"EL FINAL DEL CAMINO: PASION, MUERTE Y
RESURRECCIÓN: EL TRIUNFO DE LA ESPERANZA"
«NUESTRO CAMINO ES EL SEÑOR»
Finalizamos la Cuaresma 2025 y con ella los 40 hitos en el camino que nos permite renovar nuestra Esperanza. Estos hitos durante el camino cuaresmal nos han ido introduciendo con gran acierto en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Llegados al final de este recorrido, nos podemos preguntar: ¿Qué nos evoca el camino?
La expresión del camino, como hemos podido comprobar en las diferentes reflexiones, nos lleva a movimiento, vitalidad y fecundidad. Cuando nos disponemos a caminar y a caminar juntos estamos más vivos y somos más fecundos. Generamos un dinamismo fraterno que no podemos ignorar. El camino compartido nos despierta nuevos sueños compartidos. Caminar es, ante todo, proyectar y soñar, dos verbos que enriquecen nuestra esperanza por el futuro que nos abren.
El camino, además, es la tierra que pisamos y la orientación o meta hacia el lugar donde queremos llegar. En esta doble experiencia de la vida oteamos el horizonte, nos dejamos asombrar por las sorpresas y avatares que el sendero nos descubre y asumimos la intemperie y los cobijos que la marcha de su trayecto nos proporciona.
El camino nos conecta, por otro lado, con la experiencia cronológica del tiempo. Hablamos en concreto del tiempo narrativo (lo que contamos) y existencial (lo que vivimos). Narrativo, en cuanto posee un mensaje que podemos contar. Existencial porque nos configura y da sentido. Hablamos del tiempo que está al alcance de nuestra experiencia vital, porque podemos contarlo y vivirlo al comprenderlo con sentido. La experiencia de transitar por la vida, en cierto modo, marca nuestra vivencia del tiempo. Nos muestra un pasado personal y colectivo sumamente rico en lo vivido y entregado; nos refuerza en un presente intenso, donde tomamos conciencia de nuestra propia realidad; y, nos abre hacia un futuro abierto que, más allá de sus incertidumbres, nos permite proyectar siempre con esperanza la meta que deseamos alcanzar.
Por último, el dinamismo del camino en el recorrido de sus tiempos es también una experiencia de vida que deja al descubierto un cierto comportamiento moral con la existencia: «Debes seguir un camino recto y honesto, una orientación que debe respetarse para alcanzar un objetivo o para llegar a una meta. Un medio para conseguir algo», se nos dice. Uno de los mayores desafíos está en la renovación de nuestro compromiso existencial (y por lo tanto también moral) con el Señor que nos ha llamado a seguirle.
Pero, no lo olvidemos, lo importante es saber o conocer el final del camino, pero también los pies que marcan el camino. Nosotros no sabemos del todo donde estará el final del camino, pero sí sentimos nuestros pies cuando lo van marcando, su ritmo, su sentir pesado o ligero. Sabemos que la pasión, muerte y resurrección del Señor es el final del camino, pero también su compañía mientras nuestros pies vayan haciendo camino con otros, para hacer posible el triunfo de la esperanza. ¡Feliz Semana Santa y Pascua de Resurrección!
Fr. Jesús Díaz Sariego, OP.
Prior Provincial
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