lunes, 26 de mayo de 2014

OÍDO EN SCALA COELI: Notas de la Eucaristía del Domingo 25 de mayo de 2014


Sexto domingo de Pascua

    ¿Con quién estoy cuando estoy solo? ¿con quién puedo contar siempre y para siempre?

    Es cierto que muchas veces en la vida estamos acompañados de muchas personas, pero aunque estemos acompañados de muchas personas, hay una zona de nosotros mismos –nuestra interioridad, nuestra mismidad- donde, por mucho que nos quieran y nos conozcan, nadie puede entrar. Ni nuestros padres, ni nuestros seres más queridos. Y ahí, cuando nos sentimos más solos, ¿nos sentimos aislados, abandonados, deshabitados, vacios?

    El cristiano sabe que es un hombre y una mujer habitado. “…volveré a vosotros, no os dejaré huérfanos…” y eso te cambia la vida. Porque no es una presencia que se impone y te destruye, sino una presencia que cohabita contigo, te estimula y te fortalece, con la cual puedes contar.


   Y hay muchas veces en la vida donde también decimos: ¿con quién puedo contar para todo, siempre y en todo?

    La vida, muchas veces, se presenta como una especie de tribunal donde yo tengo que dar razón de mí mismo, de mis obras, de mis planteamientos; donde yo tengo también que ser capaz de responder de mis actos y de sus consecuencias, y, donde muchas veces, en ese tribunal no me siento comprendido, me siento juzgado demasiado aprisa, juzgado desde fuera.

   Necesitamos un testigo que hable por nosotros, un testigo de nuestra defensa, alguien que testifique nuestras razones más profundas. Y ese es el Defensor, el Paráclito, aquel con quien puedo contar; que es Cristo y el Señor nos da, además, otro defensor, el Espíritu Santo. Cuando yo estoy con Él, cuando yo me dejo guiar por Él, ya puede la gente, incluso yo mismo con mis traumas o complejos, decir lo que quieran de mí mismo. La verdad de mí mismo, la felicidad de mí mismo está garantizada por alguien con el que se puede contar. No dependo de la opinión de los demás, ni siquiera dependo de mi opinión, más o menos falsa, más o menos exagerada por arriba o por abajo. Es un certificado de autenticidad y de garantía.
    
   Pero, ¿cómo hacernos conscientes de ese que nos habita y ese que nos defiende? Es cierto que nosotros tenemos que desarrollar una especial sensibilidad, es decir, cultivar nuestra fe, para que no se nos oculte lo que está ahí y que muchas veces no percibimos. Creemos que percibimos con evidencia aquellas cosas que están delante de nosotros, y no es así. Nuestra capacidad de captación depende de cómo nosotros estemos atentos y cómo estemos cultivados para darnos cuenta de las cosas.
   
   Un ejemplo que a todos nos toca de cerca desde ayer: alguien que sea aficionado al futbol puede descubrir las jugadas, las estrategias, saber incluso el  nombre de cada uno de los que toca el balón en cada momento; por el contrario, la persona que no le gusta el futbol, que no se interesa por ese mundo, ni comprende la estrategia, ni comprende lo que pasa, confunde al portero con el árbitro por que van vestidos distintos, y resulta que no sabe quién va con el balón.
  
   Y es que la sensibilidad hay que educarla. La sensibilidad para la música, para el arte… la sensibilidad para Dios también hay que educarla.
   
   Hay distintas maneras de educar esa sensibilidad, según sea lo que tengamos delante de nuestra vida.
  
  Si nosotros tenemos un problema, la única manera de conocer profundamente es tomarlo con distancia y ver las causas, ver las razones y, desde ahí, poder encontrarnos con el problema, solucionar el problema. Es decir, un problema lo conoceremos tomando distancia, alejándonos.
   
  Un objeto, pensemos en un árbol, la única manera de conocerlo es acercándonos, tocándolo, oliéndolo; es por acercamiento, por tocamiento.
   
   ¿Y las personas -las personas humanas y la persona de Dios-, cómo las conocemos? Ni alejándonos, ni tocándolas, sino internándonos, sumergiéndonos, poniendo en contacto nuestra intimidad con su intimidad, buceando en el alma, en el espíritu de la otra persona. Si no, no la conocemos.
   
