sábado, 20 de septiembre de 2008

Abrazar la Cruz


Dame, Señor, que cuando el alba bella
el cielo azul de blancas nubes orne,
tu cruz yo abrace, y me deleite en ella,
y con su ilustre púrpura me adorne;
y cuando la más linda y clara estrella
a dar su nueva luz al aire torne,
mi alma halle el árbol de la vida,
y a ti, su fruto saludable, asida.

Y cuando el sol por la sublime cumbre
en medio esté de su veloz carrera,
la santa luz, con su divina lumbre
más ardiente que el sol, mi pecho hiera;
y al tiempo que la noche más se encumbre
con negras plumas en la cuarta esfera,
yo a los pies de tu cruz, devoto y sabio,
tus llagas bese con humilde labio.

Cuando el sueño a los ojos importante
los cierre, allí tu cruz se me presente,
y cuando a la vigilia me levante,
ella tu dulce cruz me represente:
cuando me vista, vista el rutilante
ornato de cruz resplandeciente,
y moje, cuando coma, en tu costado
el primero y el último bocado.

Cuando estudie en el arte soberana
de tu cruz, la lección humilde aprenda;
y en ese pecho, que dulzura mana,
tu amor sabroso y tierno comprehenda;
y toda gloria me parezca vana,
si no es la que en tu cruz ame y aprenda;
y el más rico tesoro, gran pobreza,
y el deleite mayor suma vileza.


(fray Diego de Hojeda op, "La Cristíada", siglo XVII)

lunes, 8 de septiembre de 2008

Ante el comienzo de un nuevo curso




“En el camino espiritual, siempre estamos en el principio”
Desde la Sierra de Córdoba, en este hogar de oración y espíritu, escuchamos mejor las palabras de Jesús: “Venid aparte, y descansad de vuestros trabajos”.(Mc 6, 31). Esta casa de Recogimiento y Espiritualidad pretende ser un instrumento de gracia para todos cuantos buscan a Dios y necesitan evangelizar íntegramente su persona.

Comenzamos otro curso y con él vuelve a surgir la necesidad de organizar la vida casa, la familia, el trabajo y el corazón. Con esta ocasión nos hacemos muchos interrogantes. Unos, nuestros: ¿Cómo puedo encontrar la paz? ¿Qué me aporta realmente consuelo? ¿En qué puedo tener esperanza? Otros, nos los hacen las personas y la vida: ¿Qué significo para ti? ¿Por qué me pasa esto? ¿Terminará todo bien? Y hay algunos que nos los hace Dios y que nosotros le hacemos a El: "¿Qué buscáis?.. Maestro, ¿Dónde vives?" (Jn 1, 37-39).

Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos nos planteamos preguntas que nos hacen cuestionarlo todo. Los interrogantes de Jesús y los nuestros, son un material espiritual, que si bien surgen de la pobreza y necesidad, también expresan el deseo y anhelo para el que estamos hechos.

Al comienzo de este curso, buscamos de nuevo el camino. La gracia de buscar es una oportunidad para trabajar facetas de la vida personal que aún no han sido evangelizadas porque cualquier reajuste y sanación tienen que abarcar a toda la persona. Buscar ya es estar en la luz.

Desde aquí y con nuestro proyecto de trabajo espiritual, queremos ofrecer una oportunidad para retomar la propia vida, y hacer del tiempo y del trabajo llevado a cabo aquí, una ocasión para encontrarse y colaborar con el Dios del mundo y de la historia.

La vida espiritual, como camino de búsqueda de Dios, desde los interrogantes propios, de los otros y de Dios, lo recorremos en lo secreto de la oración, la soledad y el silencio. A ello está orientada esta casa y el programa de Retiros, Cursos de Espiritualidad, Talleres de Oración, Ejercicios espirituales. Todo ello, como reclamo para seguir buscando a Dios siempre y en todo.

Con el fin de ayudaros a caminar, y por si así lo necesitáis, os compartimos las actividades generales de este Hogar Espiritual a lo largo de este curso. Cuando Dios es el primero, todo está en su sitio!.

