jueves, 10 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (37)

 


LA PROMESA DE VIDA ETERNA EN LA CUARESMA: UN LLAMADO A LA CONVERSION Y A LA APERTURA AL RESUCITADO


     La Cuaresma es un tiempo de preparación, de reflexión y de esperanza en la promesa de vida eterna que Jesucristo nos ofrece. En el Evangelio de Juan, encontramos una afirmación profunda que ilumina nuestro camino espiritual:

“En verdad, en verdad os digo que si alguno guarda mi palabra, no verá jamás la muerte” (Juan 8:51).

    Esta declaración no es solo una promesa para el futuro, sino una invitación a vivir desde ahora la vida nueva que Cristo nos ofrece. Es un llamado a renovar nuestra fe y nuestro compromiso con la transformación del mundo.

Guardar la Palabra: Un Camino de Conversión y Servicio

    En este tiempo de Cuaresma, “guardar la palabra” significa abrir nuestro corazón a la conversión, dejándonos moldear por el Evangelio. No se trata solo de cumplir con prácticas externas como la oración, el ayuno y la caridad, sino de vivirlas con autenticidad, como herramientas para crecer en justicia, solidaridad y compasión. Es un tiempo para examinar nuestras actitudes, cuestionar las estructuras de pecado que nos rodean y encarnar el amor de Dios en nuestro día a día. Guardar su palabra nos lleva a ser agentes de cambio, a mirar más allá de nosotros mismos y a comprometernos con quienes más lo necesitan.

La Victoria sobre la Muerte: Camino hacia la Pascua

    Cuando Jesús habla de la vida eterna, nos invita a vivir desde ahora en la plenitud de su amor. Su entrega en la cruz es la expresión más profunda del amor redentor, una victoria sobre toda forma de sufrimiento y muerte. En la Cuaresma, nos unimos a su sacrificio, preparando nuestro corazón para la alegría de la resurrección. La Pascua nos recuerda que la última palabra no la tiene el dolor ni la injusticia, sino la luz del Resucitado, que renueva todas las cosas.

Una Esperanza que Transforma la Historia

    La Cuaresma no es un tiempo de espera pasiva, sino un llamado a la acción concreta. Guardar la palabra de Cristo significa comprometernos con la construcción del Reino de Dios en nuestro presente, llevando esperanza a quienes sufren, promoviendo la paz y defendiendo la dignidad de cada persona. Cuando nos abrimos a Cristo, nos convertimos en testigos de su resurrección en medio de nuestro mundo. Nuestro testimonio se refleja en cada acto de amor, en cada gesto de justicia y en cada esfuerzo por hacer de esta tierra un reflejo del Reino de Dios.

Conclusión

    La Cuaresma nos invita a vivir con profundidad la promesa de vida eterna que Cristo nos ofrece. Guardar su palabra es más que escucharla; es dejarse transformar por ella. Es permitir que su amor nos impulse a la acción solidaria y al compromiso con los más necesitados.

    La muerte no tiene la última palabra cuando vivimos con los ojos puestos en el Resucitado, fuente de nuestra esperanza y plenitud. En este camino cuaresmal, que nuestra fe se traduzca en gestos concretos de amor, para que la luz de Cristo brille en cada rincón del mundo.


Fr. Celio de Padua García, O.P.

miércoles, 9 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (36)

 


“SI PERMANECÉIS EN MI PALABRA, SEREIS DE VERDAD DISCÍPULOS MÍOS; CONOCERÉIS LA VERDAD, Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES”


    Este pasaje encierra una profunda enseñanza sobre la relación entre la fe, el conocimiento y la libertad. Este texto nos invita a reflexionar sobre lo que significa ser un verdadero discípulo de Jesús y cómo la verdad se convierte en un camino hacia la liberación personal y espiritual.

    En primer lugar, la frase “Si permanecéis en mi palabra” subraya la importancia de la constancia y la dedicación en la vida de fe. No se trata sólo de escuchar o conocer las enseñanzas de Jesús, sino de integrarlas en nuestra vida diaria. Permanecer en su palabra implica un compromiso, una decisión de vivir de acuerdo con sus enseñanzas y valores.

