lunes, 31 de marzo de 2014

Ejercicios Espirituales para Matrimonios (y III):

Descansar en Dios. “Si hay sed de Dios, habrá sed de oración”

      Compromiso de seguir cuidando al otro y a nosotros mismos. Para ello es preciso encontrar la armonía y proporción que nuestra vida y la de las personas a nuestro cargo hallan en nosotros y en Dios.

Cuidar implica dejar que la otra persona sea ella misma y que sea la que está llamada a ser. Cuidarnos implica dejarnos ser nosotros mismos y dejarnos ser lo que estamos llamados a ser.

Descubrir la presencia de Dios a través de los gestos de cuidado nos facilita el cuidado mutuo.

La oración como cuidado:

·        Ante las dificultades de la vida puede ocurrir que hagamos todo menos acudir junto la Señor.
·        La compañía de Jesús no descansa, porque nos ayuda a relativizar todo. Nos recuerda que caminamos hacia el hogar del descanso y que no tiene sentido agobiarse por cosas que terminan y que nunca podremos controlar.
·        La oración es la mejor terapia para nuestros tiempos. No tiene que ser una oración llena de reflexión, peticiones o sentimientos. Bastará con podernos delante de Dios: su sola presencia sana el corazón.
·        Merece la pena que hagamos oración cada vez que algo nos aflija y comprobar así cómo se serena el  ánimo.

El cuidado como compromiso, servicio y pasión:
-      El cuidado es un compromiso que me define como ser humano y cristiano, como persona y como pareja. El cuidado sostiene la humanidad, la fórmula, la salud y la fe.
-      El cuidado de Dios y el nuestro se pone de manifiesto también en el servicio, la atención, la preocupación, el esmero, ocupación en los detalles, la intrepidez y audacia.
-      Aunque cuidar implica un gran desgaste personal, no se puede quedar en una obligación, sino que estamos llamados a hacerlo también una pasión.

Oración de los esposos

                      Señor: haz de nuestro hogar un sitio para tu amor;
                     que no hay injuria porque Tú nos das comprensión.
                    Que no haya amargura porque Tú nos bendices.
                    Que no haya egoísmo , porque Tú nos alientas.
                   Que no haya rencor porque Tú nos das el perdón.
                   Que no hay abandono porque Tú estás con nosotros.
                   Que nos esforcemos en el consuelo mutuo.
                   Que hagamos el amor un motivo para amarte más.

                  Que demos lo mejor de nosotros, para ser felices en el hogar 

domingo, 30 de marzo de 2014

Ejercicios Espirituales para Matrimonios (II):


El cuidado mutuo. ¿Cómo cuidar y dejarme cuidar?


El cuidado es una solicitud que se pone en la realización de un trabajo, de una persona, de una misión.

        La Biblia admira y recomienda esta presencia inteligente, amorosa y activa del hombre en todos sus quehaceres. Ejemplos: Proverbios 31,10-31; Eclesiástico 38,24-34; 50,1-4.

        La Biblia valora aún más el cuidado personal espiritual. El ejemplo pr excelencia de buen cuidador es Jesús, entregado a su misión de forma personalizada. Ejemplos Lucas 12,50 y 22-23.

        Jesús invita a dejarse cuidar por Dios con las riquezas del Reino. Los cuidados divinos son , por sí mismos, un llamamiento a la experiencia de confianza y atención amorosa, que rebosa toda inteligencia, guardará las crisis y nos dará cuanto necesitamos a tavés de Jesucristo y de nuestro propio cuidado mutuo en la pareja.

        Pero, ¿estoy dispuesto a dejarme cuidar?¿qué cuidados debe ofrecerse toda pareja?

·        Cuidado físico: Es el elemento sugestivo inicial de toda relación. Cuidate como forma de quererte y amarte a ti mismo. Esto hará que se sientas mejor contigo y con tu pareja.