Son muchas las personas que pasan por aquí desde hace tiempo y se benefician de esta gracia. A todos ellos, nuestra mano y corazón abiertas para seguir buscando a Dios.




Nuestro programa para el curso 08-09


SEPTIEMBRE
9-13: Ejercicios Espirituales. Dominicos de la Provincia de Andalucía

OCTUBRE
17-19. Taller de oración bíblica: “Los interrogantes humanos y divinos los hacemos oración”. (P. José A. Segovia)
24-26: Asamblea Provincial de Dominicos Seglares

NOVIEMBRE
14-16: Cursillo de Espiritualidad: “La oración, consuelo divino para el desamparo humano”. “Mira, oh, Dios, hacia abajo, que estoy cansado de mirar yo hacia arriba”. (P. José A. Segovia)
28-30: Retiro de Adviento: “Nuestra madre, la capacidad de esperar”. (P. Fco. Rdgz. Fassio)

ENERO
23-25: Cursillo de espiritualidad: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”. La experiencia espiritual de San Pablo. (P. Javier Garzón)

FEBRERO
6-8: Ejercicios Espirituales para matrimonios: “Mi tú necesario”. (P. Fco. Rdgz. Fassio)

MARZO
6-8: Retiro de Cuaresma: “Nosotros predicamos a Cristo Crucificado”(1 Cor 1,21): La locura de la Cruz frente a la sabiduría humana. (P. Javier Garzón)

ABRIL
4-12: Ejercicios espirituales en Semana Santa (en silencio): “El amor incondicional de Dios hecho visible en la Cruz de Jesús”. (P. Javier Garzón)

MAYO
2: Encuentro de la Familia Dominicana de Andalucía Occidental
29-31: Retiro de Pentecostés: “El poder en el presente”. (P. Fco. Rdgz. Fassio)

sábado, 6 de septiembre de 2008

Juntos podemos

Tal vez sean los pequeños los que nos enseñen las lecciones más importantes...

En mi nombre (7 de septiembre)


Volvemos a ponernos en marcha después del merecido descanso veraniego. Retomamos fuerzas, ultimamos nuestros proyectos, pescamos algún que otro sueño con el deseo de que se haga realidad, y continuamos el camino. Dios nos mueve. Nos empuja el deseo de buscarlo, amarlo y servirlo. Con Él se nos asegura un curso fecundo, feliz... En esta barquilla en la que nuevamente nos echamos al mar volvemos a izar la bandera del Evangelio.

Nada más empezar nuestra marcha experimentamos que no vamos solos. Son muchas las personas que dependen de nosotros, muchos los grupos a los que pertenecemos y que también nos configuran. Caminamos en Iglesia. Haciendo pueblo. Pero también en familia. En la comunidad cristiana con la que compartimos. Caminamos con compañeros de trabajo, con vecinos... incluso con montones de desconocidos a los que debemos amabilidad. Y aún más: Dios se cuela en nuestra travesía y camina con nosotros. O mejor dicho: son los demás, los que nos acompañan, los que caminan en Su nombre. ¡Todos andamos en el nombre de Dios! ¡Y Él en medio de nosotros!

¿Y si en esta aventura que comienza tuviésemos los ojos bien abiertos para reconocerle? No sólo en quienes su presencia parece evidente, sino también en los que no nos traen precisamente buen recuerdo de Él... Dios, en medio de nosotros, con infinitos rostros humanos.

Y en nosotros amor. ¿Acaso puede existir mejor instrumento para relacionarnos con Él? Amar a Dios y a los hombres; amar en los hombres a Dios. Notar agradecidos que todos somos templos vivos, lugares de encuentro y alabanza, presencia misteriosa de Dios. Lenguaje, Palabra suya tan clara como indescifrable. Amar, que nunca es suficiente.

