domingo, 21 de enero de 2018

La mesa de la Palabra: Teo y Socio (...) logía



Teo y Socio (…) logía

Uno de detalles más paradójicos del hecho cristiano es el que se nos ofrece como el rasgo más frágil, y no es otro que el propio Cristo Jesús, y más cuanto que lo que más lo singulariza, su encarnación, el ser Dios hecho humano, no nos provoca precisamente por su racionalidad. Cristo no es un mensajero al uso como lo pudo ser Moisés con los judíos o Mahoma en el caso del islam; no, Cristo es un enviado que, al tiempo, es el mismo Dios.  

Teología, pues, en estado puro con incontables consecuencias sociológicas en nuestra contemporánea modernidad. Porque Cristo no viene para defender la ley o para ser uno de sus voceros; al contrario, viene para levantar acta del interés que tiene el Padre Dios por la salvación de todos los hombres, sin verse urgido para decirnos desde el inicio lo que tenemos que hacer, sino a quién tenemos que seguir y a quien hacemos presente entre nosotros cuando derrochamos gestos humanizadores en nuestra diaria convivencia. Porque la encarnación de Cristo conlleva unas potencialidades increíbles para que emerja un mundo humanizado sin tener que atarnos a unas leyes religiosas por necesidad. Porque lo que a los hombres nos conecta es la ley, pero lo que nos orienta hacia Dios es otra cosa.

Es como si la religión hubiera decretado salir de la misma religión, y dejara de poner el acento en sus nexos normativos y perfiles cultuales, para subrayar con nitidez que todo lo que hagamos en pro de nuestros iguales adquiere condición de ofrenda limpia y grata a Dios y siempre que reforcemos la conexión con los hermanos en la clave ineludible del servicio ejercemos la ciudadanía samaritana propia de su proyecto cristiano del Reino de Dios.  



Fr. Jesús Duque OP.