PREDICACION DESDE LA ACCION
La Predicación Dominicana en Cuba: Una Presencia que Acompaña y Transforma
Para nosotros, los frailes dominicos, predicar no se trata solo de hablar del Evangelio desde un púlpito. Predicar es vivir el Evangelio cada día, en medio de la gente, compartiendo sus alegrías y sus luchas.
En Cuba, esta manera de predicar se vuelve especialmente significativa. La historia y la realidad del pueblo cubano nos han enseñado que el anuncio de la Buena Noticia necesita también de gestos, de presencia, de compromiso concreto. Desde la llegada de los primeros frailes a esta tierra hace más de 500 años, nuestra misión ha ido tomando forma al ritmo del pueblo, caminando con él, aprendiendo de su resistencia, de su fe y de su esperanza.
Hoy, la predicación dominicana en Cuba se vive en las calles, en los barrios, en las casas. No se limita a la palabra hablada: se expresa en el abrazo al que sufre, en el acompañamiento a las familias, en la formación de líderes laicos y en proyectos sociales y culturales que nacen del corazón del Evangelio. Muchas veces, nuestros frailes y laicos se convierten en puentes entre necesidades urgentes y respuestas humanas: creando espacios educativos, cuidando a los ancianos, promoviendo la cultura local, generando diálogo entre distintos. Estar ahí, con la gente, escuchando con el corazón, es ya una forma de anunciar a Cristo.
Un ejemplo hermoso de esta misión es el Centro Fray Bartolomé de las Casas, en La Habana. Este lugar no es solo un edificio; es un espacio de encuentro, de pensamiento, de compasión. Lleva el nombre de un dominico que dedicó su vida a defender a los más olvidados, y eso marca todo lo que allí se vive. En el Centro, se estudia, se reflexiona, se sueña, se ayuda. Allí, la fe y la vida dialogan todo el tiempo. La contemplación se convierte en compromiso, y la compasión en acción. Se acoge al que busca, se acompaña al que sufre, se construyen puentes donde muchos solo ven muros.
Así es nuestra predicación en Cuba: sencilla, cercana, encarnada. Una palabra viva que nace del silencio de la oración y se hace gesto en medio del pueblo. Porque creemos que el amor de Dios no se impone, se ofrece. Y ese amor, cuando se vive de verdad, tiene el poder de transformar realidades, sanar heridas y despertar esperanza.
Fr. Celio de Padua García, OP
SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA
Las conversaciones diplomáticas en Dinamarca fueron relativamente bien. El rey danés Valdemar estuvo conforme con el pacto matrimonial propuesto, si bien su hija la princesa no parecía del todo convencida según los criados rumoreaban en los pasillos del castillo de Copenhague.
Aquel país le resultaba extraño a Domingo y no solo por los paisajes tan verdes, la montaña y el mar. Era una cultura distinta y notaba que allí el cristianismo se había generalizado hacía solo unas décadas. Tanto es así que le resultó asombroso que había tribus en el interior del país —los cumanos— que no les había llegado aún el mensaje del cristianismo, nunca habían oído hablar de Dios ni de Jesúsni de la Iglesia ni del cristianismo. Se planteó la posibilidadde ir a conocer los mientras esperaban la respuesta del rey, quizás hablarles del Evangelio, de Jesús y de Dios.
Esa idea que surgió así, como de forma espontánea, se le fue metiendo cada vez más en la cabeza. Pensar en que había muchas personas que aún no conocían a Dios, o incluso como aquellos cátaros del sur de Francia que tenían ideas equivocadas de Jesús y del Evangelio, le llevaba una y otra vez a pensar que tenían que tener la oportunidad de que alguien les contara la verdad. (...)
Cruzaron Alemania, Francia y regresaron de nuevo por el Languedoc. De nuevo pudieron ver a los predicadores cátaros y la idea que le había nacido en Dinamarca de ir a los cumanos a llevarles el Evangelio, volvió con fuerza...; se dio cuenta de que muchas gentes, en muchos lugares, tenían necesidad de conocer el verdadero evangelio de Jesús, de conocer a la Iglesia y el verdadero rostro de Dios. En Dinamarca eran tribus paganas que nunca habían oído hablar de Dios; en España —en tierra de moros— eran quienes creían en otro Dios, y allí en Francia quienes habían hecho una extraña religión que deformaba lo que la Iglesia decía de Jesús, pero en unos u otros sitios, todos compartían la misma necesidad a ojos de Domingo, de que se les predicara el Evangelio.
—Diego, yo sé que nuestras obligaciones son las que son..., ¿pero no ves la necesidad que yo veo? Lo dice el evangelio, están como ovejas sin pastor... —decía Domingo, cabalgando al paso, junto a Diego, por los caminos tras cruzarlos pirineos de camino a Toledo a llevar la respuesta del reyde Dinamarca al rey Alfonso VIII. (...) el encargo de Jesús fue hacer discípulos, bautizarles, que conociese el mundo entero su mensaje de amor... Ser fiel al Evangelio es precisamente predicar el Evangelio...
(...)
—¿Y si no volviésemos? —le decía Domingo a Diego, ambos a solas, en una de las estancias del castillo, mirando caer la nieve sobre el oscuro y violento mar del Norte—. Es como si Dios nos hubiese traído hasta aquí por algún motivo... Y están esos cumanos que jamás han oído hablar de Él...
—Los cumanos... —repitió Diego ensoñadoramente—. Dios... Podría ser..., pero seguimos teniendo obligaciones...Yo soy obispo en Osma... A ti podría relevarte de tus compromisos yo mismo pues es conmigo con quien los tienes —le decía a Domingo—, pero yo tendría que hablar con el Papa...
«¿Qué será de toda esa pobre gente que no conoce a Dios?¿Cómo podrán ser felices si nadie les habla de Dios, de que les quiere, de cómo vivir mejor? ¿Qué será de toda esa gente que no sabe quién es Jesús y que no sabe de su mensaje de amor, de su Evangelio?».
ORACION
Dios del amor y de la fidelidad,
que nos has enviado tu Palabra para que sea nuestro camino;
concédenos que siguiendo este camino tras las huellas de santo Domingo
“caminemos con alegría y pensemos en nuestro Salvador”.
Por Jesucristo nuestro Señor.
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