   ¿Cómo conocemos a Dios? ¿cómo conocemos la presencia de Cristo y del Espíritu en nuestros corazones? Buceando, internándonos. Eso solo puede hacerlo el amor, un círculo cerrado que es afecto y, también, aprender a vivir juntos. Es eso que nosotros llamamos en la espiritualidad el amor a Dios y el seguimiento de Dios; el amor a Cristo y el seguimiento de Cristo.
  
   Y fijaros en el texto de hoy de San Juan (Jn. 14, 15-21), Cristo hace como una especie de círculo: parece que dice lo mismo y lo contrario; porque dice “si me amáis, guardaréis mis mandamientos”, pero es que después dice “el que sigue mis mandamientos, ese me ama”. ¿En qué quedamos? ¿por dónde empezamos? ¿O será que somos un círculo de intimidad, de conocimiento, de amor, de compartir la vida, de compartir los valores, de tal manera que si no amo, no entiendo de las personas, porque solamente con amor se comprende a las personas? Pero, si a la vez, yo no comparto la vida, el amor, no sigo a Jesús, me quedo fuera de Él, de su intimidad, de su alma, de su misión, del Padre, de los hombres, ¿hasta qué punto puedo decir que le amo a Él o amo una imagen falsa que me he construido según mis intereses?

   Amar para conocer… conocer para amar … seguir para amar … seguir para conocer. Todo es compartir la vida, compartir la intimidad.

    Lo decíamos al principio de la Eucaristía, estos textos no son para explicarnos cosas extrañas, sino para explicarnos lo que está pasando en nosotros, aquí y ahora, hombres y mujeres de fe, hombres y mujeres de espíritu, hombres y mujeres de experiencia, de Jesucristo; hombres y mujeres con sensibilidad espiritual, unos más desarrollados y otros menos, pero eso solo lo sabe Dios y nuestra conciencia. ¿Qué pasa en nosotros? Porque nos encontramos capaces de andar por la vida de una manera especial.
   
  Fijáos en la segunda lectura ( I Pedro 3,15-18) cuando dice Pedro “seáis capaces de dar razón de vuestra esperanza a quienes os pregunten, pero con mansedumbre, con educación, con buenos modos”. Porque el gran peligro de nosotros es, por una parte, el intentar esconder que somos cristianos –nos da vergüenza-, y por otra parte, la persiguibilidad fanática –imponer a los demás nuestras ideas-.
  
  ¿Cómo superar esos dos peligros? Del miedo a definirse delante de los demás, de dar razón de lo que queremos, de lo que esperamos, con nuestras palabras, pero sobre todo con nuestras obras; y, por otra parte, no ser agresivos, no descalificar al oponente, no insultar al que piensa distinto de nosotros. ¿Cómo vivir la identidad con educación, con mansedumbre, con respeto?  Ahí se verá si yo estoy asumiendo los modos de Cristo, gracias a mi amistad con Él y a la transformación del Espíritu Santo, en cuanto persona y en cuanto comunidad. En  nuestra comunidad eclesial tiene que ser así.
  
  Y la Primer lectura (Hch. 8, 5-8, 14-17) también nos habla de otra manera de actuar del hombre de espíritu. Ha empezado la persecución que ahora se ceba solamente con aquellos judeocristianos que vienen de lengua griega, que eran siempre un poco insólitos, porque la mayoría eran extranjeros. La comunidad cristiana palestinense judía goza de paz. Y en esta persecución –que acabará con Esteban- en esa dificultad, estos hombres y mujeres, en vez de quedarse parados, aniquilados, angustiados, asustados, encogidos, se lanzan más allá de las fronteras, a los márgenes, a predicar al Señor Jesús. Y es curioso que llegan a Samaría. No es simplemente un trayecto geográfico de pocos kilómetros; es todo un trayecto mental, virtual –los samaritanos eran los enemigos tradicionales, los herejes confesos, aquellos que no podían formar parte desde siglos antes del Pueblo de Dios-. Y, precisamente, allí se habla de Jesús, allí se responde a Jesús, allí puede venir el Espíritu Santo.
  
