismo crea con sus palabras en el origen y otorga a los seres humanos la capacidad de nombrar, que es hacerlos dueños y señores de la vida. Veneramos ese Libro y lo besamos, y guardamos en el corazón sus versículos, conscientes de que la palabra escrita sigue teniendo poder creador. Él mismo, en la plenitud de los tiempos, se hizo Palabra Encarnada (Jn 1,14), Evangelio, Buena Noticia. Leerlo es hacer “memorial” que lo actualiza y lo hace “sacramentalmente” presente. ¡Así es la fuerza de la Palabra!

    Santo Domingo no escribió nada importante: apenas conservamos de él unos contratos sin valor. Su pasión fue predicar, estudiar (enviar a los suyos a las universidades donde se gestaba el conocimiento) y fundar conventos. Consigo llevaba la Palabra escrita que configuraba su misión, especialmente las cartas paulinas y el evangelio de Mateo, como buen misionero. Nos cuentan las aventuras de aquellos libros de los cátaros que salían despedidos del fuego a causa de sus errores, y de los otros (apuntes de Universidad) que empeñó en Palencia al servicio de la caridad. Domingo amaba la Palabra y la servía: desde la oración y la comunidad, la compasión y el estudio, la predicación apasionada.

    La imagen de dominicos y dominicas a lo largo de la Historia se asocia a libros, bibliotecas y manuscritos. Pensamos en los textos de Tomás de Aquino, en las búsquedas de San Alberto, en los Sermones de San Vicente Ferrer. En la Relación de Bartolomé de las Casas, en los apuntes dictados de Francisco de Vitoria y la sistematización teológica de Melchor Cano. En las cartas de afecto entre Jordán y Diana, Catalina y Raimundo de Capua. En la grandeza literaria de Fray Luis de Granada y en los Sermones de Posadas. En la adaptación a los tiempos de la sabiduría de Chenu, Congar o Schillebeeckx. En los poemas, actuales, de Praena o Emilio Rodríguez. Y no olvidamos el “evangelio del día”, también reciente y de cuna dominicana; Domuni, y el deseo de enseñar online. Tampoco las homilías diarias o dominicales de la web, la frescura de los escritos de La Llama o este mismo blog que ahora leemos…

    Somos la “Familia de los amigos de la Palabra”. Escribirla en cualquier soporte, y leerla en cualquier lenguaje es volver a experimentar el misterio de la Encarnación: un Dios que se hace Palabra y se sigue traduciendo en palabras, diálogos y encuentros que nos abren el camino a la eternidad, que es Él mismo.


Fr. Francisco Javier Garzón Garzón, OP


SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA


    Diego y Domingo cada vez pasaban más tiempo en Prulla, pues lo habían tomado como lugar de operaciones, la base desde la que salir a predicar, el lugar donde ir a descansar, a rezar con aquellas mujeres que serían las primeras monjas, y recuperar fuerzas. Se estaba convirtiendo en su casa en el Languedoc y allí pasaron aquella Navidad. Los legados pontificios hacían lo mismo con la ciudad de Montpellier, y desde allí a comienzos del año, les mandaron una carta:

    Queridos Diego y Domingo,

   Los jefes de los cátaros nos han propuesto un encuentro público para que cada uno ante el pueblo expongamos lo que defendemos. Sería una especie de disputa pública en la que por turnos cada uno expondría su fe y después podrían debatir ante la gente. Nos parece buena idea, pero nosotros creemos no estar preparados para hacerlo. Os mandamos pues recado para que vengáis a Montpellier para que seáis vosotros quien protagonicéis por el lado católico tal disputa. Recibid un saludo y nuestra bendición. Aquí os esperamos.
(...)
    El gran día llegó y la mañana se llenó de voces, griterío y alboroto. La ocasión se parecía mucho a un torneo de caballeros. Habían preparado en la plaza mayor de Montpellier un gran estrado con vistosas telas en la que los dos predicadores —el cátaro y Domingo que habían decidido que fuera él quien defendiera la postura de la Iglesia— se colocarían. Casi parecía una feria.

    Subieron los dos contendientes y durante toda la mañana se dedicaron primero a exponer uno sus ideas, luego el otro; y luego a rebatírselas, discutírselas, argumentar, contraargumentar, poner ejemplos... Había que saber mucho y ser ágil para expresarlo en una situación como aquella y a Domingo se le daba bien.