Ante el curso que estrenamos, cuando nuestra barquilla vuelve a surcar el mar, renovamos el deseo profundo de que sea Él, su Presencia, su Nombre, el que nos empuje y mueva en nuestra travesía.
Domingo XXIII del Tiempo Ordinario
Ez 33, 7-9
Sal 94
Rom 13, 8-10
Mt 18, 15-20





La oración (San Agustín)


La oración es el encuentro
de la sed de Dios y de la sed del hombre.
Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él.
(San Agustín)

sábado, 9 de agosto de 2008

Santo Domingo


El bienaventurado Domingo se atraía con facilidad el amor de todos; apenas le veían, se introducía sin dificultad en su corazón. En su hablar y actuar se mostraba siempre como un hombre evangélico. Durante el día, nadie más afable con los frailes o compañeros de viaje; nadie más alegre. Durante la noche, nadie más perseverante en velar en oración. Por la noche se detenía en el llanto, y por la mañana le inundaba la alegría (Sal 29,6). Consagraba el día a su prójimo, y la noche al Señor, convencido como estaba de que el Señor ha enviado durante el día su misericordia, y de noche su cántico. Lloraba muy abundantemente y con mucha frecuencia, y las lágrimas fueron para él su pan de día y noche, (Sal 41,4). De día, sobre todo, cuando celebraba, con frecuencia o diariamente, la misa solemne; de noche, cuando velaba en constantes vigilias.

Tenía la costumbre de pernoctar muy frecuentemente en las iglesias, hasta el punto de que apenas o muy raramente parece que tuvo un lecho determinado para descansar. Oraba por las noches, y permanecía velando todo el tiempo que podía arrancar a su frágil cuerpo. Cuando, al fin, llegaba la fatiga y se distendía su espíritu, reclamado por la necesidad de dormir, descansaba un poco ante el altar, o en otro cualquier lugar, y también reclinaba la cabeza sobre una piedra, a ejemplo del patriarca Jacob. De nuevo volvía a la vigilia, y reemprendía su fervorosa oración.

Daba cabida a todos los hombres en su abismo de caridad; como amaba a todos, de todos era amado. Hacía suyo el lema de alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran. Inundado como estaba de piedad, se prodigaba en atención al prójimo y en compasión hacia los necesitados. Otro rasgo le hacía gratísimo a todos: el de avanzar por un camino de sencillez, sin mostrar nunca vestigio alguno de doblez o de ficción, tanto en palabras como en obras.

Verdadero amante de la pobreza, usaba vestidos baratos. Su moderación en la comida y bebida era muy grande; evitaba lo exquisito y se contentaba de buena gana con una comida sencilla. Tenía un firme dominio de su cuerpo.

¿Quién será capaz de imitar en todo la virtud do este hombre? Podemos admirarla y, a la luz de su ejemplo, apreciar la flojedad de nuestro tiempo. Poder lo que él pudo no está al alcance de las fuerzas humanas sino que es una gracia única de Dios, a menos que la bondad misericordiosa del Señor se dignara quizá conceder a alguien alcanzar semejante cima de santidad. Sigamos entre tanto, hermanos, en la medida de nuestras posibilidades, las huellas paternas, y a la vez demos gracias al Redentor, que nos ha dado a sus siervos en este camino por el que vamos, un semejante jefe, y nos ha regenerado por medio de él para entrar en la luz de este género de vida. Pidamos al Padre de las misericordias, que conducidos por el Espíritu por el que obran los hijos de Dios, merezcamos llegar también nosotros, en recto recorrido por el camino que establecieron nuestros padres, a la misma meta de perpetua felicidad y sempiterna bienaventuranza, en la que ha entrado ya él, feliz por toda la eternidad. Amén.


(Fr. Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo. Año 1234)

Descanso y pasión (3 de agosto)


Son muchos los que en estos días disfrutan de unas merecidas vacaciones. Deseamos ansiosamente que llegue ese momento. ¡Necesitamos la paz, el descanso, el sosiego que nos dan estos días! Otros muchos –tal vez la mayoría de la gente- no puede permitirse siquiera salir de la angustia de su vida cotidiana: ¡aunque la televisión no los enfoque en ninguna playa, también existen! Desafortunadamente, además, los problemas, propios y ajenos, nunca toman vacaciones…

Jesús descansaba, y seguro que el suyo era un descanso bien merecido. Pero en medio de su paz resonaban los gritos de las gentes: Hambrientos los más numerosos; enfermos otros. Rotos, decepcionados y desesperanzados todos. “Y Jesús sintió compasión”. Sí, una pasión interior que le empujaba al encuentro. No eran voces ajenas; resonaban en su adentro. Y las hizo suyas. “Pasión por los demás”. Apasionado era Juan Bautista, recién asesinado por Herodes: La pasión no es amiga del miedo. Movido por compasión Jesús salía cada día al encuentro de la gente. ¡Ellos eran su pasión!