    La segunda parte del pasaje “seréis de verdad discípulos míos” resalta que el verdadero discípulo va más allá de la simple afiliación. Ser discípulo implica una relación íntima y personal con Jesús, donde se busca entender y vivir su mensaje. Esto nos lleva a una transformación y crecimiento espiritual.

    En el siguiente enunciado “conoceréis la verdad”, ésta, la verdad, supone una relación viva con Cristo, quien se presenta como “el camino, la Verdad y la Vida” (Jn, 14,6). Conocer la verdad implica una experiencia personal y transformadora que nos permite ver el mundo desde la mirada de Dios, liberándonos de las ataduras del pecado, la ignorancia y la confusión.

    Finalmente, la afirmación “y la verdad os hará libres” nos recuerda que la libertad auténtica no proviene de circunstancias externas, sino de una comprensión interna y espiritual: la libertad que ofrece la verdad de Cristo que nos libera de las cadenas del miedo, la culpa y la desesperanza. Busquemos la verdad que nos transforma, libera y nos llena de paz.


Dominicas de Alcalá la Real (Jaén)

martes, 8 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (35)

 


«EL QUE ME ENVIÓ ESTÁ CONMIGO; NO ME HA DEJADO SOLO»


    Los versículos del libro de los Números que leemos este martes son sorprendentes: tras una larga marcha del pueblo de Israel por el desierto, el pueblo se harta y vuelve a quejarse a Moisés e incluso a Dios: «No hay pan, no hay agua, y ya está bien de tanto maná... «Estábamos mejor en Egipto»... Nos habéis traído a este desierto para matarnos.

    Semejante actitud de rebeldía provoca que el Señor envíe serpientes venenosas contra su pueblo. No olvidemos que, según la mentalidad judía de la época, Dios castigaba y premiaba en función de las acciones humanas. Recordemos también que, en la antigüedad, la serpiente tenía un simbolismo ambivalente. Era por un lado signo del mal y de la muerte; por otro, simbolizaba la vida y la curación.

    Esta ambivalencia en el simbolismo de la serpiente, que oscila entre la muerte y la vida, no es muy diferente de la imagen de la cruz. Además de ser un signo de tormento, sufrimiento y muerte, la cruz es también un signo de esperanza y de triunfo de la vida sobre la muerte. Esta es sin duda la razón por la que Jesús, al anunciar, o más bien evocar, su muerte en la cruz, tomó como ejemplo la serpiente de bronce erigida por Moisés en el desierto, para que los revoltosos israelitas que la miraran después de ser mordidos permanecieran vivos, se salvaran del veneno mortal.

    La historia del pueblo judío es también nuestra historia. Como ellos, los cristianos, miembros del pueblo de la Nueva Alianza, pasamos por etapas de desierto, de espera de que las promesas de Dios se cumplan en nuestras vidas. A veces esta espera es larga, y a veces tenemos la impresión de que el Señor se ha olvidado de nosotros, que se ha olvidado de nuestro trabajo, de nuestra familia, de la resolución de nuestros conflictos... de la sanación que esperamos de Él. En esos momentos, también nosotros nos quejamos, murmuramos y olvidamos que el Señor está-con-nosotros y que no nos abandona.

    En el Evangelio de Juan, Jesús anuncia su elevación: «Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”». En la teología de Juan, la Pasión no significa descenso, sino la elevación al cielo del Hijo de Dios, que bajó del cielo para que el Verbo se hiciera carne. La ascensión es la revelación del Padre a los hombres. Y aunque implique la muerte, la ascensión da la vida porque revela a Jesús como Salvador.

    La serpiente y la cruz, más que un signo de vida, se convierten en signos de salvación. La serpiente sanadora del desierto permitió a los israelitas convertirse o reconvertirse, redescubrir una relación con Dios. Les trajo la esperanza de la salvación para su pueblo, una salida del desierto y la verdadera liberación. Del mismo modo, la cruz se convierte en signo y promesa de salvación para los seres humanos. «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna».

