Oh Dios,
que por la glorificación de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo
nos has abierto las puertas de tu reino,
haz que la recepción de dones tan grandes
nos mueva a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio
y vivir con mayor plenitud las riquezas de nuestra fe.
Por nuestro Señor Jesucristo.
" El Espíritu Santo, entrando en el alma del justificado, no está allí ocioso; porque no se contenta con honrar la tal alma con su presencia, sino también la santifica con su virtud, obrando en ella y con ella todo lo que conviene para su salud. Y, así, está allí como padre de familia en su casa, gobernándola; y como maestro en su escuela, enseñándola; y como hortelano en su huerta, cultivándola; y como rey en su propio reino, rigiéndola; y como sol de este mundo, alumbrándola; y, finalmente, como el alma en su cuerpo; dándole vida, sentido y movimiento; aunque no como forma en materia, sino como padre de familia en su casa" .
(Fray Luis de Granada)