   El Papa Francisco nos habla de los márgenes. ¿Quiénes son los samaritanos hoy entre nosotros? ¿a qué márgenes tenemos que ir para hablar de Jesucristo e ir descubriendo que Dios está actuando en ellos? ¿qué itinerarios, no sólo físicos, sino sobre todo intelectuales, mentales, espirituales, tenemos que hacer, de tal manera que no caigamos en el miedo ante las dificultades, ni tampoco en la cerrazón de que solamente los nuestros, “los de toda la vida”, son aquellos que pueden vivir a Jesucristo? ¿qué cambios nos obliga la verdad de Cristo actuando en la historia y en la sociedad?¿qué cambios de mentalidad?

   Pues todo esto es vivir la vida en el Espíritu.

  Vamos a pedirle al Señor que estas palabras que hemos oído no sean textos piadosos un poco incomprensibles, sino guía tremendamente práctica para poder vivir lo cotidiano, el día a día, lo que nos pasa.

sábado, 24 de mayo de 2014

Hoy los dominicos y la Iglesia entera celebramos

Traslación de Nuestro Padre Santo Domingo

Hoy la Orden celebra la primera traslación del cuerpo de Santo Domingo, por decisión de su amigo el papa Gregorio IX y ante la Asamblea del capítulo general de Bolonia, el día 24 de Mayo de 1233,  desde su primera sepultura “bajo los pies de los frailes” a un arca de mármol dentro de la misma Iglesia de San Nicolás. En su  traslación el cuerpo santo de Santo Domingo emanó un aroma maravilloso, mostrando luminosamente a todos cómo el Maestro Domingo fuera buen olor de Cristo (Bto. Jordán).


ORACIONES:

*  Oh Dios, que has iluminado a tu Iglesia con los méritos y enseñanzas de santo Domingo, tu confesor y Padre nuestro; concédenos, por su intercesión, que no nos falte tu ayuda en esta vida y crezcamos siempre hacia los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo.

* Señor, Padre Santo, Tú quisiste renovar la vida de los Apóstoles mediante nuestro Padre santo Domingo, para dar a tu santa Iglesia esplendor y seguridad.
Él, viviendo como Cristo en pobreza, devolvió mediante su predicación la luz del Evangelio a los que se había alejado de ella, ganando de este modo para Cristo a numerosos hermanos.
Él quiso con acierto reunir consigo a otros predicadores que, iluminados por la sabiduría celeste, se dedicasen totalmente a la obra de evangelización.
Por eso, Señor, todos los ángeles y santos te alaban y cantan sin cesar.


*Domingo clamemos y en honor suyo entonemos un mirífico cantar.
Oh pueblo, sigue su huella y oriente sea su estrella de tu incierto caminar.
¡Buen pastor, Maestro y Guía de la grey que en ti confía:
con solícito clamor en la corte del Rey santo,
haz que suba nuestro canto hasta el trono del Señor!


LECTURA DEL PROFETA ISAÍAS (52,7-10)

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es Rey”.

Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.

Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalen: el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra  la victoria de nuestro Dios.


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (28,16-20)

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, esos se postraron, pero algunos vacilaban.

Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.


Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

viernes, 23 de mayo de 2014

JORNADA ESPIRITUAL EN PASCUA: “María y el don del Espíritu Santo” ( y IV)



Las relaciones profundas como medio de evangelización

            Las relaciones interpersonales, cuando son profundas y de fe, son un instrumento de evangelización y cambio.

         Para valorar una relación tengo que salir de mí. Lo importante en el servicio no es lo que hago, sino cómo me relaciono en lo que hago, cómo ponerme en el lugar del otro.

         Salir de uno mismo y antes de llegar al otro, supone pasar por montañas de dificultades.

         Según se preparen los encuentros, así salen. Hay que prepararse para la relación.


María y su vida como misión de evangelizadora. El estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia

         Con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está María. Ella reunía a los discípulos para invocarlo, e hizo posible la explosión misionera que se produjo en Pentecostes. Ella es la madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el Espíritu dela nueva evangelización.

         María es la que sabe transformar un establo de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales, pero con una montaña de ternura.