    La Cuaresma es una oportunidad para redescubrir la presencia de Dios en nuestras vidas. Que las dificultades cotidianas, en lugar de alejarnos del Señor, sean oportunidades para fortalecer nuestra relación con Él y de reafirmar con Jesús: «El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo».


Fr. Jesús Nguema Ndong

lunes, 7 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (34)

 



“TAMPOCO YO TE CONDENO. ANDA Y, EN ADELANTE, NO PEQUES MÁS”


    Hoy resuenan estas palabras tan liberadoras y restauradoras. Palabras de esperanza, de oportunidades, de confianza… de amor.

    Es Jesús, y sólo Él es capaz de saltar barreras y normas para rescatar a la persona en el “pozo” profundo de la humillación y exposición pública…

    Tres palabras: Libertad, Verdad y Amor. Todas ellas son protagonistas en esta escena.

    Libertad para buscar respuestas creativas ante las situaciones de presión y coerción: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”.

    Verdad: “y, en adelante, no peques más”. Hay una información implícita en estas palabras. Se trata de una afirmación precedida por “anda”, expresión que lanza a un presente y futuro diferente.

    Amor: “para no condenar” y para acoger a la persona en todo lo que ella es y en la situación en la cual se encuentra.

    El texto del Evangelio nos lleva a profundizar en elementos que están presentes, pero que se les deja en segundo plano: toda la humillación pública de esta mujer es una estrategia para “comprometer y acusar a Jesús”. Una espada de dos filos para generar muerte: por un lado, la acusación pública con la acción implícita: apedrear; por otro lado, la intención de comprometer, acusar y “acabar con Jesús”.

    Ante este doble filo que genera muerte, Jesús opta por una postura de vida y esperanza. También una opción con un doble camino: para los acusadores, contemplación de la propia vida y toma de conciencia de que todos somos vulnerables: “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”; para la mujer, Jesús se incorpora y dialoga directamente con ella, abriendo el camino de una nueva vida con dignidad.

    Jesús también nos invita a tener opciones creativas que conjuguen libertad, verdad y amor para que la vida y esperanza aniden en nuestras vidas y en las de las personas con quienes nos relacionamos, vivimos y hacemos realidad el Evangelio.


Hna. Ana Belén Verísimo, D.A.


domingo, 6 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (33)

 


“…TODO EL PUEBLO ACUDÍA A ÉL, Y, SENTÁNDOSE, LES ENSEÑABA… EL QUE ESTÉ SIN PECADO, QUE TIRE LA PRIMERA PIEDRA”


    Estamos en el 5º Domingo de Cuaresma. Mañana da comienzo lo que tradicionalmente se conoce como la semana de Pasión. Este es, por tanto, el último de los domingos previos al Domingo de Ramos. La liturgia nos ofrece para reflexionar el pasaje del Evangelio según San Juan, capítulo 8 versículos 1 al 11. Jesús ante la inmediatez de su final, sigue enseñando en el Templo. Jesús enseña porque su vida, su persona, es enseñanza al ser humano para que vuelva a Dios. Todos sabemos que en él mensaje y mensajero se confunden porque se identifican. Nosotros, que no queremos aceptar ese mensaje de “Salvación” identifiquémonos con los escribas y fariseos que le querían poner una trampa. ¿En cuántas ocasiones buscamos justificaciones para hacer lo que nos conviene y no lo que sabemos que está más acorde con el sueño de Dios para nosotros? Cuando así lo hacemos, empieza doliéndonos, como no podemos con el dolor lo justificamos, y después perseguimos a quien hace lo mismo que nosotros: “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Tenemos que ser conscientes de nuestra realidad y, desde ese conocimiento, relacionarnos con los demás sin valorar, ni juzgar y mucho menos condenarlo.

    Dios, Jesús, ni siquiera mira a la pecadora, dibuja en el suelo.. ¿Qué dibujaría? Probablemente escribiría la palabra Abba (Padre, אבא). Él y su padre son uno. Siempre recurría a su Padre. Ni condena ni perdona: “Mujer ¿dónde están tus acusadores?; ¿Ninguno te ha condenado?; yo tampoco”. Es el diálogo que mantiene con ella. Ella le reconoce como “Señor”: “Ninguno Señor”. Lo único que Él le pide es que use su libertad para el bien. Que sea consciente de lo que es y que no haga el mal. “Anda y en adelante no peques más”.