    Tanto que todo el mundo pensaba que él lo había hecho mejor, pero los cátaros no querían aceptar su derrota, y propusieron hacer una especie de juicio divino: que fuera el mismo Dios quien juzgase quién había ganado aquella disputa. ¿Y cómo lo haría? Cada uno de los dos contendientes escribiría en un papel sus principales ideas, y ambos papeles los lanzarían al fuego. El papel que no se quemara, sería el que recogería la verdad, sería el del ganador. Así se pensaba en la Edad Media, y así lo hicieron. El papel del cátaro ardió en seguida, pero el de Domingo, se levantaba de las llamas de la hoguera sin que el fuego le afectara. Como no se convencieron los cátaros, volvieron a intentarlo. Hasta tres veces lanzaron el papel a la hoguera, y ninguna de ellas el fuego quemó el papel que Domingo había escrito con sus principales ideas.


Del libro "Santo Domingo de Guzmán nos cuenta su vida"
Autor: Fr. Vicente Niño Orti, OP
Edit. Laude (Grupo Editorial Luis Vives 2020)


ORACION


Señor, Dios nuestro, que concediste al Patriarca santo Domingo 
que con sus fervientes súplicas te pidiese  “una auténtica caridad, 
que fuera eficaz para dedicarse y procurar la salvación de los hombres”; 
concédenos estar llenos de esa misma solicitud de la caridad.

Por Jesucristo nuestro Señor.

martes, 20 de mayo de 2025

SEMANA DOMINICANA Mayo-2025: (algunos) Modos de Predicación dominicana (02)



PREDICACION MEDIANTE EL SILENCIO Y LA ESCUCHA



EL CELO DE SANTO DOMINGO, EN EL HOY DE LOS PREDICADORES.


    Pio XII dijo de Santo Domingo que tuvo en la Iglesia “el papel de la Palabra, que como la de Cristo, quema y martillea”. Toda una vida de celo apostólico, que nació de la escucha y el silencio.

    1. De su anhelo de la salvación de los hombres, nos hablan los testigos: Los pecados de los demás le atormentaban de tal manera que de él se podía decir lo que del Apóstol: ¿Quien desfallece que yo no desfallezca?. O su oración diaria: Señor mio, Misericordia mia ¿qué será de los pecadores?. Y durante la oración no podía contener la lágrimas… Por eso el Beato Jordán le dice así: Fuiste inflamado por el celo de Dios que viene de lo alto, por tu gran amor e intenso fervor de espíritu, te entregaste a ti mismo por la salvación de todos.

    2. Este celo de Santo Domingo lo viven hoy sus hijos. Nuestro Padre no vive aislado de los hombres ni de sus hermanos. Su celo lo expresa hoy toda su familia. La Orden de Predicadores ha sido instituida para la Predicación y salvación de las almas, así, el esfuerzo de sus miembros debe tender siempre a ser útiles a las almas. La sed de llevar los hombres a Cristo. Este fue el anhelo de Santo Domingo y asi ha sido en toda la Orden, que fue fundado para la salvación de las almas.

    3. El celo de la Salvación es un efecto del Amor, que nace de la escucha y el silencio.  El celo sigue al amor. Y como nace de él, enriquece al mismo amor, tanto si queda en el interior por la oración, como si se hace carne en el apostolado. El celo es amor ferviente, intenso y apasionado. El celo es al amor, lo que el calor es a la llama. Cuanto más amor hay, tanto más ardiente es el celo. Se trata del Amor a Dios, expresado en el cuidado afectuoso por la salvación de los hombres, hacia dentro y hacia fuera. El celo es esencialmente la tristeza suscitada en el alma, por todo lo que se opone al amor.

    Le pedimos a Santo Domingo, que como Elias a Eliseo, nos regale hoy a nosotros, el manto de su celo apostólico.


Fr. José Antonio Segovia, OP


SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA


    La vida en Osma era muy diferente a la vida en Palencia. En Palencia iba y venía de sus clases a la Casa de los Pobres, siempre haciendo cosas, pero en su nueva vida, lo que más le ocupaba era el silencio y la oración. Martín de Bazán decía siempre que, para poder ser un buen servidor de Dios y de la Iglesia, lo más importante era tener experiencia deDios, y eso se alcanzaba con el silencio y la oración.

    Domingo pasaba muchas horas en la biblioteca del Cabildo Catedralicio, las estancias junto a la catedral que el obispo había habilitado para que sus colaboradores —que se llamaban canónigos— vivieran, estudiaran, comieran y  trabajaran. Leía mucho y en especial libros de espiritualidad como el de un santo antiguo llamado San Casiano.

