miércoles, 2 de octubre de 2024

Novena a la Virgen del Rosario (4): María y la paz

 

Virgen del Rosario y Sto. Domingo - Convento Ntra. Sra. del Rosario (Montevideo)
 - PP. Dominicos Uruguay -


María y la paz


     Con palabras del S. Pablo VI, ¿acaso no hay relación entre la Maternidad divina de María y la paz, una relación que no es accidental, sino que extrae su realidad y fruto de todo el patrimonio dogmático, patrístico, teológico y místico de la Iglesia de Cristo?

     Las palabras de Cristo en la cruz, "Mujer, he ahí a tu hijo, Hijo, he ahí a vuestra madre", nos muestran una madre que nos ama, una madre a la que amar, una madre situada en el vértice de una sociedad del amor. Es decir, Madre de Dios y del Redentor (Lumen gentium, 53), del nuevo Adán en el que y por el que todos los hombres son hermanos (cf. Rom 8, 29), María, nueva Eva (cf. Lumen gentium, 63), se transforma de este modo en la madre de todos los vivientes (cf. ib., 56), nuestra madre amantísima (ib., 53). Se nos presenta una nueva visión que es el reflejo de la Virgen en la Iglesia, como dice San Agustín: “María refleja en sí la figura misma de la Iglesia".

     Madre de Cristo Rey, Príncipe de la Paz (Is 9, 6). María se transforma por esto mismo en Reina y Madre de la paz. El Concilio Vaticano II, al enumerar los títulos de María, jamás la separa de la Iglesia.

    Así la Iglesia, toda la Iglesia, a ejemplo de María debe vivir también ella cada vez con mayor intensidad la propia maternidad universal (cf. Lumen gentium, 64), respecto de toda la familia humana actualmente deshumanizada porque está desacralizada.

    Nadie piense que la paz, de la que María es portadora, se pueda confundir con la debilidad o la insensibilidad de los tímidos o de los viles; recordemos el himno más bello de la liturgia mariana, el Magnificat, en el que la voz sonora y valiente de María resuena para dar fortaleza y valor a los promotores de la paz: "Desplegó el poder de su brazo y dispersó a los que se engríen con los pensamientos de su corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes" (Lc 51-52).

    A la Madre de Cristo suelen los fieles entretejer con las oraciones del rosario místicas guirnaldas durante el mes de octubre. Al crecer los males es conveniente que crezca la piedad del pueblo de Dios; por eso es más conveniente durante el mes de octubre el rezo piadoso del rosario a María, clementísima Madre. Es muy acomodada esta forma de oración al sentido del pueblo de Dios, muy agradable a la Madre de Dios y muy eficaz para impetrar los dones celestiales. El Concilio Ecuménico Vaticano II, aun cuando no con expresas palabras, pero sí con suficiente claridad, inculcó esta oración del rosario en los ánimos de todos los hijos de la Iglesia en estos términos: «Estimen en mucho las prácticas y ejercicios piadosos dirigidos a Ella (María), recomendados en el curso de los siglos por el Magisterio» (Const.dogm. De Ecclesia, 67).

    Redóblense por tanto durante el mes de octubre, dedicado a Nuestra Señora del Rosario, las preces; auméntense las súplicas, a fin de que por su intercesión brille para los hombres la aurora de la verdadera paz, aun en lo que se refiere a la religión, que no pueden profesar hoy libremente todos.

    Pablo VI exhortó en su día –y también nos puede servir para estos nuestros días- que cada cual procure aportar su contribución práctica, generosa y auténtica a la paz del mundo, eliminando del corazón en primer lugar toda forma de violencia, todo sentimiento de avasallamiento del hermano. Actuando así os encontraréis ya en el sendero de la paz universal que se funda en la paz efectiva de cada uno.

    Si queréis conseguir que la paz reine en todo el mundo, hacedla reinar primero en vuestro corazón, en vuestra familia, en vuestra casa, en vuestro barrio, en vuestra ciudad, en vuestra región, en vuestra nación:

    De este modo los demás sentirán incluso el encanto y el gozo de poder vivir en serenidad y de esforzarse para que este inmenso bien sea aspiración, exigencia y patrimonio de todos.

    Reforzad vuestra convicción de paz en la oración personal y comunitaria: en el dialogo y la meditación en los que os esforzáis por conocer cada vez más profundamente a Cristo y por comprender su mensaje con todas sus exigencias: en los sacramentos, y sobre todo en el sacramento de la Eucaristía, en el que el mismo Cristo os da la fe, la esperanza y, ante todo, la caridad; en fin, reforzadla en la devoción filial a la Virgen María.


S. Pablo VI: Carta Encíclica “Chisti Matri” (15 de septiembre de 1966)
Homilía en la Misa de la Paz (1 de enero de 1978).



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Santísima Virgen del Rosario:



Mira con maternal clemencia,

Beatísima Virgen, a todos tus hijos.

Atiende a la ansiedad de los sagrados pastores

que temen que la grey a ellos confiada

se vea lanzada en la horrible tempestad de los males;

atiende a las angustias de tantos hombres y mujeres,

padres y madres de familia que se ven atormentados

por acerbos cuidados, solícitos por su suerte y la de los suyos. 

Mitiga las mentes de los que luchan

y dales «pensamientos de paz»;

haz que Dios, vengador de las injurias, movido a misericordia, 

restituya las gentes a la tranquilidad deseada

y los conduzca a una verdadera y perdurable prosperidad.


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REZO DEL ROSARIO: Misterios Gloriosos

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