         María es la esclavita del Padre que se estremece a la alabanza, la amiga siempre atenta para que no falte el vino de nuestras vidas, y la del corazón abierto por la espada que comprende todas las penas.

         Es la madre de todos, signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Es la verdadera madre, aquella que camina con nosotros, lucha con nosotros y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios.

         Es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Es la estrella de la nueva Evangelización, la mujer de fe que vive y camina en la fe, y su excepcional peregrinación de la fe representa un punto de referencia constante para la Iglesia.

         Nosotros hoy fijamos en ella la mirada para que nos ayude a anunciar a todos el mensaje de la salvación, y para que los nuevos apóstoles se conviertan en agentes evangelizadores.

         Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y el cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás es lo que hace de María un modelo eclesial para la evangelización. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la alegría llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo.


jueves, 22 de mayo de 2014

JORNADA ESPIRITUAL EN PASCUA: “María y el don del Espíritu Santo” (III)



La Vida espiritual como manifestación de un compromiso fiel
a las nuevas relaciones


Las relaciones pueden ser infinitas. La Vida espiritual nos da cuerda para que las relaciones se vayan ampliando.

La vida espiritual de María nos abre a un campo de actuación y de trabajo que va desde las nuevas relaciones, más abiertas, más humanas y más profundas, y el diálogo con Dios, desde la realidad y el compromiso.

Ejemplos de esto en la Biblia por parte de María son:

Lucas 8,19-21: “Mi Madre y mis hermanos escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.

Un trabajo de la Vida espiritual será siempre revisar y actualizar el mundo de nuestras relaciones humanas, para hacerlas también relaciones espirituales, desde la relación con el Señor. María facilitará siempre esta apertura entre los discípulos de Jesús.

Juan 3,3-58: “¡No tienen vino! ¡Haced lo que El os diga!”

Merece la pena que nos paremos hoy en estas dos frases de María y la actitud espiritual que conllevan. Todo un modelo de Espiritualidad de la apertura a la realidad, a las necesidades de los otros, y al poder de Dios, porque para Él nada hay imposible, logrando un diálogo espiritual a tres bandas: con la realidad, con los otros y con Dios.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Jornada Espiritual de Pascua en Scala Coeli: María y el don del Espíritu Santo (II)



¿Cómo vivo y en que hago consistir hoy la Vida Espiritual? ¿Cómo lo hizo María y cómo vivió ella la obra del Espíritu Santo?


            María es, para los cristianos, modelo de muchas cosas. Hoy, sobre todo, maestra y acompañante en nuestra vida espiritual.

         Dos señales que nos sirven para confirmar lo anterior:

·        María es la que busca a Jesús siempre.
·        María es la que no deja de dialogar y ponerse a la escucha.

¿Qué nos ofrece hoy? ¿qué es la vida espiritual?

1.     Es una relación con Jesucristo siempre a la escucha y siempre en obediencia a su Palabra.

¿Cómo lo vivió María? Como una discípula.
Comparte lo que Jesús hace y dice. María es considerada como testigo de lo que dice y hace Jesús.
Comparte y sigue el mismo estilo de vida que el Maestro.
Comparte la misma suerte y destino que el Maestro. María vive su existencia prendada de Jesús.

El discípulo (María y el propio Jesús) vive el día a día con todas sus consecuencias, con la tranquilidad de que el Padre cuida de ella (de El).

¿Qué lugar ocupa en nuestra vida diaria la Palabra de Dios?
El discípulo se hace servidor. María no le importa ser esclava, servidora. Interpreta los acontecimientos desde la fe.

2.     Vida Espiritual es dejar hacer a Él. Es una vida en obediencia, en humildad, que se deja hacer por el Espíritu, en oración, en humildad, etc. ¿Me dejo hacer?

María se convierte en la pedagoga de la obra del Espíritu Santo ante los discípulos en esta época de Pascua hasta Pentecostés.

María es un testimonio de cómo acoger la obra de dios y que sea la que prevalezca sobre nuestra vida personal e individual.

¿Cómo hacer de todo lo que me pasa Vida espiritual? Cuando permito que sea su Espíritu el que me vaya haciendo.

