miércoles, 7 de octubre de 2015

Nuestra Señora, la Virgen del Rosario



Que sepamos dirigir nuestra vida, 
como la Virgen María, 
en la contemplación y fidelidad 
a los diversos misterios de la vida de Cristo, 
que dan sentido a nuestro vivir
 en el gozo, en el dolor y en la esperanza de la gloria.



Virgen del Rosario - Scala Coeli (Córdoba)

Evangelio, Virgen María y Santo Domingo: El Rosario

Como nos recuerda el P. Ricardo Cuadrado Tapia, O.P., en su libro “Celebraciones vivas del Rosario”, todas las cosas creadas están llamadas a perfeccionarse por evolución o desarrollo. Y también el Rosario. El cual comenzó siendo una semilla o embrión, pero estaba llamado a crecer y a desarrollarse hasta llegar a ser la más excelente de las devociones marianas.

Santo Domingo, inspirado por la Madre de Dios, comenzó a recitar muchas veces el Ave María, unida a la meditación y contemplación de los misterios principales de la vida de Cristo y de su madre. Con esta devoción y práctica mariana, Santo Domingo intentaba alabar y proclamar las grandezas de María, como Madre de Cristo, doctrina y realidad que negaban los Albigenses. 

Este recitar Avemarías, contemplando al mismo tiempo los misterios de Jesús, fue pronto imitado con gran difusión por frailes y monjas de la Familia Dominicana. Solían recitar el Avemaría 50 veces o múltiplos de este número, acompañado de genuflexiones y meditación de los misterios de Jesús: era un arrodillarse, rezar el Avemaría y meditar en la vida del Señor.

Hacia mediados del siglo XV el también dominico beato Alano de Rupe da la estructura o fórmula casi actual del Rosario. Por su parte, el Obispo Foroliviense, al instituir las Cofradías del Rosario, afirma que el Rosario de la Virgen, constaba de 50 Avemarías y 5 Paternoster. Dicho obispo es el primero que atribuye, en documento oficial, a Santo Domingo la institución del Rosario. Luego, 44 Papas en más de 200 documentos lo alaban y recomiendan como la más excelente de las devociones marianas.

La Orden de Predicadores, junto con toda la Iglesia, celebramos en esta fiesta de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario, las maravillas obradas por Dios a favor de los hombres, en la contemplación devota de los misterios de la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro Salvador Jesucristo, con María, su Madre y Madre nuestra.

La Virgen María es para nosotros ejemplo de contemplación de los misterios de Cristo y de docilidad a la propia misión. Como nos dice también el Papa Francisco, en la “Evangelii gaudium”, ella también es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios.

Al pie de la cruz, Jesús nos lleva a María, porque no quiere que caminemos sin una madre, y el pueblo lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio.