PRESENTES EN EL CONTINENTE DIGITAL
En la actualidad hay un gran reto en cuanto a la predicación del evangelio en los nuevos medios de comunicación e información conocido como: redes sociales, un gran continente al que hay que ir y hacerse presente. El gran desafío para los dominicos hoy presentes en el mundo 2.0 es saber estar y ser, ser y estar; lo que supone que en el día a día tengamos como fundamento principal, el estar llamados a predicar la Buena Nueva para la salvación de las almas y no que nos sintamos llamados a pertenecer al mundo nuevo de solo “parecer y aparentar”, es decir, que intentemos encajar en ese mundo solo por apariencia y no como la palabra y predicación encarnada, vivencial, testimonial.
Los dominicos por ser la Orden religiosa que desde hace siglos ha predicado y evangelizado a una buena parte del mundo (la OP) tendríamos que sentir el compromiso de ir como misioneros a estos otros escenarios donde hay un inmenso mar y un gran terreno en el que urge mostrar a Cristo como la verdad. Son varios los hermanos que se van aventurando a subir a esa barca y remar mar adentro buscando seguir siendo pescadores de almas.
La gran familia dominicana se va abriendo a ese gran abanico de posibilidades para llevar a cabo una predicación a través de los dones que el Señor no ha brindado. No solo la filosofía y la teología como protagonistas, sino que el canto, la música, la pintura y hasta la cocina con un “Predicocinando” van diciendo aquí estoy en un enorme mapa en el que a diario aparecen lugares y espacios donde seguramente Cristo y Santo Domingo han querido estar y ser presencia viva mediante los hermanos de blanco y negro que quieren ir a dar color de evangelio a la humanidad.
Cristo envía a mensajeros a lugares donde quiso ir él (Lc. 10, 1-2) el mismo Santo Domingo quería ir a muchos lugares a seguir predicando como antorcha viva, esto nos debería cuestionar y hacernos la pregunta ¿Qué haría Cristo y los santos con estos medios y redes de comunicación hoy? La respuesta seguramente sería, aprovecharlas al máximo para atraer sin perder de vida de quién soy y qué no soy. Esto debe hacernos sentir la vocación dominicana en lo más profundo, sentir el llamado a seguir la tarea evangelizadora sin perder el rumbo, saber que soy comunidad, que hablo por mis hermanos. Que soy un buscador de la verdad, lo que me hace inquieto por el estudio. Que soy predicación viva y encarnada, lo que debería encender en mí el estar y ser un enamorado de la Palabra, no solo ser creyente que aparece en redes sociales porque sí, sino ser signo creíble y portador de la esperanza, de aquel que espera la mirada compasiva de un Dios que es misericordia. Que soy una sinergia entre lo contemplativo y lo activo. Que oro aquello que predico y que predico aquello que contemplo. Entonces serán muchas las almas que a través de una pantalla en un mundo muchas veces tan plástico, serán tocadas, serán sanadas y serán salvadas.
Fray Marcos J. García S., OP
@miamigoelfray
@fraymarcosmchef11
@predicocinando
SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA
Diego y Domingo al cruzar el país del Languedoc una vez más habían vuelto a oír lo que las otras veces de camino a Dinamarca habían escuchado. Domingo se acordaba especialmente de aquel posadero a las afueras de Toulouse con el que pasó toda la noche hablando y ahora volvía a escuchar en otras voces lo que aquel hombre le había dicho. Veían el sufrimiento que aquel mensaje era capaz de generar. Un mundo en el que todo era malo, enemigo y capaz de llevar a la ruina eterna era un mundo terrible en el que vivir. Pero también escuchaban las críticas a la Iglesia católica a la que acusaban de mostrarse muy rica, con iglesias muy adornadas, con sacerdotes y obispos con grandes caballos y grandes séquitos. Ante eso, los cátaros ganaban también en credibilidad, porque vivían con pobreza, con pobreza se presentaban y con pobreza predicaban.
Los predicadores católicos, los legados pontificios, se sentían un poco acobardados ante aquella situación, y no terminaban de encontrar cómo hacer las cosas; así que la llegada de Diego y Domingo la acogieron como más que una muy buena noticia, porque llegaron con iniciativas y proyectos nuevos. Domingo y Diego habían estado hablando mucho sobre qué proponerles a los legados, y Domingo había insistido mucho: lo primero era asumir la pobreza como lo habían hecho los cátaros, era la única manera para conseguir que la gente les prestara atención:
—Lo primero de todo que hemos de hacer, es comenzar a predicar como ellos —decía Diego en una reunión con los legados y con Domingo—. Si queremos que la gente nos escuche, hemos de hacer lo mismo que les funciona a ellos: dejar los caballos, la riqueza, los séquitos. Hemos de mezclarnos con la gente, ir a pie, hablar y predicar en plazas y mercados y cruces de caminos como ellos. Hemos de vivir con pobreza e ir a los distintos sitios del país caminando, pobres, mezclándonos con todo el mundo, con la fuerza de la palabra y del ejemplo. No podemos quedarnos solo en las iglesias donde vienen los nuestros y solo nos escuchan los nuestros.
(...)
Desde ese momento comenzaron a viajar a pie, sin séquito ninguno, en pequeños grupos que se repartían los pueblos y los lugares a los que ir a predicar. Los tres legados iban juntos, Diego y Domingo también hicieron equipo y los tres clérigos que con ellos habían viajado hasta Dinamarca en sus viajes, otro equipo más. Iban de pueblo en pueblo aprovechando los días de mercado para ir a las plazas y los cruces, y allí predicaban a quien quería escucharlos. Después iban a las iglesias también para cuidar de los católicos que seguían fieles a la Iglesia, celebrando misa, escuchando confesiones y administrando los sacramentos.
Aquel cambio de formas de hacer las cosas si bien no fue inmediatamente un éxito, si consiguió que la gente comenzara a escucharlos; y a ellos les permitió descubrir que la situación era mucho más difícil y compleja de lo que de primeras habían intuido, pues había muchos más cátaros y estos habían convencido a mucha más gente de lo que ellos mismos pensaban. Casi había más cátaros en el Languedoc que católicos.
ORACION
Señor Dios nuestro, acuérdate de santo Domingo
que con gran anhelo deseaba el martirio;
concede fortaleza a aquellos hermanos nuestros
que por tu nombre y amor a Cristo
sufren persecución a causa de la justicia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
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