Sobra fundamentalismo
El sentido común nos dice hoy que el sociólogo,
como cualquier gurú de la cotidianidad –influencer
se denomina alguno-, es un ignorante a la hora de razonar sobre la acción de
Dios en nuestra historia; la respetuosa ironía, por su parte, apunta a que Dios
no acude a la consulta del teólogo cuando se siente mal por no secundar sus sabios
planes los humanos. La actualidad, además, pone en nuestra pantalla la preocupación
generada por reconocer el presidente estadounidense la pretensión sionista de
que Jerusalén sea la capital del estado de Israel, obviando su ya largo status
de ciudad santa para las tres religiones monoteístas. Dinámica histórica,
acción de Dios e inestable equilibrio de nuestro mundo.
Nuestro tiempo dibuja así un paisaje pluriétnico,
pluricultural y plurirreligioso, como se viene reconociendo en no pocos foros,
que plantea nuevas formas de relaciones mutuas y que éstas, además, sean
abiertas y satisfactorias, donde el diálogo, la autocrítica y la colaboración
efectiva entre los pueblos, culturas y religiones del mundo sean algo más que
aseadas formas diplomáticas de coexistencia.
Mucho tenemos que cambiar en el seno de cada
religión para que las personas y los grupos, implicados por creencia en la
construcción de la paz en nuestro mundo, seamos icono reconocible de una
convivencia pacífica y acogedora entre los distintos credos. En esta tarea
sobran los fundamentalismos y las posturas ultramontanas que alimentan su seguridad
en el dogmatismo, pero que no es la mejor metodología de la concordia ni
fomenta recíproca sensibilidad, ni respeto a las diferencias existentes, ni
apertura a lo que en cada parcela religiosa hay de esperanza y salvación. El
Espíritu sabe mejor que nadie estimular nuestra vida y oración, y la comunidad
cristiana espera a un Dios que se hizo hombre para todos, los de dentro y los
de fuera. Bueno es secundar tan geniales iniciativas.
Fr. Jesús Duque OP.