Demasiadas voces perturban nuestra ansiada paz. Las más ni siquiera las escuchamos, ¡vamos perdiendo oído! Otras, dejamos que resuenen, pensando que no van dirigidas a nosotros. Hay profesionales que se encargan de recordarnos (como los discípulos impacientes) “ese no es tu problema, tienen quien se encargue de ellos, que se busquen la vida, que se salve quien pueda…”. Las voces más atroces son aquellas que ponen el punto final a todo: “yo no puedo hacer nada”. “Dadles vosotros de comer” es el grito profundo de Jesús, que aún debiera desconcertarnos a nosotros. Los problemas de los demás no dejan de ser nuestros, por más cómodos que estemos. Lo importante no es qué tengo que hacer, sino espabilarme, estar a la escucha, disponerme a hacer algo, prestar atención a quien llama a mi puerta. Y qué casualidad: cuando el hombre comparte en lo pequeño, Dios multiplica a lo grande.

Con Jesús siempre hay abundancia. Apostar por Él, por su Proyecto es apostar por lo seguro. Con Él nadie queda desamparado. El corazón compasivo, profundamente apasionado, no descansa nunca. Escucha, acoge y vence cualquier miedo para ponerse en camino.

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario
Is 55, 1-3
Sal 144
Rom 8, 35-39
Mt 14, 13-21

lunes, 21 de julio de 2008

Buscar con coraje (27 de julio)

Constantemente nos sorprendemos a nosotros mismos buscando. ¡Buscamos cantidad de cosas! No tanto las que nos vende la publicidad, sino aquello que nos pide nuestro interior. Buscamos inconscientemente. Cada cosa, cada sensación, cada persona hallada, cada experiencia que encontramos nos pone en la pista para una nueva búsqueda. El ser humano es buscador por naturaleza. Y eso es maravilloso. En la propia rutina de cada día (“mientras se cava un campo”), o en el esfuerzo decidido y programado… Siempre estamos buscando.

Y cada encuentro, aún recompensando nuestro trabajo parcialmente, nos deja cierto sabor a insatisfacción. Por eso continuamos hasta encontrar algo más. No fue mala la intención de aquellos que, buscando, se enredaron en mundos siniestros. ¿Serán nuestras búsquedas hechas –a veces- por caminos equivocados? “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón anda inquieto hasta que descanse en ti”, confirmaba san Agustín con su vida.

Hay muchos que se cansaron de buscar. Que pensaron que ya habían encontrado lo que necesitaban. O que perdieron el ánimo para ponerse en camino. Otros incluso pensaron que nada nuevo o bueno puede esconder la tierra en la que nos movemos. ¡Hay tantos caminos por andar, tanta vida por recorrer, tantos tesoros por desenterrar, tantos “escaparates” para contemplar!

Me asombra la constancia de los dos buscadores de las parábolas. El coraje y la tenacidad que les mueve. Coraje. Valentía. Pasión. ¿Será eso lo que nos falta tantas veces? Coraje para no dormirnos demasiado, coraje para arriesgar, coraje para seguir recorriendo esta vida sin dejar de sorprendernos. No hay vida interior sin una valentía decidida, sin una lucha constante, sin tener las agallas de dejar lo cotidiano para ponerse en camino. Y tampoco hay vida cristiana si nos dormimos en los laureles, si nos quedamos en lo superficial y no desenterramos tantos tesoros que sólo pueden ser abiertos por nosotros y por nadie más…. ¡Bendita tierra interior, bendito mundo en que habitamos, que nos depara aún tantas sorpresas!
Domingo XVII del Tiempo Ordinario
1 Re 3, 5.7-12
Sal 118
Rm 8,28-30
Mt 13, 44-46

domingo, 20 de julio de 2008

La oración (Gandhi)

