“Os dejo la paz; os doy mi paz”
Jn 14, 27-31
No es la paz que se estila en el mundo, que suele traer sorpresas desagradables. Esa que se mezcla con interés, venganza y derrota. Esa misma que deja mal sabor de boca con tanta frecuencia. No es la paz de los organismos internacionales, ni la de las democracias más perfectas. Tampoco la de las guerras que se acaban o las discusiones zanjadas. Porque la paz de este mundo nunca es perfecta, ni siquiera está del todo definida… Hay una paz que brota de adentro, que se recibe como un don. Que no es ausencia de conflictos, sino fortaleza en ellos. Una paz que se conquista y que está por encima de los momentos difíciles. Es más: que está en los momentos difíciles. Pide en este día, para ti y para los tuyos, la paz de Cristo. Construye, acoge en tu interior, la paz que estás buscando fuera de ti.
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