    La vida de los canónigos estaba marcada por unas normas que eran la regla que otro santo antiguo, San Agustín, había creado para sus colaboradores. Marcaba esa Regla de san Agustín solo unas pocas cosas, pero importantes: que tuvieran todo en común, que dedicaran tiempo a leer, y sobre todo tiempo para la oración.

    Y esa era la otra gran ocupación del tiempo de Domingo. Rezaba con los otros canónigos como él —a los que Martín había ido llamando de aquí y de allí— en la catedral todas las Horas Canónicas, siete momentos a lo largo del día en los que juntos rezaban en la catedral. Pero junto a esos momentos, Domingo buscaba otros más para orar. Especialmente le gustaba hacerlo delante de una imagen de un crucificado al que llamaban el Cristo de los Milagros. Allí, durante largas horas, tranquilo, en silencio, iba hablando con Dios y se iba sumergiendo en las profundidades de ir conociéndolo más, de ir escuchándole, de ir disfrutando de hacerse cada día más amigo de Jesús.


Del libro "Santo Domingo de Guzmán nos cuenta su vida"
Autor: Fr. Vicente Niño Orti, OP
Edit. Laude (Grupo Editorial Luis Vives 2020)



ORACION


Señor Jesús, que concediste a santo Domingo
 el contemplar día y noche el misterio de la cruz 
y que fuese instruido sobre todo en el libro de la caridad;
 haz que nosotros, viviendo del mismo modo en esta luz 
y contemplándote a ti nuestro Salvador,
 podamos también caminar siempre alegres.

Por Jesucristo nuestro Señor.

lunes, 19 de mayo de 2025

SEMANA DOMINICANA Mayo-2025: (algunos) Modos de Predicación dominicana (01)



PREDICACION MEDIANTE LA PALABRA HABLADA


¿PREDICADORES O PREDICADOS?

    La imagen que nos surge espontánea al hablar del predicador es la de alguien que habla delante de un auditorio que lo escucha reverente. Pero la realidad profunda es muy distinta: el verdadero predicador, como ya decían los dominicos en el siglo XIII, es el primer y principal predicado por la misma Palabra que pronuncia. Es ante todo un escuchador, un oyente vitalmente interesado.

    Todos los elementos que componen nuestro carisma como dominicos y dominicas, religiosos, seglares o sacerdotes seculares dominicos, son una escuela y una práctica del escuchar en un contexto siempre comunitario, eclesial y social. Una escucha siempre personal, pero nunca individualista.

    En primer lugar, por la Palabra misma de Dios: comunicación de Dios mismo. La Escritura nació y creció en las celebraciones del Pueblo de Israel y en la comunidad cristiana primitiva. Palabra recibida, escuchada, celebrada, llevada a la vida, estudiada y transmitida misionalmente. Liturgia, oración personal, estudio, evangelización compartidos, nos obligan a ser “comunidades escuchantes” si queremos ser “comunidades predicadoras”.

    En segundo lugar, por el mundo, la sociedad, con su complejidad, con sus problemáticas, anhelos, sueños, dolores, alegrías y lágrimas, esperanzas y desesperanzas. Él es también, en los signos de los tiempos, Palabra viva de Dios que hay que escuchar juntos.

    Los votos que profesamos los religiosos o las promesas de los seglares dominicos son, en su realidad más profunda, una conversión y una pedagogía de la escucha: obediencia (ob-audire) es vivir a la escucha de Dios al servicio del Reino; pobreza es vivir en disponibilidad e itinerancia para seguir a Cristo y a su programa de salvación; castidad, bien celibataria, matrimonial o en la soltería y viudez, es centrar el corazón en Dios y aprender a amar como Jesús.

    Los antiguos dominicos decían también: “el silencio es el padre de los predicadores”. No un silencio de mutismo del que no tiene nada que decir o no quiere decirlo, sino el silencio de la escucha, de la receptividad, de la puesta en crisis de nuestras ideas o prejuicios, de la disponibilidad para ser cambiados por el Espíritu.

    Así fue Nuestro Padre Domingo: el escuchante de Cristo a través de las necesidades de su tiempo. Así nuestros santos: fueron los primeros y siempre predicados, destinatarios de la predicación, para poder ser predicadores.

