jueves, 19 de diciembre de 2013

ADVIENTO: Amados por Dios, que libera nuestro interior, la vida de los otros, y su situación

        
  El amor liberador es una experiencia divina que nos habita y nos libera. La convicción de Jesús no era sólo que Dios está cerca de nosotros, sino que, además, nos libera porque nos ama. El amor incondicional de Dios era el fundamento de la espiritualidad de Jesús. Porque  si Dios es el misterio que todo lo abarca, ¿cómo no afrontar con El nuestras situaciones de misteriosas de esclavitud?  ¿Puedo sentirme amado en situaciones misteriosas,  por un misterio como el amor de Dios?


         Para responder, puedo empezar reconociendo que las ataduras y esclavitudes que  me condicionan y desconciertan,  no son definitivas, mí ni pueden serlo. Desde ellas, yo soy misterio y parte de un misterio. El misterio me dio a luz. Así pues, el misterio tiene que cuidar de mí más que yo mismo. Si el misterio de Dios está más próximo a mi  que yo mismo,  entonces no tengo nada que temer del misterio, él cuidará de mí en todo momento y circunstancia. Nada puede hacerme daño realmente, y cualquier cosa que suceda será para mi bien. Soy amado sin límites porque soy uno con todo el misterio de la vida. El camino espiritual nos hace cada vez más permeables al Espíritu de Jesucristo. Ese camino pasa por la atención interior de mis Nudos interiores, la oración para sentir la cercanía del Misterio,  y la docilidad de dejarme desliar de todas las ataduras.. Son medios concretos que nos acerca a la apertura a Dios y a la liberación por el Espíritu Santo. Así me puedo convertir en un instrumento de liberación para otros.  


lunes, 16 de diciembre de 2013

Diálogos desde Scala Coeli: Oración para pedir el buen humor


A muchos cristianos les cuesta rezar porque creen que se trata de repetir cansinamente una serie de fórmulas hechas. Sienten una separación entre lo que dicen y sus sentimientos y preocupaciones diarias. Les gustaría hablar con Dios de sus asuntos cotidianos, más sencillos, más simplemente, con sus palabras.

Hoy les proponemos la oración de Santo Tomás Moro, un hombre que supo orar con sencillez, con realismo, con alegría e incluso con sentido del humor.

Tomás Moro fue canciller de Inglaterra, intelectual de fama europea, casado dos veces y padre de familia, era reconocida su fama de juez honrado y valiente, en defensa de los intereses de los más humildes.

Por no aceptar el divorcio del rey Enrique VIII y su declaración como cabeza de la Iglesia fue ajusticiado el 7 de julio de 1535 en Londres. Suya es una plegaria singular, una oración para pedir buen humor:

 Señor, dame una buena digestión,
y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo,
y el sentido común necesario
para conservarla lo mejor posible.
Concédeme, Señor, un alma santa
que no pierda nunca de vista lo que es bueno y puro,
que no se asuste al mirar el pecado,
sino que encuentre el modo
de volver a poner todo en orden.
Concédeme un alma
que no conozca el aburrimiento,
que no sea quejica, que ande siempre entre suspiros y lamentaciones.
No permitas que me preocupe demasiado de mí mismo,
ni que me conceda demasiada importancia.
Dios mío, concédeme, el sentido del humor,
la gracia de comprender las bromas,
para que saboree un poco la felicidad de la vida
y sepa transmitírsela a los demás.
Amén.

Tomás Moro, seglar comprometido y realista, sabía de la importancia de la salud y la responsabilidad que tenemos que mantenerla frente a los excesos, si queremos poder vivir, trabajar y amar. No andar obsesionados por hacer nuestros los criterios estéticos que nos imponen sin tener en cuenta nuestras características personales. Tampoco despreciar la atención a la salud y agredir el propio cuerpo y la propia mente.

Era consciente de que el pecado es un mal pero que, a veces, es el miedo al pecado cometido el que nos paraliza para enfrentarnos con él, reconocerlo, pedir perdón y corregir el error. Es bueno sentirse responsable del mal cometido para buscar remedio, pero un sentido de culpabilidad que angustia y paraliza en el escrúpulo sin buscar el perdón nos vuelve enfermos.

