PREDICACION MEDIANTE EL ARTE
El arte siempre ha tenido un papel fundamental en la Iglesia, a lo largo de la historia del arte, ambas se han beneficiado mutuamente,comprendiendo que no puede prescindirse de la dimensión artística del ser humano a la hora de comprender y vivir la Salvación, pues ésta se realiza en la historia: es una consecuencia más de la encarnación.La representación de la belleza siempre expresa los aspectos más elevados del ser humano, la bondad, el amor, las fantasías y sueños de las personas, la búsqueda de Dios, la fraternidad y la construcción de la comunidad…; el arte denuncia igualmente las situaciones de sinsentido, injusticia y violencia; el valor de lo cotidiano, de lo que habitualmente no llama nuestra atención; orientándonos hacia un horizonte distinto, alimentando la esperanza de la humanidad. La comunidad eclesial ha sabido valerse del estilo y las inquietudes de la humanidad en cada momento para presentar el mensaje de Jesucristo.
También la Orden Dominicana ha sabido emplear las artes para desarrollar su carisma de la predicacióny lo ha hecho de forma magistral gracias a figuras como fr. Angélico, fr. Bartolomé de la Porta, Sor plautillaNelli, fr. Juan Bautista Maíno o Fr. Pedro Bedón. También hoy somos muchos los miembros de la familia dominicana que contemplan y dan lo contemplado por medio del arte.
El lenguaje artístico resulta extraordinario para expresar a Dios porque no muestra, no define, sino que sugiere, invita sin limitar el Misterio divino que siempre trasciende cualquier concepto o idea de nuestra realidad, de un modo muy particular en el momento en que vivimos, en el que la imagen y la estética han cobrado tanto protagonismo.
La misión de los artistas cristianos no es únicamente la de crear belleza, también la deexpresar la verdad, la bondad y la belleza que se encuentra en lo cotidiano, la de ser la voz de los sin voz, iluminar de esperanza las realidades de dolor.
Así lo decía el papa Francisco en su homilía para el jubileo de los artistas:
“Queridos artistas, veo en ustedes unos custodios de la belleza que sabe inclinarse ante las heridas del mundo, que sabe escuchar el grito de los pobres, de los que sufren, de los heridos, de los presos, de los perseguidos, de los refugiados. Veo en ustedes unos custodios de las Bienaventuranzas (…) ustedes, hombres y mujeres de cultura, están llamados a construir puentes, a crear espacios de encuentro y de diálogo, a iluminar las mentes y a encender los corazones (…) El arte no es un lujo, sino una necesidad del espíritu. No es huida, sino responsabilidad, invitación a la acción, llamada, grito. Educar en la belleza significa educar en la esperanza.”
Fr. Félix Hernández Mariano, OP
SANTO DOMINGO NOS CUENTA SU VIDA
A Domingo le gustaba estar allí sentado, en la Peña de san Jorge, envuelto en su capa de gruesa lana, y mirar todo alrededor lo que la daba la vista. El campo infinito coloreado de verde y oro del trigo y la cebada, el ocre de los campos segados, el verde de los viñedos, las lindes de matas entre terruños, los árboles crecidos al azar, a veces solos, a veces en pequeños bosquecillos —encinas y robles, enebros, alguna haya, los chopos, los pinos...—, la tierra roja de los labradíos, las amapolas, los girasoles y las mil flores salvajes que crecían aquí y allá, y sobre todo los caminos entre rojos, marrones y amarillentos de tierra que se alejaban de Caleruega hacia unas montañas que si el día estaba claro se podían intuir no tan lejanas...
Domingo veía los caminos, y se preguntaba a dónde irían, veía esos inmensos horizontes infinitos cargados de misterios y promesas y se preguntaba qué habría detrás de ellos... Se preguntaba si él podría visitar todos los lugares que estaban allá lejos: la Roma donde vivía el Papa del que su madre le hablaba; Santiago donde estaba la tumba del apóstol y a la que peregrinaban tantos, algunos incluso pasaban por Caleruega de camino, o Jerusalén y los Santos Lugares donde Nuestro Señor Jesucristo caminó, vivió, murió y resucitó; todo esos sitios a los que su padre iba a caballo donde vivían personas que no eran cristianas y que no entendía Domingo cómo podían vivir sin conocer a Dios...
Del libro "Santo Domingo de Guzmán nos cuenta su vida"
Autor: Fr. Vicente Niño Orti, OP
Edit. Laude (Grupo Editorial Luis Vives 2020)
ORACION
Señor Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que en tu Hijo nos elegiste y predestinaste
para que fuésemos alabanza de tu gloria
en la casa de tu siervo Domingo;
te damos gracias por los dones recibidos
y te pedimos nos lleves a todos, vivos y difuntos,
a tu misma casa para ser ya
santos e inmaculados en tu presencia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
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