    En mi actual misión en el Paraguay, este aspecto se me ha hecho más claro y evidente: un nuevo país, una nueva cultura, una tierra de gran sensibilidad religiosa, con un sentido de Dios que hemos embotado en nuestra Europa secularizada, con enormes pobrezas, violencias estructurales, injusticias, con una predicación que tiene como reto principal lo que expresaba nuestro hermano Gustavo Gutiérrez: “¿Cómo hablar del amor de Dios a los pobres?”, con una solidaridad de humildes con los humildes para poder afrontar los retos de la vida cotidiana. Una Iglesia que lucha por oír y responder al Evangelio. Entonces: ¿quién predica a quién?

    Por ello, el predicador y la predicadora, para ser tales, han de ser los primeros y siempre predicados.


Fr. Francisco José Rodríguez Fassio, OP




SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA

    La posada a las afueras de Toulouse no era demasiado grande, pero tenía sitio para todos ellos. La atendía un posadero de unos cuarenta años, siempre envuelto en su mandil, y siempre de aquí para allá atendiendo a los huéspedes. Cocinando, sirviendo, preparando las habitaciones, cuidando de que los caballos y las mulas en las que viajaban estuviesen bien atendidas. Era un hombre agradable, amable, se le veía buena persona, atento y con ganas de hablar con sus huéspedes.

    Siendo así tan extrovertido y simpático, Domingo se sorprendió mucho, al hablar con él un rato tras la cena, al descubrir que era miembro de esa religión tan extraña. El posadero era un cátaro.

    Lo cierto es que a Domingo le pudo la curiosidad y comenzaron a hablar largo y tendido. El posadero iba contándole su vida, y como había acabado siendo cátaro. Domingo iba preguntándole por las cosas en las que creía e iba diciendo las que la Iglesia y el Evangelio decían de lo que esa extraña religión pensaba. Su necesidad de saber iba también hacia aquellos que pensaban cosas distintas, y así poco a poco, se fueron enfrascando en una larga, muy larga, conversación en la que cada uno iba contándole al otro en lo que creía, lo que pensaba, con la particularidad de que el posadero cada vez iba teniendo menos argumentos e iba dándose cuenta de que muchas de las cosas que decía Domingo tenían bastante más sentido y parecían más lógicas que las que los cátaros decían.

    La conversación duró casi toda la noche, y a la mañana, poco antes de que Domingo con Diego y su séquito volvieran al camino, el posadero se le acercó y le dijo:

    —La conversación de anoche me ha hecho ver muchas cosas —comenzó a decir con un tono de voz profundamente serio, hondo—; creo que no volveré con los cátaros. No tiene sentido. Cada cosa que te iba diciendo que creía, tú me la rebatías con tus argumentos que eran bastante mejores. Gracias.

    Domingo se quedó sin saber qué decir. Pero las palabras del posadero se quedaron resonando en su mente, y los caminos hacia el norte, hacia Dinamarca, no hicieron sino ayudarle a seguir pensando en lo que esa noche había pasado. Había ayudado a una persona a dejar la religión aquella tan extraña y que solo tristeza causaba, para que tuviera una vida mejor volviendo a la fe de la Iglesia, del Evangelio y de Jesús.

Del libro "Santo Domingo de Guzmán nos cuenta su vida"
Autor: Fr. Vicente Niño Orti, OP
Edit. Laude (Grupo Editorial Luis Vives 2020)



ORACION


Dios del perdón y de la fidelidad, 
que nos diste a santo Domingo a imagen de tu Hijo
 “manso y humilde de corazón”;
 te rogamos nos concedas con su ejemplo 
y por su intercesión
 que “conservemos la humildad 
y con alegría vivamos en pobreza voluntaria”.

Por Jesucristo nuestro Señor.





domingo, 20 de abril de 2025

Domingo de Resurrección: vivir y orar la Semana Santa con Fr. Luis de Granada, OP.


“Este es el día que hizo el Señor, gocémonos y alegrémonos en él”

    Durante esta Semana Santa de 2025, hemos ido presentando comentarios que fray Luis de Granada, OP, hizo a lo que se denomina “las siete palabras que Jesucristo pronunció en la cruz”.

    Hoy, Domingo de Resurrección, también podemos tener ese tiempo íntimo y personal con el Señor, pero con un recogimiento alegre y dichoso.

    Así lo describe fray Luis de Granada, OP, en su “Libro de oración”:


    “Éste es el día que hizo el Señor; gocémonos y alegrémonos en él”. Todos los días hizo el Señor, que es el hacedor de los tiempos; mas éste señaladamente se dice que hizo él; porque en este acabó las más excelente de sus obras, que fue la obra de nuestra redención.