Le importa su estado de ánimo, mostrarse alegre o triste influye en nosotros y en nuestra manera de relacionarnos. La persona quejumbrosa, siempre triste y lastimera, se amarga y amarga a los demás.

Se daba cuenta de que el egoismo nace de darse demasiada importancia, de creer que nosotros o nuestros asuntos son el centro del mundo y de que en consecuencia vivir en constante preocupación por uno mismo sin relativizar sanamente.

Y, sobre todo, notaba la necesidad del sentido del humor, de la gracia y de las bromas para saborear la felicidad y así poder hacer felices a los demás.

Tomás Moro –que supo morir por el evangelio y la fidelidad a su conciencia- pedía ser sana y alegremente humano.


Nosotros también podemos orar de este modo, desde esas pequeñas cosas que nos permiten ver la vida como don del Padre Dios, que quiere lo mejor para nosotros. Buscando su fuerza y su alegría para enfrentarnos a la tristeza y al dolor. Sin encerrarnos en nosotros mismos o en nuestros problemas, sino abriéndonos a la comunicación y a la solidaridad. Sabiendo que pase lo que pase estamos en buenas manos.


P. Francisco-José Rodríguez Fassio


viernes, 13 de diciembre de 2013

OIDO EN SCALA COELI: Notas de la Eucaristía del Domingo, 8 de Diciembre:


·        Este segundo domingo de Adviento tiene una luz especial. Es la luz de la esperanza en el poder de la gracia. Es  Adviento y nos estamos preparando para la llegada del Señor hoy porque lo necesitamos. Y en este camino la Virgen tiene una misión especial: la de alumbrar. Alumbrar es iluminar, pero también calentar, alentar lo que pueda significar esta preparación nuestra a la llegada del Señor.

·        Este domingo es también el día de la Inmaculada, pero no una fiesta que nos aparte de todo lo humano, sino todo lo contrario, una presencia y una fiesta que nos haga poseedores de lo que necesitamos y anhelamos.

·        En la segunda lectura escuchábamos: “Dios nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales y celestiales”. La Gracia. Nos acompañan todos los bienes celestiales, también humanos, y por eso es por lo que podemos esperar con garantía que el Señor venga y realice todo eso que nos ha dado y nos ha prometido. Y María está aquí, colaborando como siempre en la obra de su Hijo.

·        ¿Cómo fue el adviento de la Virgen? Porque ella también tuvo su adviento, sus etapas hasta que llegase el Señor. El adviento de la Virgen duró, no cuatro semanas, sino nueve meses. Su adviento tuvo unas disposiciones que para nosotros nos vienen muy bien:

o   La oración. Nueve meses en oración, y no se cansaba, como no se cansaba de esperar al Hijo de sus entrañas. En oración estaba cuando llegó el Angel y le anunció el misterio.
o   También tuvo un adviento de lucha, de dificultades. “¿Cómo  será eso si no conozco varón?”. Y en la esperanza, en el adviento, María fue una mujer luchadora, por si nos sirve a nosotros.
o   Un adviento de confianza. “Hágase”. “No entiendo nada, pero hágase”. “¿Cómo será? No lo sé, pero hágase, como tú dices”. Un adviento de confianza, porque para Dios nada hay imposible. Y la vida, si para Dios nada es imposible, puede ser muy diferente a cuando desconfío, dudo y me cierro.
o   Un adviento servicial y alegre. Se puso en camino para ayudar a su prima, su pariente, y estar con ella, y le llevó la alegría, desbordó de alegría y cantó la alegría. El servicio alegra el corazón y la ayuda a los demás es lo que verdaderamente fomenta la esperanza.
o   Un adviento de gratitud. En donde dar gracias abre la puerta a la gracia. Cuanto más agradecidos, más cerca de nuevas gracias estamos.

·        Hemos cantado, expresado de mil maneras las maravillas de la Virgen, su grandeza; pero no son de la Virgen, son de Dios en ella. Y lo que hizo en ella, lo que quiere seguir haciendo según nuestra necesidad, en cada uno de nosotros, porque para Dios nada hay imposible. ¿No será esta esperanza un motor de vida nueva, de vida diferente, de vida excelente?

