sábado, 16 de diciembre de 2017

La mesa de la Palabra: De mística tarea




De mística tarea

Entiendo que la duda es un necesario ingrediente de la fe; ignoro si esta noche oscura (agradecida alusión a San Juan de la Cruz a quien evocamos el pasado 14 de este mes) se acostumbra a convivir con la luz, porque a los creyentes no nos queda más remedio que afrontar la existencia del misterio en estas tareas nuestras de buscar el rostro de Dios. Los entendidos en estos avatares religiosos establecen unas comparaciones que, si no se matizan, suenan atrevidas.

Dicen que la reflexión bíblica y teológica es a la narrativa o al ensayo lo que la mística es al lenguaje poético. En lo que tenga de válido esta similitud, parece indicar que en el decir bíblico y teológico prima la adhesión a un Credo, aceptación de un catecismo, mientras que en lenguaje místico predomina la relación personal con Dios Padre y la oración. Orantes y creyentes, Juan de la Cruz y Tomás de Aquino, Álvaro de Córdoba y Francisco de Posadas, místicos y profetas.

Que siga el debate. Sin embargo, no hay que perder de vista que, entre unos y otros está el que plantó su tienda, el Emmanuel, un puente para ser transitado: es necesario constatar la unión del misterio de amor derramado y la existencia de una humanidad caminante, con sed de plenitud. A este Dios-con-nosotros no se le caen los anillos por embarrarse en nuestra condición y en nuestro caminar, pero sí se le cae el corazón para que los humanos no le hagamos perder el latido que, en el misterio de la luz, nos ofrece su Navidad, que es caminar Dios y el hombre al mismo compás, porque la luz de la esperanza ya está madura, y el corazón del hombre con levadura.

Fr. Jesús Duque OP.