LA CUARESMA, NUEVA OPORTUNIDAD
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Una vez más, Señor, el
calendario y Tú me dais otra oportunidad.
¡Cuántas cuaresmas llevo
vividas y no termino de convertirme!
Pero hoy de nuevo sales a mi
encuentro y me recuerdas lo de siempre,
que es nuevo cada día: que me
has creado para la felicidad
y que me conviene enderezar
el camino.
Me das una nueva oportunidad
y me recuerdas tres palabras
que pueden sonar a caducadas,
pero que están de plena actualidad,
y que pueden aportar salud
mental y espiritual a mi vida.
Una es la limosna. Me invitas
a vivir compartiendo,
dando aquello que me sobra,
que me agobia, que me ata,
que me quita libertad,
porque cuando doy de lo que
tengo me vuelvo más rico.
Cada vez que regalo de lo
mío, aunque me cueste,
me siento mejor por dentro,
parece que gano en libertad
y sobre todo en coherencia
personal.
No necesito tanto para vivir
como yo creo
y a veces atesoro por
inseguridad, por afán de tener,
por previsión, por no creerme
del todo
que los pajarillos no tienen
granero y Tú los alimentas,
mientras yo lleno nevera,
armarios, estanterías y bibliotecas.
Me das la oportunidad de
ayunar,
que es no darme todos los
caprichos, renunciar:
a alguna venganza, a
continuar una murmuración,
a algunos ocios que me
empobrecen para elegir otros que me enriquecen,
a algunas perezas que me
mantienen dentro de mí,
sin abrirme a los demás,
a algunas manías que me
dificultan las relaciones y la tolerancia,
a palabras huecas, temas sin
sentido
y conversaciones poco
constructivas,
a la indiferencia ante el dolor
ajeno
que me disculpa del
compromiso.
Me das otra oportunidad para
sumergirme en la oración,
ese tesoro que mantiene viva
nuestra amistad,
nuestra relación y nuestro
amor.
Gracias, Señor, por darme
esta Cuaresma, otra oportunidad.
Fr. Miguel Angel Vilchez, OP.
Salmo: "Señor, de tí procede el perdón y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su Palabra".
Oración: “Señor, Tú no te complaces en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados”.
Evangelio: San Mateo 5, 20-26