·        Recordemos que María espera, y de una manera ilusionada, en oración, en lucha, en confianza, en servicio, en gratitud y con mucha ilusión. Todo esto nos hace comprender la limpieza, integridad, proeza y perfección de la Virgen.  Porque el considerarla y el acoger el dogma de la Inmaculada no es para separarla de nosotros, sino para que nos acompañe mejor desde lo humano y concreto que vamos viviendo a la llegada de su Hijo, que tanto necesitamos hoy.

·        María Inmaculada, en Adviento, nos sitúa ante las obras de Dios. Es su obra, es el aviso de las obras que Dios quiere llevar a cabo en nosotros. Por eso lo esperamos y por eso lo buscamos, porque lo necesitamos.

·        ¿Hay  o no salida a nuestra vida y a nuestros problemas, y a la causa de todos nuestros problemas? Pues sí que la hay, y María viene a decírnoslo con su vida y su testimonio. Sobre todo, hay una cosa que nos acerca a ella, y en la que ella se siente animadora y madre. Es la que lucha contra el mal y contra todas las fuerzas malignas. Es la que lucha para el proyecto y el sueño de Dios. Este sueño de Dios de un nuevo cielo y una tierra nueva, donde pueda habitar la justicia, para nosotros hoy, lo quiere realizar y llevar a cabo a través de ella y a través nuestro. ¿En qué actitud? En la de la lucha.

·        Tenemos en el Santuario una imagen de la Inmaculada, que pone de manifiesto el poder de Dios en una integridad de vida tal que la hace hermosura, pero no para quedarse en lo estético, sino para llevarlo a lo que ahí representa: una mujer lo más débil y lo más hermoso, pero lo más fuerte y más firme, acabando con un dragón –el espíritu del mal-, que siempre está atentando contra sus hijos.

Hay una imagen de esperanza, que es la de un niño con una cruz, qué extraño, que es por lo que ella fue elegida y predestinada por la redención de su Hijo.

Esta imagen del siglo XVIII no puede olvidar de donde partimos y lo que de verdad necesitamos de ella: la fuerza, en la lucha, por medio de una vida íntegra. Inmaculada ella, pero nosotros íntegros, capaces de seguir luchando porque hay dentro de nosotros una unidad con Dios y una confianza en él, que nos va a hacer capaces de hacerle frente absolutamente a todo lo que venga.

·        En este día tan especial, nosotros queremos reconocernos en ella, como en un espejo, no para ver las manchas que tenemos, en contraste con su pureza, sino para ver las posibilidades de gracia que Dios nos da a través de ella. Esas posibilidades de gracia son las que nos tienen que llenar de esperanza y todas partes.

·        El Concilio Vaticano II la llamaba “la redimida de modo eminente”. También, como nosotros, fue redimida y por eso fue expulsada, limpia de pecado –desde antes de nacer, desde el momento de ser engendrada, pero no para ella, sino para la obra de Dios, y para nosotros que somos sus hijos.

·        Por eso nos tenemos que felicitar. Darle gracias a Dios y felicitar a María que en el fondo es tener confianza en su poder y disfrutar de lo que nos viene de camino, su Hijo, el Salvador, el que necesitamos en este momento.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Dejaron huella ... P. Moratiel, O.P.


 Reseña biográfica : P. José Fernández Moratiel. Nació en Santa Olaja de Eslonza, (León) el 17 de marzo de 1936.  Ingresó a los trece años en la Escuela apostólica de Corias (Asturias) donde cursó los cinco años de estudio que se exigían para acceder al Noviciado. El año de Noviciado que se iniciaba con la imposición del hábito de la Orden, transcurrió en el Convento de San Pablo de Palencia, en el curso 1954-1955, año en que hizo su consagración al Señor y a la Iglesia como Dominico. Se trasladó al convento de Las Caldas de Besaya para cursar los estudios de filosofía y al término de los mismos hizo su profesión solemne el año 1958 e inició los estudios de teología en el convento de Salamanca. En 1962 fue el año de su ordenación sacerdotal y en 1963 salió ya destinado a ejercitar su alma de apóstol a través de la predicación. Una primera y corta experiencia en Valladolid, regreso a Salamanca para colaborar en la formación como ayudante del P. Maestro de estudiantes y en 1968 llegó a Pamplona que fue su convento hasta su muerte. Creador de la llamada ”escuela del silencio”. Todas las regiones de España y América han sentido el contagio de su voz calmada invitándoles a entrar dentro de sí mismos y hallar allí la fuente del gozo verdadero: “el silencio como seducción de lo absoluto”. En Scala Coeli se celebraron un número muy importante de sesiones de la Escuela del Silencio, del Padre Moratiel.