    Dícese también que este día hizo el Señor porque todo lo que hay en él fue hecho por su sola mano. Este día no es de trabajo ni de pena, sino destierro de toda pena y cumplimiento de toda gloria, y así todo él es puramente de Dios. Pues en tal día como éste, ¿quién no se alegrará? En este día se alegró toda la humanidad de Cristo, y se alegró la madre de Cristo y se alegraron los discípulos de Cristo, y se alegró el cielo y la tierra y hasta el mismo infierno cupo parte de esta alegría. Más claro se ha mostrado el sol este día que todos los otros; porque razón era que sirviese al Señor con su luz en el día de sus alegrías, así como le sirvió con sus tinieblas en el día de su pasión.

    Mas, oh Salvador mío y glorioso, a quien arrebató aquella cruel bestia que jamás se harta, que es la muerte; la cual, después que lo tuvo en la boca, conociendo la presa, tembló en tenerla. Porque, dado caso que la tierra después de muerto lo tragó, más hallándose libre de culpa, no pudo detenerle en su morada, porque la pena no hace al hombre culpado, sino la causa.

    Ya, Señor, habéis glorificado y alegrado esa carne santísima que con vos padeció en la cruz; acordáos que también es vuestra carne la de vuestra madre, y que también padeció ella con vos, viéndoos padecer en la cruz. Ella fue crucificada por vos, justo es que también resucite con vos; puesta señora os fue fiel compañera desde el pesebre hasta la cruz en todas vuestras penas, justo es que también ahora lo sea de vuestras alegrías.

    Estaría la santa Virgen en aquella hora en su oratorio recogida, esperando esta nueva luz. Clamaba en lo íntimo de su corazón; y como piadosa leona, daba voces al hijo muerto al tercer día, diciendo: “Levántate, gloria mía, levántate, salterio y vihuela; vuelve triunfador al mundo; recoge, buen pastor, tu ganado; oye, hijo mío, los clamores de tu afligida madre.

    En medio de estos clamores y lágrimas resplandece súbitamente aquella pobre casita con lumbre del cielo, y ofrécese a los ojos de la madre el hijo resucitado y glorioso. La madre ve el cuerpo del hijo resucitado y glorioso, despedidas ya todas las fealdades pasadas, vuelta la gracia de aquellos ojos divinos, y restituida y acrecentada su primera hermosura. Al que tuvo muerto entre sus brazos, vele ahora resucitado ante sus ojos. Tiénelo, y no lo deja; abrázalo y pídele que no se vaya. Entonces, enmudecida de dolor, no sabía qué decir; ahora, enmudecida de alegría, no puede hablar.

    ¿Qué lengua, qué entendimiento podrá comprender hasta dónde llegó ese gozo?

    ¡Oh Señor, cómo sabes consolar a los que padecen por ti! No parece ya grande aquella primera pena en comparación de esta alegría. Si así has de consolar a los que por ti padecen, bienaventuradas y dichosas sus pasiones, pues así han de ser remuneradas.

sábado, 19 de abril de 2025

Sábado Santo: vivir y orar la Semana Santa con Fr. Luis de Granada, OP.


“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”

    Durante esta Semana Santa de 2025, presentamos una pequeña selección de los comentarios que fray Luis de Granada, OP, hizo a lo que se denomina “las siete palabras que Jesucristo pronunció en la cruz”, que nos ayuden a tener un tiempo íntimo y personal con el Señor.


    Mas ahora descansará ya el alma santísima de vuestro Hijo. Oíd la postrera de sus palabras que dice: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y diciendo esto, inclinada la cabeza, dio es espíritu.

    ¡Oh, dulce muerte, oh dulce sangre, oh dulces llagas, oh dulce madero, oh dulce peso, oh inestimable caridad, que por llevar los miserables desterrados al cielo mueres tú, Señor de los cielos, en un madero!

    Suplícote, Señor mío, por el dolor de este apartamiento, que al tiempo que esta pobre alma se apartare de este cuerpo, pues nadie puede carecer de este doloroso apartamiento, sea yo favorecido con la virtud de este misterio y acabe con las palabras que tú acabaste, encomendando mi espíritu en tus manos y recibiéndolo tú en ellas.

    En medio de esas llagas preciosas se acabe al postrer punto mi vida y en medio de esa preciosa sangre sea el postrero de mis gemidos. Amén.