Amistad de Santo Domingo y San Francisco:
Encontrándose Santo Domingo en Roma, rogando a Dios y al Papa en favor de la confirmación de la orden, orando una noche según costrumbre, contempló en visión a Nuestro Señor Jesucristo. Estaba en pie en el aire, y blandía tres lanzas contra el mundo. Su Madre se arrojaba de rodillas ante Él y le rogaba que tuviera misericordia de los redimidos. El Hijo le respondió: "¿No ves cuántas injurias me hacen?; mi justicia no soporta impunemente tantos males". Su madre le dijo "Como bien sabes, aquí está el camino por el que volverás a conducirlos hacia ti. Tengo un siervo fiel, al que enviarás al mundo para que anuncie tu Palabra, y los hermanos se convertirán a ti". Y le mostró a Santo Domingo. El Hijo dijo entonces a su Madre: "He aquí que tu súplica me ha aplacado, pues este hombre al que te has referido obrará bien y con diligencia, pero dale un compañero". La Madre le contestó: "Le daré en ayuda otro consiervo para que obre de modo semejante". Entonces le mostró a San Francisco, recomendándole al igual modo a Cristo.
Santo Domingo observó con atención al compañero que veía en la visión, y que era para él desconocido hasta entonces. Lo reconoció al día siguiente al encontrarlo en la iglesia, y abrazándolo santamente y cubriéndolo de besos, le dijo: "Tú eres mi compañero; tú correrás juntamente conmigo; permanezcamos juntos y no prevalecerá contra nosotros ningún enemigo". Le narró, pues, la antedicha visión, y desde entonces se hicieron un corazón y un alma en el Señor; esto mismo mandaron observar con firmeza a sus seguidores.
(Rodrigo de Cerrato)
Preces por las Misiones
Te presentamos Señor nuestra pobreza.
Danos el temor de Dios para seguir a Cristo como él:
pobre entre los pobres,
y vivir con ellos la precariedad de la vida cotidiana y,
lejos de todo poder, convertirnos en hermanos y hermanas de los últimos.
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