Hablar de Moratiel es tan dificil y tan fácil, como lo pueda ser hablar  del Silencio.
Se puede hablar de él y nunca se le llega a expresar.
Pueden usarse miles de palabras, y nunca podrá ser captado en su definición.
De Moratiel, supongo que como de todo ser humano, se puede hablar y utilizar prolijamente adjetivos, que se aproximarán a su figura, pero al final, (con palabras de el Principito), "Lo esencial es invisible a los ojos"...también a las palabras...
Moratiel, era un hombre "humano", que despertaba la humanidad a su alrededor.
Nunca pretendió "enseñar". Decía que el Silencio es el que enseña.
Sin embargo, él sí nos enseñó, en su manera de vivir, dónde está la verdadera luz y la fuerza y la alegría del hombre.
Asombraba, en él, su no acepción de personas.
No escogía a nadie.
Su capacidad de acoger, a todos, no tenia límite. Su capacidad de escuchar, de comprender, de aliviar, de alegrar, de impulsar hacia adelante, de ayudar a situarse en el presente..

Acercarse a él, era quedar "convertido" en bueno. Su talento para ver a cada uno en lo mejor de si mismo, era un gran aliento, para el caminar.
Mientras vivió aquí, muchos se sintieron únicos para él.
Después de su muerte, se descubrió  que todos se habían sentído igualmente únicos para él.
Cuando yo era pequeña, me preguntaba cómo era posible que Dios me quisiera a mí personalmente, que se ocupara de mí, y que supiera hasta mis más ínfimos pensamientos...y, ¿Qué pasaba con los otros? ¿Cómo podía quererlos con esa misma dedicación que a mí...?
Luego, de mayor, he descubierto cómo lo podía hacer.
Yo he "sabido" cómo ama Dios,  cómo acoge Dios,  cómo consuela Dios...por la manera en que Moratiel hacía todo esto.
Siendo como era: hombre, limitado, sencillo, respetuoso, cálido, sereno, alégre, ecuánime, paciente,..."sabía de quién se había fiado..."
Todo él, como nuestro padre Stº Domingo, no sabía sino "Hablar con Dios, o de Dios", fuera cual fuera la conversación, estaba en Dios, y a él comunicaba.
Lo máximo que un hombre puede alcanzar en este mundo, es "conocer" a Dios.  Gracias a Moratiel, somos muchos los que hemos saboreado ese inménso don.
La presencia de Moratiel, que sigue viva entre nosotros, solo despierta Gratitud y Gozo.
Él,  como su Maestro, también  pasó haciendo el Bien...
Y nosotros, los que le hemos visto y oído, somos sus testigos, y damos testimonio...

Carmenmaría Hernández Alonso


lunes, 9 de diciembre de 2013

Retiro de Adviento


     Entre los días 29 de noviembre y 1 de diciembre, se ha realizado un “Retiro de Adviento” en Sto. Domingo de Scala Coeli, animado por Fr. José Antonio Segovia, O.P. La temática concreta, previamente anunciada en el calendario anual de la Casa era: “¿Dónde buscar y encontrar a un Dios cercano?”

    Dicho retiro, con todas las plazas cubiertas y en regimen de silencio, tenía esta dinámica: Oración de Laudes en la Capilla, dos encuentros en la sala de “meditación-reflexión” del P. Segovia, una meditación compartida, Eucaristía y tiempos personales de oración, reflexión, contemplación en la Naturaleza, descanso…, y siempre, con un único “telón de fondo”: la Palabra.

    La capilla, con su ámbito habitual de recogimiento e interiorización, tenía bajo el altar un sugerente icono, que se venera en Augsburgo: “María, la desatadora de nudos”: María, que no se dejó enredar por las confusiones del enemigo, tiene poder garantizado para interceder, como Madre nuestra, ante los “nudos” que entorpecen nuestra vida y desatarlos con nuestra colaboración.