    En este año jubilar “Peregrinos de la Esperanza” comencemos siendo Misericordiosos: misere (miseria, necesidad), cor, cordis (corazón) e ia (hacia los demás). Poner nuestro corazón en la miseria de los demás. El itinerario es simple: Seamos conscientes de lo que somos, seamos auténticos. Pongamos los buenos sentimientos que anidan en nuestro corazón en aquellos desfavorecidos, perseguidos, marginados, condenados, maltratados, débiles, olvidados, sin recursos, ninguneados. Seremos misericordiosos y crearemos Esperanza, que nos transformará en primer lugar a nosotros mismos.

    Nuestra Esperanza, en quince días. La vida sin fin, en plenitud, eterna. Una Cruz por el medio. El monumento más grande al AMOR que ha conocido la historia. No nos bajemos de ella.


Fr. Luis A. García Matamoros, O.P.

sábado, 5 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (32)

 



SURGIÓ ENTRE LA GENTE UNA DISCORDIA POR SU CAUSA


    No es empeño fácil aceptar a Jesús de Nazaret desde nuestros chatos criterios, cortoplacistas, ensimismados.

    El espejo del evangelio nos devuelve una imagen en la que no nos reconocemos, porque la Buena Noticia divide, provoca y nos pone siempre en el apuro de pronunciarnos y definirnos.

    No estaría mal que nos esforzáramos en precisar desde nuestra condición personal las razones por las que cada uno no acaba de aceptar al Jesús del evangelio en todo su alcance humanizador; no nos refugiemos en excusas anacrónicas o en subterfugios estilísticos o en conveniencias institucionales.

    No somos quienes para desautorizar la Palabra que por sí tiene toda la autoridad redentora para los que, incluso con el equipaje de muchas debilidades, nos empeñamos en caminar tras las huellas de aquel que tiene Palabras de vida.

     Desde nuestra modesta esquina bien haríamos en pronunciarnos a favor del Evangelio en esta discordia que el texto de hoy refleja y apostar, en servicio a nuestro mundo, por quien tiene autoridad para dar vida y salvar.

    La causa del Pueblo de Dios es la causa del Dios Padre ¿cómo le dejamos que construya nuestra comunidad?

    ¿En qué cifra la comunidad cristiana su opción por el Evangelio de Jesús de Nazaret?


Fr. Jesús Duque, O.P. (1947-2019)
(Publicado en www.dominicos.org - 2016)


viernes, 4 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (31)

 



"YO NO VENGO POR MI CUENTA, SINO QUE EL VERDADERO ES EL QUE ME ENVIA"


    La frase "Yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía", pronunciada por Jesús en el Evangelio de Juan (7:28), nos invita a reflexionar profundamente sobre la misión de Jesús de Nazaret y sobre nuestra relación con Dios. En ella, Jesús deja claro que su venida al mundo no es producto de un impulso personal, sino que responde al plan de Dios, a una voluntad que trasciende al ser humano.

    Estas palabras nos recuerdan que, como cristianos, nuestra vida también debe estar orientada hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios. Jesús no vino para hacer su voluntad, sino para ser el instrumento a través del cual Dios revelaría su plan de salvación para la humanidad. De manera similar, nosotros, como seguidores de Él, estamos llamados a vivir no para cumplir nuestros propios deseos, sino para llevar a cabo la obra de Dios en la tierra. ¿Somos conscientes del amor de Dios a la humanidad? Él La ama tal como es, llena de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor. Este mundo no recorre el camino solo, perdido y desamparado. Dios lo envuelve con su amor por los cuatro costados.

    En la vida cotidiana, es fácil caer en la tentación de vivir según nuestros propios criterios, impulsados por el ego y las expectativas del mundo. Sin embargo, el ejemplo de Jesús nos enseña que nuestra misión y nuestra vida deben estar en sintonía con lo que Dios nos llama a ser. Cada acción, cada gesto, cada decisión, cada palabra y cada mirada deben estar impregnados del deseo de ser para Dios y para los demás, reflejando en todo momento el amor, la justicia y la esperanza de Cristo.