La oración no es un entretenimiento ocioso
para alguna anciana.
Entendida y aplicada adecuadamente,
es el instrumento más potente para la acción.
(Gandhi)

Crecer juntos (20 de julio)

Con frecuencia aparecen en nuestro vocabulario expresiones como “ser trigo limpio, sembrar cizaña, meter cizaña…”. Sabemos muy bien lo que significan. Con menos frecuencia tenemos la oportunidad de contemplar los campos de trigo que se extienden juntos a las grandes carreteras, tan simétricos e igualados. Nada destaca entre tanta proporción e igualdad. A lo sumo, una amapola. Y sin embargo, junto con el trigo crece la cizaña. No fueron manos de labrador quienes la colocaron allí: la madre naturaleza que tiene ciertos caprichos se encargó de hacerlo. El hábil agricultor ni siquiera se plantea separarlos: primero porque no distingue; segundo, porque las raíces de trigo y cizaña crecen tan juntas que sería imposible sacar una sin dañar al otro. ¡Deben crecer juntos! ¡Es la mejor solución!

“No son trigo limpio”, pensamos más de una vez al contemplar a algunos personajes que nos trae la actualidad televisiva. O lo mismo decimos de otros más cercanos: conocidos, compañeros de trabajo, familiares… Tendemos a ser jueces, jueces objetivos y perfectos. Y cuando escuchamos la parábola del trigo y la cizaña nos consolamos pensando que -¡pobrecitos!- hay gente muy mala que crece junto a nosotros… ¿Y si fuera al revés? ¿Y si Jesús hubiese pronunciado esas palabras para que nos identificásemos con esa hierba que no es tan limpia? Sólo hace falta mirar hacia adentro un poco para darnos cuenta de que no somos perfectos. Que todos tenemos mucho por lo que sonrojarnos. Que no hay tanta pureza en nuestras opciones ni tanta rectitud en nuestra vida. Al menos no tanta como de la que a veces presumimos. Entonces no tenemos más remedio que cerrar la boca y hacernos humildes, dejarnos de juicios inmisericordes y ser más tolerantes y pacientes.

El Dios cristiano es presentado en las lecturas como el que es justo sencillamente porque perdona (y no condena más que con misericordia), el que juzga con moderación e indulgencia, el que enseña que ser justo, ser cristiano, significa ser profundamente humano. “La gloria de Dios es que el hombre viva” decía san Ireneo en la antigüedad. Es más fácil creer en un Dios de leyes y castigos, es verdad. Es ambiguo y hasta costoso imaginar a un Dios que no tiene más gusto que recrearse en todo lo humano. Que goza mirando y amando. El cristianismo se convierte así en la religión interior por excelencia. La que se alimenta y hace vida al Espíritu que clama “con gemidos inefables”. Somos creyentes de espíritu, que se ponen a la escucha del Espíritu, del Dios que tiene su mejor sagrario en nuestro corazón. ¿Cómo ser creyentes hoy? Siendo profundamente humanos, profundamente misericordiosos, profundamente pacientes, profundamente tolerantes, ¡profundamente profundos!
Domingo XVI del Tiempo Ordinario
Sb 12, 13.16-19
Sal 85
Rm 8, 26-27
Mt 13, 24-30

domingo, 6 de julio de 2008

La verdadera paz en las contrariedades


Quien quiera imitar de verdad al Dios y Redentor nuestro Señor Jesucristo, debe tomar sobre sí con ánimo sereno la cruz de los dolores interiores y exteriores, justos e injustos, y así cargado, caminará contento siguiendo a su Señor. No hay otro modo de llegar a donde Cristo ya nos precedió de este modo.