   “Un Dios cercano”. “Mira que estoy a la puerta y llamo”. ¿Quién espera a quién? Él, primero, Él esperando a cada uno de sus hijos, Él, prodigando su Amor  y esperando a que le abramos esa puerta de nuestro interior, donde quiso poner su morada. Abrirnos a Él, para que entren también todos los que con Él vienen. Y nosotros, cada uno, con una bendita “sed de Dios”, que ojalá reconozcamos, para buscar siempre en la buena dirección: detrás de nuestras crisis y vacíos, Él, su Presencia amorosa, que nos va llenando y abriéndonos a los hermanos.

  Todos tenemos necesidad de Dios. Dos lugares privilegiados para encontrarlo son: mi interior, mi casa, y el hermano, al que Dios me envía: de “mi casa” a “tu casa”,: “Lo que hicisteis con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. 

   Él me libera para que yo sea instrumento de liberación, como María, que, aunque también padeció sus “nudos” (juicios, huída, ser mujer,  marginación…), realizó con nosotros la gran liberación de entregarnos al Hijo, porque antes ella fue salvada  porque creyó. Hoy ELLA puede ser nuestra eficacísima aliada para ir realizando en nosotros el plan de Dios, en una progresiva liberación, que nos posibilite para ayudar a otros a liberarse.


P. L.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Inmaculada Concepción: Estrella y Camino



(Santuario de Santo Domingo de Scala Coeli: Inmaculada Concepción)



Todos los pueblos están mirando hacia ti,

Todos escuchan tu voz temblando en un sí.

Cielos y tierra se dan en tu corazón

Como un abrazo de paz, ternura y perdón.



Tú nos lo diste en Belén, en pobre portal

en tu regazo le ven el rey y el zagal.

Tú nos lo diste en la cruz, altar de dolor,

Muerto en tus brazos está un Dios redentor.



Toda la Iglesia con fe eleva  un clamor,

Puestos los ojos en ti, la Madre de Dios.

Puente y sendero de amor, sublime misión

la de traernos a Dios en tu corazón.



Estrella y camino, prodigio de amor,

de tu mano, Madre, hallamos a Dios.

sábado, 7 de diciembre de 2013

ADVIENTO: Dios, al alcance de la mano.


Su cercanía  la vivimos en actos de Amor Liberador.

a) En el corazón de la espiritualidad de Jesús está la conciencia de la cercanía, y proximidad de Dios. Uno de los cambios más importantes que Jesús introdujo en el pensamiento religioso y en la espiritualidad de su tiempo fue el convencimiento de que Dios no estaba lejos. El reino de Dios no pertenece al pasado ni al futuro, y Dios no está en lo alto del cielo. El misterio de Dios está «en medio de vosotros». Jesús reconocía la presencia de Dios en el “aquí y ahora”, en el momento presente de su propia vida.
        La cercanía de Dios a todos, con independencia de quiénes o qué puedan ser, es fundamental en la enseñanza de los místicos. «Dios está más cerca de mí que mi vena yugular». Haciéndose eco de las palabras de S. Agustín en sus célebres Confesiones, Meister Eckhart dice: «Dios está más cerca de mí que yo mismo: mi ser depende de la cercanía y de la presencia de Dios en mí...
        Dios no sólo está más cerca de mí que yo mismo, sino que Dios es uno conmigo y contigo. Hay una misteriosa unicidad entre Dios y nuestro verdadero yo, y la conciencia de esta unicidad está en el centro de toda experiencia religiosa. Se puede expresar de muchas formas diferentes: como Dios que habita en mí, como mi ser lleno del Espíritu Dios, como unión con Dios, como una unión de voluntades. Por eso los místicos hablan de nuestra deificación o divinización,  de que llegamos a ser Dios.
b) ¿Qué podemos hacer, pues, con esta experiencia de unicidad con Dios? Lo más extraordinario que encontraron en Jesús sus discípulos y amigos no fue sólo que llamaba a Dios abbá, sino que se identificaba con El. Hay una forma de identificarse con Dios que es un sentimiento de superioridad de la peor clase. Pero eso se debe a que uno se imagina a Dios como un dictador egoísta que domina el mundo. Jesús se identificó con un Dios humilde, compasivo, tierno y servicial, y fue lo bastante audaz y confiado como para hablar y actuar como un Dios de esa clase, sin calificativos.     





viernes, 6 de diciembre de 2013

OÍDO EN SCALA COELI: Notas de la Eucaristía del Domingo, 1 de Diciembre:


·        Una lectura extraña (Mateo 24, 37-44) que seguramente nos ha dejado la inquietud de leerla más veces para saber qué nos quiere decir.