·        Cuidar intereses comunes: Hay que recuperar el tiempo y el espacio que con el paso de los años se descuida de compartir momentos significativos, disfrutando lo que gusta hacer juntos. 

·        Cuidar la afectividad. Este vínculo necesita ser cuidado diariamente e todos su detalles.

·        Cuidar la comunicación eficaz. La afectividad se vive en la comunicación, que tiene que ver con escuchar atentamente y tratar de entender como piensa y siente el otro. Con palabras, gestos detalles o silencios.

·        Cuidado en ver el punto de vista del otro. Poder ver el punto de vista de la pareja, ponerse en su lugar, sus sentimientos, su situación, angustia, dolor.

·        Cuidar el respeto al otro. La dignidad, la voluntad, los derechos de todo ser humano nunca deben ser violentados. Detrás de toda crisis existen luchas de poder impuestas por falta de respeto.

·        Cuidar la dimensión espiritual del otro. Acoger, respetar su manera de pensar, sus interrogantes y búsquedas, sus lenguajes y formas de relacionarse con Dios.





Oración:

Padre, ayúdanos a tocar la fragilidad de las personas a nuestro cuidado, con respeto y dignidad.
Ayúdanos a tocar nuestra propia fragilidad y a tocar la grandeza de nuestro corazón.
Que nuestro cuidado esté impregnado de amabilidad y respeto, de paciencia y atención, de firmeza y ternura.
Perdónanos, como nosotros nos perdonamos.

Sigue cuidando de los dos, para que podamos cuidar a los que nos necesitan. AMEN.

sábado, 29 de marzo de 2014

Ejercicios Espirituales para Matrimonios (I)


Durante este fin de semana se están celebrando en Santo Domingo de Scala Coeli los anuales ejercicios espirituales para matrimonios, dirigidos por el P. José Antonio Segovia O.P., este año con el título “Si conocieras el don de Dios”. Nos sirve para ello la conversación de Jesús con la samaritana (Jn. 4, 1-26).

En esta primera parte vamos a resumir el apartado correspondiente a la revisión del don que Dios ha transmitido a cada uno, respondiendo a las preguntas ¿cómo me encuentro ahora? ¿qué necesito espiritualmente en este momento de mi vida?

Para ello, estudiamos los SIMBOLOS QUE APARECEN EN LA CONVERSACION DE JESUS CON LA SAMARITANA:

·        Lugar: “Sicar” significa “hay algo obstruido”, que ya no brota nada en su interior, por eso hay cansancio y desazón.

·        Jesús, humano, también siente el cansancio.

·        Hora sexta: Significa el estadio de la imperfección propio de toda realidad terrenal. Anterior al siete, que significa transformación y plenitud.

·        Sed: Es la necesidad humana.

·        Pozo: Símbolo de riqueza por su profundidad y el manantial que alberga, así como de esfuerzo y ayuda para encontrar respuesta a cuanto anhelamos.

·        Encuentro y diálogo: Jesús y la samaritana se encuentran a partir de sus necesidades. Se piden, se dan y se cuidan mutuamente. El diálogo es la llave para recibir ayuda y cuidado. Se parte de la necesidad material y se va llegando hasta la necesidad de Dios. El diálogo pone de manifiesto la presencia divina en medio de la conversación humana.
Lo que mueve el diálogo es la necesidad de vida, de amor y de Dios.

·        Agua Viva:
o   Es el agua de manantial, frente al agua estancada de un depósito.

o   Es el agua de la vida verdadera que produce la vida eterna.

o   Es el agua que reconforta a la cansada, reseca y agotada alma.

o   Es el agua que da Jesús y que se convierte en el interior de quien la bebe en un manantial que otorga la vida eterna. Jesús mismo es el agua.

o   Es el agua de la gracia de Dios expresada en dones y cualidades, que son distribuidos a cada uno por el Espíritu Santo de acuerdo a su voluntad. ¿Cómo descubrimos cuál es nuestro don: a través de las pruebas que nos presenta y a través de la oración.
Esos dones orientan nuestro camino y nuestra vida, y hacen que sea preciosa y buena. Si los utilizamos para ayudar a crecer a los demás, se convierten en virtudes.