No son pocos los que quieren ser testigos Señor en la paz, mientras todo les vaya conforme a sus deseos. Quieren de buena gana ser santos, pero sin trabajo, sin tedio, sin tribulaciones, sin perjuicios. Desean, pues, conocer a Dios, saborearlo, sentirlo, pero sin amargura. Si efectivamente deben trabajar, si les produce amargura, tristeza, tinieblas y ­arduas tentaciones, si Dios se les esconde y se ven desprovistos de consuelos interiores o exteriores, al instante se desvanecen sus buenos propósitos. No son los verdaderos testigos que el Señor exige.

¿Quién hay, que no busque la paz, quién que no quiera tener la paz en todo lo que hace? Y, sin embargo, este modo de buscar esta paz debe sin duda ser descartado. Debemos esforzarnos en tener paz en todo tiempo, incluso en las adversidades con no poco esfuerzo. De ahí debe nacer la paz verdadera, estable, segura. Verdaderamente cualquier otra cosa que busquemos, o queramos será un engaño. Si, en cambio, nos esforzamos, en cuanto nos sea posible, en estar alegres en la tristeza y mantenernos tranquilos en la turbación, sencillos en la complicación y alegres en la angustia, entonces seremos verdaderos testimonios de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.

A tales discípulos el mismo Cristo vivo y resucitado de entre los muertos auguraba la paz. (Jn 20, 21). Éstos nunca en su vida terrena encontraron una paz externa; pero se les dio una paz esencial, la verdadera paz en las tribulaciones, la felicidad en los insultos, la vida en la muerte. Se alegraban y exultaban cuando los hombres los odiaban, cuando los entregaban a los tribunales, cuando eran condenados muerte. Tales son los verdaderos testigos de Dios (Hch 5, 41).


Sermón en la Ascensión del Señor de fray Juan Tauler, dominico (1292-1361)

Santo Domingo de Scala Coeli

Los datos esenciales del convento de Scala Coeli son cono­cidos. El 13 de junio de 1423 compró san Álvaro de Córdoba la torre Berlanga, y fundó allí un convento de Reforma, bajo la advocación de Santo Domingo de Scala Coeli. El Papa Martín V había autorizado fundar seis. El 4 de enero de 1427, Álvaro fue nombrado superior mayor de la Reforma Dominicana. El mismo año, a 1 de abril, compra una casa en la ciudad para que sirviese de hospicio o cabeza de puente a los religiosos que bajaban o subían a Scala Coeli.

La fundación dio sus primeros pasos con buen pie. En 1434 funcionaba ya un estudio conventual bastante copioso. Scala Coeli irradió su influjo a Sevilla, donde san Álvaro pasa, con algunos compañeros, temporadas, y funda Santo Domingo de Portaceli. El capítulo provincial celebrado en Córdoba en 1464, encarga a Scala Coeli la puesta en marcha de las casas de Doña Mencía y de Chillón.


En 1506 el convento estaba florido. Pero en 1530 se pro­duce una grave crisis al “trasladarse”, aprovechando las cir­cunstancias, una parte de la comunidad al monasterio cisterciense de los Santos Mártires: El arreglo salomónico del Maes­tro General fray Juan de Fenario, 1535, sancionó los hechos consumados dando validez canónica al convento de los Santos Mártires y compensando a Scala Coeli con una pequeña renta. Fray Luis de Granada “refundó” el Convento y la Comunidad (1534-1545), y adquirió una nueva casa para hospe­dería, ya que la antigua fue derribada y vendido el solar por la comunidad de los Mártires.

El beato Francisco de Posadas –“el padre Posadas”, como le siguen llamando los cordobeses- vivió y murió en el “hos­pitalico”, es decir, en esa hospedería. El padre Posadas fue la figura más señalada de Scala Coeli en la época del Barroco. Y a su zaga irá, guardando distancias, fray Lorenzo Ferrari, exconde de Cumbre Hermosa y restaurador de la Iglesia a finales del XVIII.

Scala Coeli ha sobrevivido, como por milagro, superando las más oscuras vicisitudes, y en pie está, el “alcázar de la fe”, y de la identidad dominicana: oración, comunidad, estudio, predicación.


A. HUERGA, Escalaceli, Madrid, Fundación Universitaria Es­pañola, 1981