·        Es una manera de expresar lo imprevisto en nuestra vida. Algo que quizás nosotros tenemos muy presente cuando nos damos cuenta de cómo ha venido la crisis a nosotros.

·        Nuestro mundo primero –el mundo rico- se parecía mucho a aquello que se definía como “la ciudad alegre y confiada”. Teníamos crédito, había recursos, estábamos bien, no nos amenazaba ninguna guerra ni ninguna destrucción y, por lo tanto, estábamos realmente metidos en nuestras cosas, en el día a día, que no quiere decir que fuera malo, evidentemente, pero no había otros planteamientos.

·        De pronto, sin saber cómo, se hunden los mercados, empieza la crisis laboral y ya no podemos decir que sólo a los otros –los de fuera- les está pasando algo. Como nos ha dicho el Evangelio, son los más próximos. ¿Quién no tiene en su familia un caso de parado, un caso de persona que ha visto reducidas sus posibilidades, algún joven que ha tenido que salir a buscar trabajo al extranjero?

·        Y en esos momentos, donde lo imprevisto llega, donde ya no vale seguir pensando lo mismo, ni haciendo lo mismo, es cuando el Señor nos llama a la vigilancia.

·        La vigilancia no quiere decir  estar en tensión,  estar angustiado, sino estar lúcidos. La vigilancia, según el Evangelio, es una doble actitud. Por un lado, es una actitud inteligente, porque es darse cuenta de lo que está pasando, de sus causas, de sus efectos y de buscar alternativas; y, por otro lado, es una actitud práctica; ya que no se trata de lamentarse, se trata de saber –aquí y ahora- qué es lo que tenemos que hacer.

·        La vigilancia nos es incómoda. ¡Es tan fácil y tan cómodo mirar para otro lado, mientras no te toque! ¡Es tan fácil echar la culpa a los otros! Y, sin embargo, la vigilancia que pide el Señor es, empezando con uno mismo, colaborar con los demás a solucionar los problemas de todos.

·        Quizás, lo que tenemos que hacer es empezar a pensar de otra manera. Las personas sentimos y hacemos según lo que pensamos: si creemos que todo está perdido, nos dejamos dominar por la angustia, por la decepción, por el miedo, y es fácil tirar la toalla. Si encontramos que la crisis es una oportunidad para plantearnos las cosas en mejor y en más profundo, entonces nuestra manera de actuar y de sentirnos en ese momento será absolutamente diferente.

·        ¿Hay algún elemento, algún factor, que nos permita pensar de otra manera para sentir de otra manera para trabajar de otra manera? SI. Ese factor, ese elemento, ese ingrediente que nos puede cambiar la vida es precisamente el protagonismo que le demos a Jesús y a su Evangelio en nuestra existencia. Él nos permite ver distinto, sentir distinto, actuar distinto; no porque miramos en el cielo, más allá de la vida o nos consolamos en una falsa resignación, sino que la tomamos como ejemplo, nos “arremangamos” como Él, y entonces hacemos nuestra vida como la suya, un “ir pasando haciendo el bien”.

·        Por eso es tan importante el Adviento, para darnos cuenta de ese protagonista, de ese elemento, de ese factor tan importante en nuestra vida, tan práctico en nuestra vida, tan inteligente. La Fe no es ni falso consuelo, ni opio, ni entretenimiento, ni tranquilizante de conciencia, ni una cosa que está bien, ni una costumbre agradable y tradicional…. Tiene que ser  ese factor y ese elemento que nos permita vivir mejor, más profundamente y más útilmente; y si no, no es Fe.