María recordó a los discípulos que las Palabras de Jesús estaban vigentes y que sus promesas se iban a cumplir. María les recordó que ella misma era obra del Espíritu Santo. Les contó cómo era su vida espiritual .

María es la que hace camino con nosotros en el momento de hacer la obra de Dios.


martes, 20 de mayo de 2014

JORNADA ESPIRITUAL EN PASCUA: “María y el don del Espíritu Santo” (I)


           Dentro de la programación para el presente curso, el sábado día 17 se celebró en Scala Coeli una nueva jornada espiritual al que acudieron cerca de 40 personas, asistiendo a la misma una nutrida representación de los distintos talleres de oración que se desarrollan allí, así como miembros de la Franternidad laical de Santo Domingo y otros amigos y personas en búsqueda, interesadas en el tema que se había anunciado.

         En concreto, para esta ocasión, el Padre José Antonio Segovia, escogió el tema de “María y el don del Espíritu Santo”.

         Comenzamos en la capilla del convento, presidiéndonos en esta ocasión el icono de la Virgen de los Nudos, con una oración personal, una breve exposición del P. Segovia, a partir del texto de San Juan 21,4-13, en la que nos vino a recordar que todos aquellos esfuerzos que en nuestra vida realicemos, si nos creemos que van a obtener frutos por el simple hecho de que los hemos realizado nosotros mismos, puede que no se obtengan los resultados que queremos que se den, mientras  que si nos dejamos aconsejar y los tenemos presentes con el acompañamiento y dirección de Jesús, darán frutos abundantes para nuestro bien y los demás. Finalizamos con una oración entresacada del Libro del Eclesiástico:


Antes de los siglos, desde el principio, me creó,
y nunca dejaré de existir.
Ante él, en la santa tienda, presté servicio;
y así me he establecido en Sión,
en la ciudad amada he hallado descanso, 
y en Jerusalén he asentado mi poder.
En el pueblo glorioso he echado raíces,
en la porción del Señor, en su heredad.

Venid a mí los que me deseáis,
y saciaos de mis frutos.
Porque mi recuerdo es más dulce que la miel,
mi herencia más dulce que los panales.
Los que me comen tendrán más hambre,
los que me beben, tendrán más sed.
Quien me obedece no quedará confundido,
los que por mí se dejan guiar, no pecarán.


         Ya en la Sala “Fray Luis de Granada”, dio comienzo la primera de las reflexiones, en la que el Padre José Antonio nos presentó a María como Maestra y Acompañante de la Vida espiritual. El acercamiento a María nos iba a ayudar a revisar y reajustar el modo en que llevamos a cabo nuestra Vida espiritual en este tiempo previo a Pentecostés. La pregunta que centraría nuestro trabajo y nuestra oración sería; ¿cómo vivo y en qué hago consistir hoy la Vida Espiritual, cómo lo hizo María y vivió la obra del Espíritu Santo?

         Después de una Eucaristía y el almuerzo, en la tarde se comenzó con un diálogo abierto entre todos los participantes sobre el “diálogo espiritual en la vida”, a partir del texto sobre María que se recoge en la Exhortación del Papa Francisco “La Alegría de l Evangelio” y del encuentro bíblico entre María y su prima Isabel.

         Finalizó la Jornada con una nueva reflexión del P. Segovia sobre “María y su vida como misión de evangelizadora”.

        (  En próximos días iremos presentando resúmenes de lo tratado en esta Jornada Espiritual.  )

lunes, 19 de mayo de 2014

Los dominicos y la Iglesia entera celebran hoy la festividad de

San Francisco Coll (1812-1875)

