¡Oh Salvador mío,
fuente inagotable de dulzura y de bondad!
No piense yo más que en Vos.
Cuando al mismo tiempo que a Vos se ama cualquiera otra
cosa,
ya no se os ama, ¡oh Dios mío!, con verdadero amor.
¡Oh amor lleno de dulzura, dulzura llena de amor,
amor exento de penas y seguido de infinidad de placeres;
amor tan puro y tan sincero que subsiste en todos los
siglos;
amor cuyo ardor no hay cosa que pueda apagar ni entibiar!