Coherencia
Como ya hemos repetido en días pasados, el Adviento marca el inicio de un nuevo año en la Iglesia y abre un período de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Jesucristo en la Navidad. Sin embargo, no se limita únicamente a una cuenta regresiva hacia una fiesta, sino que representa una experiencia de espera llena de sentido, marcada por la esperanza, la conversión y la reflexión.
Jesús enseñó a sus discípulos la importancia de estar siempre preparados, vigilantes y atentos a la acción de Dios en la historia. El Adviento nos invita a adoptar esta misma actitud: a no dejarnos llevar por la indiferencia o la rutina, sino a abrir el corazón a la venida del Señor. Esa espera se vive como una oportunidad para revisar la vida, fortalecer la fe y renovar el compromiso con el Evangelio.
Además, anunció el Reino de Dios como un Reino de amor, justicia, perdón y misericordia, ofreciendo esperanza especialmente a los más pobres, a los enfermos, a los excluidos y a los pecadores. Jesús mostró, con sus palabras y con sus acciones, que Dios no abandona a su pueblo y que siempre existe la posibilidad de un nuevo comienzo. El Adviento expresa precisamente esa esperanza: la certeza de que Dios cumple sus promesas y que la luz puede vencer la oscuridad.
El Adviento también pone de relieve valores esenciales en la vida y en la enseñanza de Jesús, como la humildad, la sencillez y el servicio. El hecho de que el Hijo de Dios haya elegido nacer en un pesebre, en una familia sencilla, muestra que Dios se manifiesta en la pequeñez y en la sencillez, y no en el poder ni en el lujo. Jesús enseñó que los más grandes en el Reino de los Cielos son aquellos que sirven, los que se hacen pequeños y los que viven con humildad. En coherencia con este mensaje, el tiempo de Adviento invita a los cristianos a vivir con mayor sobriedad, a compartir con los necesitados, a practicar la generosidad y a alejarse del consumismo excesivo que muchas veces caracteriza la preparación de la Navidad. De este modo, la esperanza cristiana se traduce en acciones concretas de amor y solidaridad.
En conclusión, el Adviento es tiempo para fijarnos más detenidamente en las enseñanzas de Jesús, especialmente en su dimensión de esperanza. A través de la espera vigilante, la conversión sincera, la humildad, el servicio y la solidaridad, nos preparamos para recibir a Cristo en la Navidad y, al mismo tiempo, para vivir cada día según su mensaje. El Adviento, por tanto, no es solo una tradición, sino un camino espiritual que fortalece la fe, renueva la esperanza y motiva a los cristianos a construir un mundo más humano y más cercano al Reino de Dios anunciado por Jesús.
Nuestro actuar tiene que guardar una total coherencia con Sus enseñanzas.
Oración
Señor Jesús,
En este tiempo de Adviento venimos ante Ti con un corazón abierto, lleno de deseo y de esperanza. Tú eres la luz que viene al mundo, la promesa cumplida del Padre, y la semilla de un Reino nuevo de amor, justicia y paz.
Enséñanos a esperar con una esperanza activa, con fe sincera y con un corazón vigilante.
Danos la gracia de no vivir este tiempo solo como una preparación exterior, sino como un camino de conversión interior. Que cada día sea una oportunidad para cambiar, para perdonar y para comenzar de nuevo.
Señor, que nuestras palabras, gestos y acciones reflejen tu amor; que podamos ver tu rostro en el hermano que sufre, en el que tiene hambre, en el que está solo, y que no cerremos el corazón ante su necesidad.
Enséñanos a valorar la sencillez, a compartir lo que tenemos y a buscar lo que de verdad importa: tu presencia en nuestra vida.
Danos un corazón despierto, capaz de reconocer las señales de tu amor cada día. Fortalece nuestra fe cuando haya dudas, renueva nuestra esperanza cuando el cansancio se presente y aviva en nosotros el fuego de la caridad.

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