Fiel a la tradición, la devoción del pueblo de Córdoba tiene
una cita en la noche del Viernes de Dolores en el Santuario de Santo Domingo de
Scala Coeli. En este enclave de la sierra cordobesa marcado desde su fundación
por la contemplación del Misterio de la Cruz, se rememora esta noche el primer
Vía Crucis de occidente, instituido y practicado en estos parajes por San
Álvaro desde su fundación en 1425 a su vuelta de Tierra Santa, para recordar y
meditar aquel que en su entrega salvadora recorriera en Jerusalén nuestro
Redentor.
A las palabras de bienvenida del P. Mariano del Prado, O.P.,
Consiliario de la Real Hermandad y encargado de conducir el devoto ejercicio
penitencial, que en esta ocasión fue aplicado por las víctimas del terrible
accidente aéreo de los Alpes, siguió la interpretación de una saeta inspirada
en el Cristo y San Álvaro, por parte de Aurora Barona, pregonera de la Romería
de Santo Domingo 2015.
Como siempre, el cortejo con el Santísimo Cristo sobre los
hombros de sus hermanos, rodeado de faroles, precedido por la Cruz de Guía y el
Estandarte de la Hermandad y seguido por el pueblo, inició su recorrido bajo el
palio estrellado con luna creciente de la espléndida noche primaveral,
deteniéndose en cada una de las cruces que jalonan el camino del Santuario al Monte Calvario. Fervor, oración, recogimiento,
devoción y silencio intercalado de cantos y las saetas de un nutrido grupo de
voces.
Desde el pasaje en que Jesús ora en el Huerto de Getsemaní
hasta que es colocado en el sepulcro y resucita al tercer día, se suceden las catorce
estaciones donde se manifiesta el amor a Cristo y se reconoce la acción
salvadora del sacrificio de la Cruz. Catorce estaciones para meditar la liberalidad
del Amor de Dios sobre la base de otros tantos textos de los Evangelios; prescindiendo
de textos apócrifos. La contemplación de las escenas de la Pasión del Señor
tiene que conducirnos por fuerza a la revisión de nuestra vida y actitudes en
el momento actual, pues Cristo no es alguien del pasado. Cristo es ayer, hoy y
siempre y vive muy cerca, a nuestro lado y, padece de nuevo, en tantos hombres
y mujeres víctimas de la violencia, el terrorismo, la injusticia, la pobreza,
la opresión, la intransigencia, el maltrato, la soledad, la incomprensión, la
enfermedad, el olvido, el desprecio, . . . Cristo que pasa sufriendo a nuestro
lado y, que a diferencia de San Álvaro, no le reconocemos; quizá porque sólo lo
imaginamos sobre un paso y acompañado por una agrupación musical.
El regreso está literalmente cantado en la composición
“Caminito de Santo Domingo”, que el músico Ramón Medina, como gran devoto del
Cristo y de San Álvaro, le dedicó. Dice así: “desde el Calvario hasta el Santuario rezando el Santo Rosario con fe y
con piedad” y como corresponde al viernes, los Misterios Dolorosos.
Una última saeta, despide al Santísimo Cristo en el umbral
de la iglesia, antes de quedar expuesto a la veneración de los fieles en el
presbiterio de su Santuario.
M.A. N. P.