    Al entender que Jesús fue enviado por el "Verdadero", entendemos que su vida fue un testimonio de obediencia, entrega y servicio. Un testimonio de amor. Y al identificarnos con Él, descubrimos que nosotros también estamos llamados a ser mensajeros de ese amor, llevando la luz del Evangelio a un mundo que necesita desesperadamente escuchar su voz.

    Así como Jesús no actuó por su cuenta, sino en completa unidad con el Padre, nosotros también debemos aprender a vivir en comunión con Él, escuchando su mensaje y siendo instrumentos de su paz. Que esta breve reflexión nos impulse a vivir con un propósito claro: ser enviados por Dios para cumplir su voluntad, con humildad, amor y fidelidad.


Hna. Isabel Górriz, d.e.i.c.

jueves, 3 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (30)

 



“ELLAS (las Escrituras) ESTÁN DANDO TESTIMONIO DE MI”


    Seguimos el itinerario cuaresmal. El corazón se ensancha porque se acerca la Pascua. De la mano de Jesús caminamos hacia la luz gloriosa. En el pasaje del evangelio de ayer, escuchábamos a Jesús comentar que su deseo es hacer la voluntad del Padre. Él es el testigo y el rostro de la misericordia del Padre. La validez de su testimonio está garantizada en este deseo y su puesta en marcha. Él no actúa por su propia cuenta, sino en consonancia con la unidad de Dios.

    En la antigüedad, la validez de un testimonio debía ser garantizada por otros que corroboraran y calzaran el anterior. Jesús, hijo de su tiempo, pone en práctica esta cuestión ante sus interlocutores. En efecto, la manifestación del testimonio del Padre, según el texto en cuestión, se manifiesta de disímiles formas: primero, por Juan el Bautista; segundo y más importante que el primero, las obras de Jesús; tercero, por el mismo Padre; y cuarto, por las Escrituras.

    Sin embargo, los judíos, que eran versados en escudriñar las Escrituras, debieron reconocer en la persona que tienen delante de sí al dador de la Vida. Y en su ceguera y dureza de corazón, Jesús les deja ver que “¡y no queréis venir a mí para tener vida!”. Jesús es quien comunica la Vida a los hombres, la única que interesa, aquí y ahora, a aquellos que crean en él.

    A la luz del acontecimiento, nos preguntamos: ¿Estamos nosotros también leyendo las Escrituras con el corazón abierto? ¿Buscamos realmente conocer a Jesús en ellas, o nos conformamos con una comprensión intelectual? La invitación es a dejar que la Palabra de Dios transforme nuestras vidas, que nos desafíe y nos mueva a la acción. Al abrir las Escrituras, no solo tenemos un encuentro con textos antiguos, sino con la misma esencia de la vida en Cristo. Este encuentro nos invita a un diálogo profundo, donde la Palabra se convierte en luz que ilumina nuestro camino y guía nuestras decisiones diarias.

    Por último, en este camino cuaresmal, es esencial que busquemos un encuentro personal con Jesús a través de las Escrituras. No se trata solo de leer, sino de contemplar, meditar y dejar que la Palabra resuene en nuestro ser. Al hacerlo, encontramos el sentido profundo de nuestra existencia y la razón de nuestra esperanza. Que este tiempo de preparación nos lleve a una Pascua renovada, donde la luz de Cristo disipe nuestras dudas y temores, y nos impulse a vivir plenamente nuestra fe.


Fr. Raisel Matanzas Pomares, O.P.

miércoles, 2 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (29)

 




“EN VERDAD, EN VERDAD OS DIGO: QUIEN ESCUCHA MI PALABRA Y CREE AL QUE ME ENVIÓ POSEE LA VIDA ETERNA” (Jn 5, 24-27).


    En el presente Año Jubilar el papa Francisco nos recuerda que la vida cristiana es un camino, donde necesitamos momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza (Cfr. La Esperanza no defrauda, 5).