Francisco Coll nació en Gombreny, Gerona (España), el 18 de mayo de 1812, y fue el menor de diez hermanos. Al poco tiempo murió su padre, y la madre se defendió entre mil dificultades económicas.
En 1823 el futuro dominico comienza a estudiar en el seminario de Vich (Barcelona), y habita en casa de la familia Puigselloses. con el compromiso de atender y dar clase a los niños de la casa. En 1830 entra en la Orden de Santo Domingo. en el convento de Gerona. Pero en 1835 el Gobierno central decreta la supresión de las Ordenes religiosas, y el p. Coll se ve obligado a residir fuera del recinto conventual: en esos años se reafirma su vocación dominicana con una fidelidad extraordinaria a sus reglas, obediencia fiel a los superiores y un gran amor a todo lo que constituía su vocación dominicana. En 1836 recibe la ordenación sacerdotal en Solsona, Lérida. Intensifica entonces aún más su dedicación a la vida pastoral: catequesis, confesiones, dirección espiritual y, sobre todo, predicación.
San Antonio Maria Claret, compañero de predicación del nuevo Beato, dijo de él: «donde yo predico, todavía puede venir el p. Coll a añadir algo; pero donde predica él, a mi ya no me queda qué hacer». En 1856 funda la congregación de Dominicas de la Anunciata para la educación femenina. Hacia 1860 se queda completamente ciego, y en 1875 fallece en Vich.  
Fue beatificado solemnemente por Juan Pablo II el 29 de abril de 1979, y canonizado el 11 de Octubre de 2009 durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI.

...

Hay tres aspectos de la vida de Jesús que toda persona declarada santa tiene que haber vivido: la filiación con Dios, es decir, el ser hijo de Dios y vivir como tal haciendo la voluntad del padre; la pasión por el Reino, un Reino en el que vivamos la libertad, la justicia, la solidaridad, el amor; y la opción preferencial por los últimos, los desheredados, los excluidos y marginados. Esta opción que fue la de Jesús ha de ser también la nuestra.

Estos tres aspectos que nos encontramos en Jesús, San Francisco Coll los intentó llevar a su propia vida.

San Francisco Coll fue un hombre rico en fe y veía a Dios como un Padre bueno, como el Padre bueno. Él lo llamaba el buen Dios. Otro aspecto importante en la vida de este Santo es su pasión por el Reino. Toda su vida fue una vida dedicada a la predicación y al anuncio del Buen Dios. Cristo era el centro de su reflexión. El Cristo que entrega su vida y que con esa entrega instaura un orden nuevo en la humanidad.

En su predicación dio mucha importancia a la paz y a la concordia “saliendo al encuentro de quienes anhelaban un cambio que dejara atrás tanto odios, luchas entre hermanos, falsedad en la relaciones…y proclamando el amor que se debe al prójimo, incluso a los enemigos”, moviendo a la conversión y al cambio. Frutos de su misión fueron “las restituciones que se hicieron en algunos de los lugares en los que predicó y la reconciliación de personas que llevaban muchos años enemistadas”.

Francisco Coll tampoco dejó a los últimos sin la Buena Noticia. La opción preferencial por los pobres que vemos en Jesús, Francisco la hace suya. La predicación por los pueblos los realiza a imitación de Cristo pobre, como nos dice el P. Vito, “llevando una vida muy austera, imponiéndose privaciones”. Esta pobreza le hacía cercano a la gente de los pueblos en donde predicaba. Al final distribuían entre los pobres los alimentos que les quedaban. Visitaba a los enfermos y a los presos.

Es esta opción por los últimos una de las causas que le lleva a la fundación de las dominicas de la Anunciata. Se da cuenta que mientras algunas chicas pueden instruirse como las que iban a las dominicas terciarias de Santa Catalina de Vic, había otras niñas que no tenían esta posibilidad. “Le dolía en su corazón que tales niñas no pudieran tener lugares de enseñanza. Privadas de escolarización vivían en poblaciones, aldeas y casas de campo, y sus padres no podían llevarlas al colegio de la ciudad, por su pobreza. Se quedaban así privadas de una instrucción tan deseada”.

La Fundación de las Dominicas de la Anunciata es su gran obra. Ellas son las continuadoras de la misión del Padre Francisco Coll. Surgen para dar respuesta a una necesidad que el Padre Coll se encuentra mientras predica en Cataluña: “La entrega de la predicación en Cataluña le proporcionó ocasión para observar el estado de desmoralización en que se hallaban los pueblos. Meditó sobre las causas de semejante mal, y llegó a la conclusión que una causa importante de tales males estaba en la ignorancia que afectaba a la mujer y en la falta de formación religiosa en general”.