·        Darnos cuenta de ese protagonismo de Jesús en su tres venidas:

o   Una, cuando nació en Belén. A través de su vida, de sus 33 años de vida hasta la muerte en cruz, nos va diciendo cómo ser persona libre, responsable, solidaria. ¿Cuál es el modelo nuestro de humanidad, cómo tendríamos que ser todos los hombres y todas las mujeres? Cómo es posible serlo, porque es muy fácil en la teoría de un filósofo, pero es que  Él vivió lo que predicó, y en un entorno difícil. En las circunstancias más reales y más duras, Jesús demostró que se puede ser una persona digna, solidaria, en pie. Y ese tiene que ser nuestro referente siempre, frente a todos nuestros pesimismos. Si estamos dispuestos a invertir lo que Él invirtió –su propia vida- y a recorrer sus propios caminos como Él los recorrió –su método-, tendremos, por una parte, sus mismos oponentes y sus mismas dificultades, pero, también, sus mismos resultados en mí y en los demás.
o   La segunda venida del Señor es del final de los tiempos. Nosotros, porque tenemos a Cristo y su Palabra, sabemos que la historia no es un simplemente repetirse en un eterno retorno, sino que la historia va hacia adelante y hacia arriba, si nosotros nos incorporamos a ese proceso.
Frente a tanta mentira y ocultación en nosotros, en los demás y en la historia, cuando se quieren cambiar las cosas porque se les llama de distinta manera, pero siguen siendo tan injustas; cuando nos mentimos tanto y nos engañamos tanto a nosotros mismos, el poner en claro a las cosas es muy sano. Eso es lo que se llama el Juicio Final.  Pero poner las cosas en claro también significará valorar todo lo bueno de todas las personas, por poco que sea esto, con tal de que sea auténtico.
o    Y, entre una venida y otra venida, está –podríamos llamar una tercera venida, que es la de todos los días. Cristo resucitado está presente en nosotros y está llamando a la puerta de nuestra atención y de nuestra intención, a la puerta de nuestro ser más íntimo, a la puerta de nuestra conciencia y de nuestra alma, diciéndome “ ¿Qué puesto  me das en tu vida? ¿Quién soy yo para tí?.

·        ¿Qué queremos que haga el Señor por nosotros? De verdad. En un primer momento, quizás la solución de nuestros problemas más inmediatos. Pero conforme vamos profundizando, sentimos que Él nos va concediendo algo más permanente, más íntimo, más revolucionario, más transformador: a Él mismo


·        Por desgracia, la preparación de las próximas fiestas, las celebraciones, las compras, etc. hacen que pasemos el tiempo de Adviento muy despistados. Tenemos que reivindicar como un derecho de toda persona y de nosotros, los cristianos, tener tiempo, espacio, para poder darnos cuenta de la Venida del Señor.  Que nos nos roben la Navidad, pero sobre todo, que no nos robemos la Navidad a nosotros mismos. Que seamos capaces de darle importancia a lo que es realmente importante porque es necesario y urgente: cómo recibimos, cobijamos y seguimos a Jesús de Nazaret y su Evangelio. Solamente así vendrá la Navidad.

martes, 3 de diciembre de 2013

Santuario de Santo Domingo de Scala Coeli: descripción general del interior



La iglesia es de una sola nave de medianas dimensiones, cubierta por bóveda de cañón con lunetos, pintada al fresco y con luces agradables, y presbiterio rectangular que comunica con el coro, también rectangular. El coro alto está situado a los pies y ocupa un tramo de la nave. La sacristía, situada a un lado de la cabecera, tiene también planta rectangular.

La imagen actual de la iglesia se debe a la remodelación que del interior de la misma hizo el padre Lorenzo de Ferrari, el cual también reparó la estructura.

Realizando una descripción general, a fin de dejar para próximas entregas una descripción más detallada de cada uno de los elementos, diremos que, respecto al retablo mayor es de talla sin dorar, y ocupa todo el presbiterio. El espacio central del mismo lo ocupa un templete con la imagen de la Virgen del Rosario. En la bóveda se han dispuesto escenas relacionadas con la Orden de Santo Domingo.


En los laterales, y como contribución del Padre Ferrari al engrandecimiento de la iglesia, se distribuyen un total de siete altares laterales, frente  a los cuatro que se encontraban antes de la remodelación realizada.   Por la banda derecha se sitúan los dedicados a San Francisco, Santa Catalina virgen y mártir, y San José. Por su parte, por la banda izquierda, los dedicados al Santísimo Cristo, Santa María Magdalena, Nuestra Señora del Rosario  e Inmaculada.