    Uno de estos momentos fuertes es, sin duda, la Cuaresma. Cuarenta días en los que podemos contemplar más de cerca a Jesús, centro de nuestra fe y garantía de aquello que esperamos: la vida eterna. Él nos muestra las claves para recorrer este sendero.

     Hoy, vivimos en una situación de incertidumbre y el mayor peligro es marginar al Señor. El desafío para los creyentes es que se pueda reconocer en nuestras vidas que Dios existe y que Él nos mostró su Rostro en Jesús.

    La novedad del anuncio cristiano no consiste en un pensamiento, sino en un hecho. Él se ha manifestado y nos dice: “No temas, yo estoy siempre contigo”.

    Este tiempo de cuaresma es ocasión propicia, para que el hombre interior se prepare para ser visitado por Dios y para hacer el camino del “Tu Rostro buscaré” al “Tu Rostro mostraré”.

    Nos preguntamos, ¿cómo es el Rostro de Dios?

    El Padre es quien tiene la vida en sí mismo y también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo. Jesús es el Rostro del Padre, la impronta de su ser.

    Y Él nos dice: Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo dan testimonio de que el Padre me ha enviado. Otro, es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí.

    El Hijo no le hace sombra al Padre, no oculta su Rostro sino que lo aclara, lo irradia, lo comparte.

    Escuchar su Palabra, como discípulos que desean aprender y se dejan enseñar, es condición necesaria para que germine la fe y la esperanza en nuestras vidas.

    Que, sintiéndonos peregrinos en esta Cuaresma, tras las huellas de Jesús, seamos cada día testigos creyentes y creíbles, al servicio de nuestros hermanos. Así, mostraremos con claridad su Rostro.



Fr. Manuel Uña Fernández, OP

15 de marzo de 2025, Aniversario 66 de mi Ordenación Sacerdotal


martes, 1 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (28)


 

¿QUIERES QUEDAR SANO?


    Es la pregunta que hoy nos hace Jesús.

    Uno de los problemas actuales de la sociedad es que muchas veces estamos faltos de una necesidad. La Iglesia nos propone que acudamos a Jesucristo, el enviado, para sanarnos de nuestra fragilidad.

    Hoy en día, que nuestros contemporáneos se dedican al culto del cuerpo, la mayoría de los seres humanos quiere verse libre de ataduras y de enfermedades, y se someten a mucha presión, tensión a la que muchas veces nos vemos inmersos por la sociedad, con tal de vernos libres tanto físico, mental y moralmente.

    Uno de los maestros curativos de nuestro tiempo es nuestro Señor Jesucristo, el mismo que nos hace la pregunta “¿quieres quedar sano?”. Disponemos de mediaciones, posibilidades y medios que pone en nuestras vidas como confesarnos y recibir la absolución con el sacramento de la reconciliación, y esa sanación partirá desde el interior, y siempre que parta desde el interior es duradera y verdadera; como también los acompañamientos espirituales.

    Tenemos que ser agradecidos con las personas que nos hacen el bien, que arriman el hombro cuando los necesitamos y no ser desagradecidos, como el paralítico del Evangelio (Jn, 5-3.5-16) que expuso a la persona que le hizo el bien para que pudieran odiarle o, peor, buscarle y darle muerte.

    No se puede poner límites a la misericordia ni a hacer el bien, el hombre es dueño de todos los días de la semana, se nos recomienda estar siempre atentos a los llantos de los hermanos y abrir el corazón para escuchar sus preocupaciones.

    Siempre que acudimos a los especialistas con nuestras dolencias, les tenemos que contar qué es lo que nos molesta, para que con los síntomas que les hemos contado puedan derivarte a un sitio u otro, pero desde el momento que vayamos al médico y no le decimos qué es lo que realmente nos afecta, le será muy difícil dar con el problema.

    Queridos hermanos, en este Año Jubilar con el lema “Peregrinos de la esperanza” depositemos nuestra confianza en este Padre que espera siempre el regreso de sus hijos, y pueda abrirnos los caminos a la prosperidad. Jesucristo es el camino que conduce al Padre, déjate guiar por Él.

    Sean felices y que este camino cuaresmal nos lleve a la Pascua. Dios todopoderoso os bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.



Fr. Salvador Becoba, OP