Habría muchos aspectos a resaltar del Padre Coll como son su devoción a la Virgen del Rosario, su dedicación al estudio para dar respuesta a las necesidades que se va encontrando, su amor por Santo Domingo y la orden de los dominicos, a la que él pertenecía…, pero me gustaría resaltar uno que hoy día sigue siendo importante para los que nos dedicamos a la enseñanza: la confianza en la posibilidades que los niños y la niñas tienen, confianza en su posibilidades y capacidades.

(Ver texto completo en dominicos.org)


jueves, 1 de mayo de 2014

Histórica celebración de la Festividad de Santa Catalina de Siena por parte de la familia dominicana de Córdoba, junto al Maestro de la Orden, Fray Bruno Cadoré.


El Maestro de la Orden, Fray Bruno Cadoré, ha realizado a Córdoba una visita de algo más de dos días de duración, durante la cual se ha reunido en comunidad e individualmente con los frailes de las Comunidades de San Agustín y de Scala Coeli.  Asimismo, se ha reunido con las distintas prioras y superioras de las comunidades de religiosas y monjas dominicas de la zona occidental de la provincia Bética.



Igualmente, dentro de los actos programados con motivo de dicha visita, el pasado martes, 29 de Abril, festividad de Santa Catalina de Siena, se celebró  un encuentro, que se podría considerar como histórico, en el Convento de Ntra. Sra. de Gracia, de las Madres Dominicas, al que acudieron miembros de todas las ramas de la familia dominicana, frailes de San Agustin y Scala Coeli, monjas y religiosas dominicas y un nutrido grupo de miembros de la fraternidad seglar de Santo Domingo y P. Posadas, así como algunos seglares de Alcalá la Real que habían venido a Córdoba acompañando a las monjas del convento de aquella población jienense.


El encuentro de la familia dominicana tuvo como primer acto una celebración eucarística, con motivo de la festividad de Santa Catalina de Siena.  Dentro de la misma, Fray Bruno, manifestó que la oración de esta fiesta de Santa Catalina es muy importante, que “nos ha enseñado a llegar al conocimiento admirable de la verdad, de tu verdad; al conocimiento de nosotros en ti y de ti en nosotros”.

Añadió, con motivo de la oportunidad que tuvo de contemplar el crucifijo de Santa Catalina, que se conserva en un Monasterio de Roma, que la oración de Santa Catalina fue siempre delante de ese crucifijo; “mirando a él descubría que con esta vida dada para el  mundo, su vida, su propia vida, Santa Catalina podía buscar su verdad. Su verdad no tenía el nombre de Catalina, tenía el nombre de Cristo para Catalina, Cristo para la vida de Santa Catalina. Esta contemplación de la vida entregada, esta contemplación –cada día- para entender que esta vida es también para mí, y también para todos los hermanos, todas las hermanas de mi comunidad, de mi asamblea, de mi Iglesia. Esa es la ayuda para caminar hasta la verdad, para entender que la verdad de Dios no son las teorías que aprendemos, no son las teorías que dialogamos juntos; la verdad es el crucifijo: la vida entregada para que podamos recibir nuestra verdad”.

Continuó el Maestro de la Orden expresando su parecer de que “la fiesta de Santa Catalina hoy es un momento importante para nosotros como familia dominicana. Antes de predicar, antes de hablar del Evangelio, antes de hablar de la doctrina de la Iglesia, tenemos que encontrar la gente para ayudarla, para mirar el crucifijo; no para tener una idea triste, sino para entender que la gloria de Cristo fue dar la vida para la vida del mundo, dar su vida para que el mundo reciba la vida. La predicación, la contemplación empieza en la contemplación de Cristo sobre la cruz, de Cristo abandonado”.

Fray Bruno Cadoré finalizó la homilía manifestando que en un convento de Italia “hay un crucifijo pintado por Fray Angelico. Él –Cristo- es luminoso, el fondo de la pintura son tinieblas, y la luz de Cristo da luz a las tinieblas. Cuando dejamos a esta verdad tomar nuestros corazones, entonces estamos capacitados para decir algo de predicación, de dar algo de la vida del Evangelio”.


Finalizada la Eucaristía, el Maestro de la Orden departió unos momentos con los miembros de la Fraternidad seglar de Scala Coeli, momento al que –por su importancia-  le dedicaremos otra crónica.