Dios todopoderoso y eterno,
tú quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz,
para mostrar al género humano el ejemplo de un avida sumisa a tu voluntad;
concédenos
que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio,
y que un día participemos en su gloriosa resurrrección.
Por nuestro Señor Jesucristo.
En la entrada de Jesús en Jerusalén se nos encomiendan tres maneras de virtudes
con que hemos de salir a recibir al Señor cuando viene espiritualmente a nuestras almas:
La primera es la oración,
figurada en aquellos que le alababan con sus voces y le pedía salud.
La segunda es la limosna y misericordia,
que es figurada en los otros que cortaban ramos de oliva,
porque por la oliva se entiende la misericordia.
La tercera es la mortificación de la carne y el menosprecio de sí mismo,
que es figurada por aquellos que arrastraban sus ropas por tierra
para que fuesen pisadas y acoceadas por honra de Cristo.
(Fray Luis de Granada)