María, la
Virgen orante. El Magníficat
La contemplación de María se alimentó siempre con
la Palabra de Dios. El Magníficat es fruto y expresión de esta contemplación.
Muchas veces confundimos la contemplación con la
distracción o con un temperamento retraído. Pero el contemplativo, de ninguna
manera es aquel que está siempre fuera de la realidad; por el contrario, el
contemplativo es profundamente realista. María en las bodas de Caná es la
primera en darse cuenta de lo que ocurre: “No tienen vino”. María en ese
momento no dice: “Tomemos los Salmos y cantemos”. Es realista, sabe entrar en
el corazón preocupado de aquellos jóvenes porque es profundamente
contemplativa.
Toda la vida de Nuestra Señora estuvo envuelta en
la contemplación: “María, por su parte, guardaba todas esas cosas y las
meditaba en su corazón”. Todo lo que María iba viviendo alimentaba gozosamente
su contemplación.
Esto nos enseña que nuestra contemplación, para
que sea verdadera, tiene que estar constantemente alimentada por la Palabra de
Dios, por la vida de la Iglesia y por el sufrimiento de los hombres. Viviremos
una dimensión contemplativa en la medida en que vayamos guardando “todas estas
cosas” en el corazón.
El Magníficat es la expresión del alma
contemplativa de Nuestra Señora. Es la oración de un pobre que experimenta la
grandeza de Dios y es testigo de sus prodigios; María sabe que el Mesías ha
venido a habitar en Ella, pero no guarda esto para sí, porque la salvación es
para todo el pueblo de Israel, de generación en generación.
También es la oración de la fidelidad y el canto
de la universalidad.
El Magníficat es, ante todo, una oración
contemplativa de glorificación, de alabanza y de júbilo por todo lo que Dios es
y por todo lo que hace. En el Magníficat, María no pide nada, sólo glorifica y
exulta de alegría. Así reconoce el plan de Dios realizado no sólo en Ella sino
en todo el mundo.
El canto de María nos muestra que en Ella la
contemplación es fruto de su fe, de su pobreza y de su oración. También
nosotros viviremos en una dimensión verdaderamente contemplativa en la medida
en que nuestra fe sea más firme y nuestra oración más constante. La
contemplación de Nuestra Señora es también fruto de su atenta escucha de la
palabra de Dios, no sólo de la que le fue dicha por el ángel, sino de la que va
escuchando en el camino.
El Magníficat está ubicado después del saludo de
Isabel, o sea, en un contexto de servicio. Sin duda, María permaneció allí sirviendo
a su prima que la necesitaba. Nuestra contemplación, como la de María, también
debe estar en el origen y en el término del servicio a los hermanos. Por eso,
nuestra jornada debe ser vivida con una dimensión contemplativa.
Card. Eduardo
Pironio
(Extractos del libro
“La humilde servidora del Señor”.
Publicaciones claretianas)
MISTERIOS GLORIOSOS
Primer
misterio: La Resurrección del Señor
“Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está
vivo y cree en mí, no morirá para siempre” (Jn.11, 25-26).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Segundo Misterio: La Ascensión
a los cielos
“Mientras
los bendecía, se separó de ellos subiendo
hacia el cielo. Ellos se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén con
gran alegría” (Lc.24, 51-52).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Tercer
Misterio: La venida del Espíritu Santo
“Una vez que
comían juntos les recomendó: No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla
la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua,
dentro de pocos días seréis bautizados con
Espíritu Santo” (Hch. 1, 4-5).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Cuarto
Misterio: La Asunción de María
“Porque es preciso que lo corruptible se revista de incorrupción y que este
ser mortal se revista de inmortalidad. Entonces se cumplirá la palabra
escrita: “La muerte ha sido absorbida en la victoria”. (1 Cor. 15, 53-55).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Quinto
Misterio: María, madre y reina
“En la
celebración de la realeza de María se contempla a aquella que, sentada junto al
Rey de los siglos, resplandece como Reina
e intercede como Madre” (“Marialis
cultus” de S. Pablo VI).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos,
AMEN.
Libro sobre María:
“LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA”
Autor:
Romanus Cessario, OP
Editorial: Magnificat
María en la música:
"MAGNIFICAT DOMINICANO"
(versión inglesa)
Letra en castellano:
Alabar, mi alma se alegra en Dios.
Magnificat, Magnificat,
Anima mea, dominum
Bendecir, bendecir al pueblo de Dios.
Bendecir, bendecir el nombre del Señor.
Todos los pueblos me dirán bendita:
se fijó en la sierva del Señor.
Predicar, predicar la palabra de Dios.
Predicar, predicar su verdad en la tierra.
Enséñanos a seguirle
y muéstranos su camino
porque santo es su nombre. Amén