o   Una vida de inspiración cristiana y una actitud que siga el modelo de Jesús puede tener repercusión y ejercer  una influencia tanto en la vida diaria como en situaciones extraordinarias. De este modo brota una espiritualidad cotidiana práctica.


o   Esos dones son: Amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio de sí (Gálatas 5, 22 y ss.).

viernes, 28 de marzo de 2014

Símbolos de la Cuaresma (I)


La Cuaresma es como un extenso sacramento en el que la Iglesia hace pasar ante sí misma todo el misterio de la vida humana. Mediante esta estructura pedagógica, el creyente va contemplando los grandes símbolos de la existencia y los contrasta con el mensaje de la Palabra de Dios. Es un tiempo oportuno, favorable, en el que la Iglesia hace un alto en el camino para revisar, reflexionar, corregir, enderezar.


El mensaje que evoca la Cuaresma lo podemos resumir así: la vida humana es un proceso de maduración hacia la consecución de la Promesa, gracia que se nos concederá con la venida del Reino de Dios en la fiesta definitiva.

El símbolo fundamental de la Cuaresma es la “cuarentena”. En la Biblia el número cuatro seguido de ceros indica la condición terrestre del hombre pecador, penitente, acechado por mil trabajos. El diluvio duró cuarenta días; cuatrocientos fueron los años que estuvieron los hijos de Jacob en Egipto; Moisés y Elías llegaron al encuentro con Dios después de una purificación de cuarenta días y cuarenta noches en la montaña; el pueblo liberado de la esclavitud alcanzó la promesa tras un largo éxodo por el desierto que duró cuarenta años. Jesús mismo sufrió una apretada cuaresma. Así es la vida, una cuaresma.



(Del Misal Dominicano)

miércoles, 19 de marzo de 2014

El silencio de José


Los textos evangélicos no reproducen una sola palabra de José, el esposo de María. Se diría que presentan la figura de un hombre silencioso. Hay muchos tipos de silencio. Está el silencio de los muertos o el del que no tiene nada que decir, porque su vida está vacía. Está el silencio lleno de tristeza del desamparado, que sufre, llora y ha perdido toda esperanza. Está el silencio tenso que se establece cuando dos personas que no se aman se ven obligadas a estar en un mismo lugar. Está el silencio respetuoso ante un enfermo o ante una desgracia; el silencio lleno de amor que trasluce la mirada de los que se quieren. Y está el silencio del que escucha atentamente lo que el amado tiene que decirle. Sin duda, este último silencio es el que mejor caracteriza a José de Nazaret. Los Evangelios lo presentan como un hombre siempre presto a escuchar la voz de Dios que habla a través de los acontecimientos de su vida y de la vida de aquellos que le han sido encomendados.



 El silencio de José no tiene nada de ingenuo, no es el silencio del que no se entera o no quiere complicarse la vida. Porque José sí se entera: se entera de que su esposa está embarazada; se entera de que el niño está en peligro y, por eso, se lo lleva a Egipto; se entera de que su hijo se ha perdido y, por eso, lo busca. Y como se entera, tiene miedo. No un miedo que paraliza, sino un miedo inquietante, que le impulsa a buscar soluciones respetuosas con su esposa y le mueve a tomar decisiones valientes, como la de emigrar en busca de un porvenir mejor. José se arriesga como resultado de una reflexión, hecha posible gracias a un silencio que escucha, valora y discierne.

 En este mundo nuestro el silencio no abunda. Hay personas permanentemente pegadas a unos auriculares. No sabemos escuchar. El mundo está lleno de ruido y de furor. Sobran gritos sin sentido y palabras altisonantes. Necesitamos espacios de paz, silencios que no condenen y permitan el reencuentro. Cierto, ante muchas injusticias se necesita una palabra fuerte y profética. Pero otras veces las palabras descalificadoras aumentan la distancia entre pueblos y personas. Jesús, el hijo de José, en la cruz, guardaba silencio ante el insulto y no profería amenazas. A veces, políticos y eclesiásticos pierden una buena ocasión para callarse. Y en las relaciones interpersonales, el silencio ha sido, más de una vez, el comienzo de una reconciliación. Mi madre solía recordar el dicho de una amiga suya: “nunca me he arrepentido de haberme callado”.


 La carta de Santiago recomienda ser diligentes para escuchar y tardos para hablar (1,19), puesto que la verdadera sabiduría no se demuestra a base de palabrería, sino con “obras hechas con dulzura” (3,13). En esto San José es todo un ejemplo. Su tarea de custodio de María y de Jesús es un modelo de humanidad que invita a todos a ser custodios unos de otros, a protegernos  mutuamente.

Martín Gelabert Ballester, OP
Blog: Nihil Obstat
www.dominicos.org


lunes, 17 de marzo de 2014

El tiempo fuerte de Scala Coeli



Cuaresma, Semana Santa y Pascua conforman un espacio de tiempo de una importancia especial en Scala Coeli. La memoria y el ejemplo de San Álvaro de Córdoba, su fundador, nos señala el Misterio del Crucificado Resucitado como el más fundamental de nuestra fe y nuestra vida. El derroche de amor sanador de Dios manifestado en la entrega total de Jesús, es una invitación a hacerle un sitio en nuestra mente y nuestro corazón mediante la plegaria y la contemplación amorosa y un lugar en nuestra actividad y relaciones interpersonales a través de una conversión constante a los modos del Evangelio.

La Comunidad de frailes, la Hermandad del Santísimo Cristo y San Álvaro y la fraternidad dominicana seglar, han preparado una serie de encuentros y actividades para favorecer este encuentro vital con el Señor.

El 5 de marzo, celebramos la imposición de la ceniza, y el pasado fin de semana, concretamente los días 14 a 16, tuvo lugar el retiro de cuaresma, con el título “¿Hay vida antes de la muerte?”, dirigido por Fr. Francisco J. Rodríguez Fassio.

Seguirá el triduo al Santísimo Cristo los domingos: 23 de marzo, predicado por Fr. José Antonio Segovia; 30 de marzo, por Fr. Carlos Romero y 6 de abril, por Fr. Mariano del Prado, a las 12 de la mañana.

Del 28 al 30 de marzo, Ejercicios Espirituales para matrimonios, dirigidos por Fr. José Antonio Segovia, con el tema: “Si conocieras el don de Dios y quién te pide de beber…” (Jn 4, 10).

El 5 de abril tendremos celebración comunitaria del Sacramento de la Reconciliación para los talleres de oración y todas las personas que deseen participar, a las 18:30.

El viernes 11 de abril, a las 21:00 horas tendrá lugar el tradicional Via Crucis desde el santuario hasta el Calvario con el Santísimo Cristo.

Del sábado 12 de abril, por la tarde (18:00 horas), hasta la mañana del 20 (10:00 horas), estarán dedicados a los Ejercicios Espirituales de Semana Santa.

El horario de los oficios de dicha semana grande será:

Domingo de Ramos: Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén y Eucaristía (12:00 horas).
Jueves Santo: Misa Vespertina de la Cena del Señor. A las 17:00. Hora Santa ante el Monumento a las 20:00.
Viernes Santo: Celebración de la Pasión del Señor (17:00 horas).
Sábado Santo: Vigilia Pascual (23:00 horas).
Domingo de Resurrección: Eucaristía a las 12:00.


Invitamos a todos a participar de estas celebraciones para poder vivir con intensidad y profundidad el gran regalo de Cristo entregado por nosotros para darnos el Espíritu, creador de la nueva vida y la nueva humanidad.